El interminable ajetreo de la ciudad era irritante. El
sonido de las diferentes sirenas retumbaba en cada esquina, los disparos se
fundían con los gritos de sus víctimas y el eco de las insaciables fábricas se había metido en su cabeza en forma de un angustioso dolor de cabeza
ansioso de crear una nueva locura en forma humana.
Su vista era borrosa y todo a su alrededor daba vueltas de
forma brusca. Sus rodillas tocaron pesadamente el húmedo suelo de aquel sucio y
apartado callejón lleno de basura.
-Por
fin… -la voz del demonio fue recibida con un escalofrío- el dragón cae postrado
ante la fulminante locura como un gusano cae ante la paciente ave.
-Qué le
has hecho a la ciudad… -contestó intentando aguantar la arcada.
-¿Yo?
Nada joven dragón… lo que ves no es más que la parte más oscura de la ciudad
con mayor luz. Bueno eso y los efectos del veneno que te he inyectado en
nuestro último encuentro –respondió con una sonora carcajada.
-Te
mataré…
-¿¡¡Me
matarás?!? –Le espetó propinándole una patada seguida de otra sonora carcajada-
¿A mí? ¿A tu oscuro némesis? Aun no lo entiendes… no puedes borrar la doble
cara de la moneda. El mundo se rige de un continuo equilibrio, la riqueza no
existiría sin la pobreza, la justicia no existiría sin la corrupción y las
desigualdades, la cordura no podría vivir sin la locura… el dilema aquí es:
¿Sabe el mundo realmente lo que es justicia e igualdad? ¿Quién marca el límite
de lo que es justo e injusto? ¿Por qué si uno de vuestros dirigentes roba a
millones de personas no va a la cárcel y sin embargo si yo atraco la primera
tienda o banco que me encuentre puedo pudrirme entre barrotes? ¿Esa es la
justicia de tu mundo? ¿Condenar a trescientos pero dejar libre a uno que comete
el equivalente de delitos que los trescientos encerrados? ¿No ves la ironía? Todo
se rige por el uso de unos papeles verdes, cuántos más tengas más poder tendrás
y menos podrán hacerte. Por unos pocos hay personas que pueden llegar a matar,
a traicionar, a lo que sea por solo unos pocos… ¡¡¡Un mísero papel!!! –Exclamó con
otra carcajada- ¡¡NO ME DIGAS QUE NO ES PARA PARTIRSE!!
-Estás
loco…
-¿Loco?
¿¡¿Quién es el loco?!? –grito al cielo con una sonrisa y lanzándole una pistola
-no… joven dragón, será la locura la que acaricie todo tu ser…
Y tras un chasquido de sus dedos, aparecieron de entre la
oscuridad. Sombras… fantasmas del pasado, conocidas… sensuales… peligrosas.
Esquivó el ataque de la primera por los pelos y recibió el desgarrador
arañazo de la siguiente. Sus risas se adentraban hasta lo más profundo de su
mente… intentó llamar al viento pero sus labios no respondieron a su cerebro.
El tercer golpe en el estómago le hizo aterrizar dos metros más allá. ¿Ese era
su final? ¿Morir allí? ¿En un oscuro y sucio callejón lleno de basura?
Intentó taparse los oídos, cerrar los ojos… transformarse…
pero no podía parar de oírlas reír. Llamó al rayo y al fuego pero nada acudió a
su ayuda… no había escapatoria.
Una de ellas se acercó a su magullado cuerpo y tumbándose sobre
él besó sus labios. Su aroma, la textura de su pelo, el sonido de su
respiración, todo ello abrió los recuerdos de su mente. La gran ciudad arrasada; Sus capitanes y compañeros partiendo para no
volver; Una joven corriendo mientras él gritaba su nombre; Un puñal frío en la
espalda; Su primer barco ardiendo mientras se hundía; La lluvia cayendo y él
apuntando con su arco a la capitana mientras ella abría sus manos para recibir
el impacto; La capital cerrándole las puertas; La traición del segundo al mando
de su barco con bandera negra; Su gremio arrasado por el ejército real; Su
tripulación mirándole mientras dejaba a su espalda cuartel general destruido; Su
desaparición; Su cuerpo inerte en un desierto de ceniza antes de que Garra de
León le salvara; La lucha contra los anteriores guardianes de los elementos; Él
gritando mientras golpeaba el suelo una y otra vez tras disolver el gremio…
No… no pasaría otra vez por todo aquello. El rugido del
dragón retumbó por cada rincón de la ciudad. Las sombras salieron disparadas
contra las paredes del callejón. Apenas manteniéndose en pie, agarró con fuerza
la pistola y apretó el gatillo una vez y otra y otra y otra y otra y otra…
vació el cargador en cada una de las sombras las cuales en cuestión de segundos
desparecieron convirtiéndose en ceniza.
-Bienvenido
a tu pesadilla joven dragón –le dijo el demonio mientras desparecía sonriendo
entre la oscuridad.
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