viernes, 5 de julio de 2019

El corazón del dragón



El intenso hedor de la habitación le devolvió de entre sus pensamientos. Cinco maestros, especialistas en cada uno de sus elementos, técnicas y habilidades. Tan diferentes y parecidos al mismo tiempo, le miraban con una mirada de ánimo, tristeza y al mismo tiempo cansancio.
La primera fase había sido dura, muchos habían quedado atrás, pero él había decidido preparase durante un año. Retirado de intrigas y luchas triviales que actualmente parece mueven el mundo. Él había decidido poner un punto y final a cualquier relación con ese tipo de mundo. Durante un año había tenido la oportunidad de entrenar su mente hasta niveles que jamás hubiera creído.
Y ahora allí estaba él, después de constantes fracasos, aprendizaje y sacrificio, cometiendo un error elemental que podría retrasar su sueño una vez más.
                - ¿Preparando para la última fase? –preguntó mirándolo seriamente el gran maestro y líder.
                - Si –respondió el joven dragón conteniendo su furia.
Estaba exhausto, triste y al mismo tiempo furioso consigo mismo. Aquel simple error de concentración le había puesto sobre la cuerda floja y ellos lo sabían. Sin embargo… no les guardaba ningún rencor, por primera vez, se había topado con personas que no abusaban de su puesto o poder, y él no había sido capaz de mostrarles todo lo que valía.
Sin mediar palabra, el gran maestro le lanzó una bola de fuego. Llamando al fuego de su difunto maestro lo pudo controlar y lo sostuvo entre ambos.
La segunda maestra le lanzó el rayo. Con su poder lo recondujo uniéndolo a la llameante esfera que ahora emitía constantes y acaloradas descargas azuladas.
El siguiente maestro le lanzó una gran esfera de pierda. Concentrando el poder del oso emitió una fuerte patada a roca introduciéndola en la esfera junto con el poder de la naturaleza. Eso formaría un núcleo que controlaría las descargas.
Cuando la anciana y cuarta miembro le lanzaba una gran ráfaga de agua. La habitación se estaba comenzando a volver borrosa. Recordando por qué y quien estaba allí y luchaba, llamó a su último e innato poder. El viento creó una cúpula protectora y generó una corriente de agua que rodeaba la esfera.
Mientras el mantenía todos aquellos elementos en uno solo y luchaba por no desmayarse, la última y más joven de los maestros se acercó.
                - Estabas acostumbrado a luchar alternando tus poderes –le susurró dirigiéndole una sonrisa de ánimo- pero un gran maestro debe estar preparado para combinar todas y cada una de sus habilidades en una sola que sea capaz de adaptarse a las necesidades de sus alumnos. ¿Estás preparado dragón?
                - Adelante… -respondió él a duras penas mientras todo a su alrededor se volvía cada vez más lejano y oscuro.
La joven maestra posó su mano en la cada vez más inestable esfera y con un golpe sordo añadió el último elemento de la gran prueba.
Tras unos segundos la esfera comenzó a convulsionar agresivamente. Él notaba el viento huracanado, pero ya no tenía más poder para controlarlo, estaba utilizado todos y cada uno de sus poderes al mismo tiempo para reconducir los anteriores elementos, pero cómo poder controlar una explosión interna.
                -Vamos solo unos segundos más –le chilló el líder mirando su reloj- ¡¡Aguanta!!
                -No… voy a p…
Las sacudidas eran ya imposibles de controlar. Aquella esfera iba a estallar y no habría vuelta atrás. ¿Y si él no tenía lo necesario? Si su concentración fallaba de nuevo, no le darían ni una sola oportunidad más. No, no podía fallar había mucho en juego. Ellos, aquellos en quien su corazón siempre tenía, debían sentirse orgullosos.
                - Vamos solo un poco más –susurró la anciana.
Un rugido desgarrador se escuchó en cada rincón de la antigua escuela, seguido de una atronadora explosión que hizo temblar el suelo. 


Sus rodillas cayeron pesadamente contra el suelo, respiraba con dificultad, solo veía sombras a su alrededor y al cabo de unos segundos oscuridad…
El gran maestro le sostuvo evitando que su cuerpo inconsciente chocara contra el suelo. El líder miró a sus compañeros.
                - ¿Lo ha conseguido?

jueves, 8 de noviembre de 2018

El dragón de las sombras.



La suave brisa le sobresaltó. Levantando una vez más la cabeza, aún de rodillas miró a sus oponentes. Había esperado muchos años para enfrentarse a tales enemigos. La última vez, aquellos espectros le habían dejado medio muerto. Le habían hecho dudar de qué estaba bien y qué mal, de qué era realmente la justicia e incluso de la propia condición humana. Aquellas sensuales sombras no eran más que los fantasmas del pasado que su propia contraparte había creado a partir de él.
Durante años había huido de ellas, las había evadido, evitado e incluso llegados a un punto había llegado a esquivar sus ataques directos.  Pero cuando ya las hubiera contraatacado, él había cometido el error de escucharlas y dudar. Miedo, dolor, desesperación, y odio. No les había puesto nombre, pero eso era lo que representaban. De forma indirecta, existían por su culpa.
                   -Así que estás vivo –susurró una voz a su espalda.
Sí, no necesitaba girarse para saber que ese oscuro dragón estaba tras de sí.  Limpiándose un poco de sangre de la cara, el joven dragón se levantó lentamente y le encaró. Su cuerpo le dolía, pero sus heridas no eran graves.
                -Deja que adivine –comenzó el dragón de las sombras mirándolo con una expresión de asco- los nuevos guardianes de los elementos ¿verdad? No espera, has ido al castillo blanco. No… los nuevos capitanes piratas o quizá los guerreros de la ciudad central. Da igual, no importa cuánto aprendas o de quien lo aprendas, nunca podrás hacerme frente. Cuanto más brillante seas tú, más oscuro seré yo.
                -Eres repugnante –dijo el dragón escupiendo sangre a sus pies-. Me avergüenzo de ti. Y es hora de que te vayas para siempre.
Con la velocidad del rayo, el dragón de la sombra se puso tras él y le golpeó en la espalda. Antes de que el joven guerrero pudiera siquiera gritar, las cuatro sombras se lanzaron una andanada de flechas negras. Cayendo de nuevo sobre una rodilla, el dragón de la sombra le propino una patada en la cara, haciéndole caer boca arriba en aquella oscura calle de la ciudad de la luz. Sentándose sobre él, el dragón oscuro comenzó a perder la paciencia. Sentía todo su dolor y cansancio, nunca habían sido tan grandes, ¿cómo podía mantenerse aún ese estúpido con vida? Apretando los dientes con más furia que nunca, comenzó a propinarle puñetazos en la cara.
                -¡Vamos! –Exclamó tras un puñetazo-¡Muérete!-le espetó mientras le propinaba el siguiente- ¡Muere hijo de puta! ¡Muere de una vez! –aquel oscuro callejón quedó unos segundos en silencio mientras el cada vez más furioso dragón asimilaba lo que estaba viendo-. ¡¿¡POR QUÉ SONRÍES ESTÚPIDO!?!
El silencio dio paso a un suave sonido. Una melodía. Una música que poco a poco aumentaba de volumen y comenzó a retumbar entre las paredes de los oscuros edificios. El sonido de unos pasos se unió a los de la música, era increíble como cada uno seguía el ritmo de la sinfonía. Con cada paso, una sombra emitía un chillido infernal y estallaba convirtiéndose en una negra pasta en dirección a la cloaca más cercana.
                -Sonrío –comenzó el joven dragón agarrando el brazo de su oscuro némesis con su garra-, porque por mucho que me ataques jamás podrás volver a herirme. Sonrío porque he descubierto tu debilidad.
Sin previo aviso, la melodía cesó y un par de cuchillos golpearon el pecho del oscuro ser haciéndole caer de bruces. De entre las sombras una hermosa joven bajo una capucha blanca, se acercó al joven dragón de ojos verdes y le ayudo a levantarse.
                -Se lo que estás pensando –dijo el joven dragón antes de que su contraparte pudiera hablar-. Quieres saber quién es y cómo conseguir ese poder. Te diré una cosa –continuó él sonriéndole-, este no es ni un cuarto de su verdadero poder.
Al ver como las manos de la joven comenzaban a iluminarse y se acercaban al joven guerrero, el dragón de las sombras no lo dudó ni un segundo y convertido en bestia intentó lanzarse al cielo nocturno.
El trueno acudió a su llamada y paralizó al oscuro dragón. Con un sordo golpe de viento se deslizó frente a él y agarrándole la cara con fuerza le obligó a mirarle a los ojos. El oscuro dragón rió.
                -Da igual que me derrotes, yo nunca moriré. ¿No lo entiendes verdad? Yo no estaría aquí sin ti, y jamás me iré sin que tú te vayas antes. Estamos destinados a luchar constantemente.
                -Lo sé –y emitiendo un rugido sus brazos se escamaron tornándose un verde esmeralda, mientras su cuerpo emanaba las flamas azuladas que un día su maestro portó-, sé que no puedo destruirte. Pero si dominarte.
Su oscuro némesis miró a la joven muchacha que sonriendo ahora posaba una brillante mano sobre el hombre del joven dragón, y comprendiendo mientras su cuerpo desaparecía, emitió su último rugido de furia.
                -Ya no serás algo de mí –susurró el dragón observando sus venas-. Serás parte de mí.




Dedicado a aquellas personas que nos quieren tal y como somos, y nos enseñan la mejor versión de nosotros mismos.

jueves, 26 de julio de 2018

El fin y el comienzo del caballero del fénix



La constante y ruidosa melodía de los músicos y trovadores callejeros le hizo apretar aún con más furia los dientes. Su cabeza, su cuerpo y su corazón ardían. No podía controlar esa sensación, era como si un cuervo le estuviera comiendo las entrañas poco a poco sin saciarse. Le estaba superando, en cada centímetro de su cuerpo notaba su poder fluir con fiereza. Sin aguantarlo más se arrodilló y encogiéndose sintió cómo en su interior el fénix se tornaba a su forma primigenia.
Dos finas lágrimas precedieron al intenso grito de furia y a la enorme ráfaga de fuego que silenció en un instante toda la ciudad central. Su mente quedó en blanco al sentir un sordo golpe de viento y verle allí en medio apagando su fuego con un brusco movimiento de su brazo. Portando su vieja armadura de capucha blanca, la que él también había portado hacía tanto tiempo, él joven dragón se lanzó contra él sin dudarlo un instante.
Cuando sus puños chocaron una intensa ola de viento ardiente se extendió un kilómetro a la redonda sepultando la ciudad entera bajo una impactante nube de ceniza. Absorbiendo el calor del ambiente lanzó un segundo ataque. El dragón sorprendido por la fuerza del impacto al bloquear el golpe con su brazo, perdió el equilibrio inconscientemente. En su caída pudo observar una serie de lágrimas desprenderse del rostro de su fiel amigo. Concentrando toda la intensidad del fuego que ahora salía de sus venas abrasándole, el caballero del fénix acompañó un tercer puñetazo de un rugido aún más aterrador que el anterior. 

El golpe acertó de lleno en el pecho del dragón y el cuerpo del atacante acabó por cubrirse por completo de llamas a causa de su intenso dolor. Repentinamente el joven dragón agarró el brazo de su compañero y atrayéndolo para sí, lo abrazó.
                -Hazlo… -el sorprendido caballero miró a su amigo, aún a pesar de las quemaduras él no le soltaba y compartiendo sus lágrimas le sonreía.
                -Debería haber sid…
                -Hazlo.
                -Tendría que haber sabi…
                -Hazlo.
                -Pero ¿y si…?
                -Yo te llevaré a un lugar seguro –le interrumpió el dragón por última vez.
Tras otro sordo golpe de viento, sin poder aguantarlo ni un segundo más un tercer chillido daría paso al más fuerte y peligroso ataque. Una implacable esfera de fuego surgió del cuerpo del fénix cubriendo todo a su paso, produciendo la más potente de las explosiones en la tierra.
Tras unas horas bajo el sepulcral silencio de aquel desierto de ceniza, el guerrero del fénix se percató de dónde se encontraba. Allí el dragón casi había muerto hacía mucho tiempo. Las cenizas que él pisaba en ese momento no eran sino el resultado de un incontrolable dolor del pasado.
                -¿Ves hermano? –le dijo a su espalda el dragón.
Al girarse lo vio allí a su lado, tendiéndole su magullada mano. Su atuendo de capucha blanca estaba completamente destrozado y ennegrecido, su cuerpo lleno de quemaduras y bajo el peto del pecho se podía ver una seria herida sangrante. Sin embargo, en sus ojos verdes no había dolor, ni miedo, ni resentimiento, había lealtad…
                -Siempre juntos –repuso el dragón sonriéndole.
                -Siempre… -contestó el fénix aceptando su mano.

domingo, 29 de abril de 2018

La guerra que el el dragón jamás libró.

El zumbido de la brisa marina atravesando los agujeros y grietas de lo que un día fue un gran castillo, desesperaron a la joven con ropajes del ejército real. No era una guerrera, ni pirata, ni siquiera había conseguido liderar nada por sí misma. Ella había elegido el bando equivocado en el momento preciso. Quizá si el lado ganador, pero no el correcto. Lo qué más le carcomía era que estaba comenzando a entender muchas acciones y movimientos de los antiguos rebeldes. Con nerviosismo miró a su alrededor, si alguien de su organización escuchara sus pensamientos y la viera en aquel lugar la acusarían de rebelde, o incluso traidora.
Un sordo golpe de viento le devolvió de sus pensamientos. Por fin, él había vuelto al castillo que le hubiera correspondido por derecho. Inexplicablemente había acudido a su llamada. Buscando entre las grietas y columnas derruidas, en cuestión de minutos encontró al joven.
No portaba la armadura del dragón, sino que volvía a llevar su antiguo atuendo de capucha blanca, aquél que llevaba cuando lo había conocido por primera vez, aquel que portó durante la segunda gran guerra.  Tras él, una joven de cabello castaño le miraba con dulzura y le agarraba la mano asintiendo con orgullo.
                -Tienes mucho valor para volver por segunda vez aquí –dijo él con voz pausada mientras se separaba de la joven y tras una sonrisa le hacía desaparecer con otro golpe de viento.
                -No sé a quién más acudir –respondió ella con cierta cautela-. La situación se ha vuelto ya insostenible.
                -Tú escogiste tu bando. Asume las consecuencias de tu decisión.
                -Lo se… pero no lo entiendes. El norte está completamente perdido. Gracias a ti, el ejército rebelde de los dragones ha recuperado casi todo el territorio, solo queda una ciudad cuya mandataria encerrada en un bucle de autointerés y corrupción se ha convertido más en un enemigo que en un aliado. En cuanto al sur, todo está cada vez más dividido, los señores de cada ciudad no comparten ninguna información entre ellos ni con la capital, no promocionan a  las nuevas generaciones para que renueven sus cargos y poder mantener así el equilibrio de la organización. Y la capital… por dónde empezar. Me han nombrado comandante de toda la flota, sí, pero todos los miembros de las tripulaciones, apoyados en todo momento por mi superiora la cual desestima toda acción o rumbo que decida tomar, no cumplen ninguna orden.
                -Y ¿qué solución crees que es la mejor? –preguntó el joven mirándole inquisitivamente con sus ojos verdes.
                -Evidentemente, los altos mandos se han llenado de poder y lo usan de forma equivoca y sin control. Es necesaria la renovación de todas partes de importancia del ejército real y crear una red nacional de constante reciprocidad de información y confianza. Es necesaria… una… revolución –concluyó la joven mirando al ex líder rebelde y dándose cuenta del mundo que se podría haber abierto ante ella hacía tanto tiempo.
                -Un ejército revolucionario… -contestó pensativo y melancólicamente el joven mientras sus ojos verdes no dejaban de mirarla- que limpiara los puntos claves de un gobierno podrido y lleno de poder y corrupción. Que estableciera un sistema que respetara la igualdad de expresión y los derechos de las personas. Dónde todo el mundo pueda desarrollarse a nivel personal, académico y espiritual a través de una reflexión libre sin que nadie pueda juzgarle. Una sociedad en la que aquellos que ostenten los puestos de importancia lo hagan sin implantar una sola creencia a aquellos a quienes deben proteger y salvaguardar. Maestros que actúen en las sombras para servir a la luz, que demuestren que solo unidos y ayudándonos los unos a los otros se podrían conseguir imposibles.
                -¿A qué te suena? –le preguntó otra voz a su espalda apuntándole la cabeza con un revolver.
                -Creo que habíamos dejado claro, –continuó la voz de una de los nuevos capitanes mientras su compañero de igual rango seguía apuntándole con el arma- qué si te volvías a acercar a él te enfrentarías a nosotros personalmente.
                -Por favor… no sé qué más hacer ni a quién acudir.
El joven dragón se acercó lentamente a ella y tras sonreír a los que un día fueron sus más aventajados aprendices, posó su mano en el hombro de la joven.
                -No hago esto por ti, ni por mí, ni siquiera por ellos o por los más de cien jóvenes sobre los que tu organización cargó hace tantos años y que solo yo y unos pocos protegimos. Quiero que te quede claro desde el principio, que hago esto porque yo no soy como vosotros –tras un silencio el dragón continuo-. Se avecina una serie de batallas, incluso posiblemente otra gran guerra, en la que esta vez yo no participaré. Las consecuencias de tus actos te han llevado a enfrentarte a esto sola y eso es algo que no le desearía a nadie. Dicho esto, mi consejo será quizá la mejor ayuda que tengas así que escucha atentamente. Tienes un rango mucho mayor del que tenía yo cuando comenzamos la revolución, úsalo. Se te brinda la oportunidad de cambiar las cosas, pues inténtalo con todo corazón. Da igual que toda la organización esté en tu contra, muestra convicción y confianza y sobre todo se transparente. Haz que tus pequeños aprendices tengan toda la información posible y enséñales a actuar haciendo siempre lo que crean correcto. Sé que son muy jóvenes pero serán tus mejores aliados en esta lucha, ellos dependen de ti y tú de ellos. Haz que vuestra unión sea vuestra fuerza. Suerte…
Sin decir una palabra más, la joven comandante del ejército real pudo ver como él joven dragón seguido de dos de sus más preciados aliados y amigos desparecían lentamente como si de polvo que el viento lleva se tratase. 
Y assí en las ruinas de aquel castillo, observando las marcas de garras en las paredes, la guerrera por fín se dió cuenta de lo que había perdido sin aun llegado a batallar.