viernes, 19 de agosto de 2016

La torre





El sonido del viento acariciando cada pequeña hoja de la tostada hierba relajo uno a uno sus músculos. El suave calor del sol alejándose para dar pie a la noche ralentizó su respiración dejándole apreciar cada matiz, cada aroma, cada sonido, cada sensación…
Las llanas tierras se alzaban frente a él como si de un amarillento mar se tratara. No era su hogar pero sin duda había alcanzado la felicidad absoluta en aquellas tierras.
Sus pasos se detuvieron y sus ojos observaron lentamente la antigua torre que se erguía frente a él. Su roca era dura, áspera, fría… había sobrevivido a guerras, crisis, heladas y olas de calor, había mantenido a raya al más fuerte de los enemigos del hombre, el tiempo.
No dudo un segundo y llamo a sus puertas… nadie respondió. Aquel era el lugar sin duda, todas las indicaciones le habían llevado allí. Tanto guerreros, magos, cómo viejos ladrones. Todos habían señalado aquel lugar. Volvió a picar las puertas de forma impaciente…
                -Vamos… -suspiró bajo su negro atuendo- sé que estás ahí…
El silencio fue la única respuesta.
                -No dejaré entrar a nadie… tienes que abrirme la puerta.
El cielo se oscureció y el cantar de los pájaros cesó dando paso al perceptible sonido de las tropas avanzando. Tres estandartes diferentes aparecieron de sus respectivas direcciones. Las doradas tropas reales, uno de los intensos ejércitos del sur y las grisáceas armaduras de acero desde el norte.
                -¡¡Oh, venga…!! –exclamó él mirando a hacia la torre- ¿es en serio?
No dudo un segundo y al ver la primera oleada de flechas, el halcón alzó el vuelo en su busca. Desde el cielo llamó al fuego ancestral generando una barrera de flamas azuladas. Una vez las ardientes cenizas y el humo le hubieron camuflado en el oscuro firmamento, el oso calló con fuerza sobre las fuerzas de la realeza. Una vez neutralizados, con la velocidad del lobo arremetió contra las fuerzas del norte. Su voz llamó al viento y él acudió sacudiendo a toda la tropa con un fuerte huracán. Su puño golpeó el suelo y un dorado fogonazo eléctrico impulsó al halcón contra el último estandarte. El cuerpo del oso impulso varios metros a la gran mayoría, y el trueno obedeció a una nueva llamada, golpeando los pies de los atacantes haciéndoles retroceder de forma brusca y desordenada.
Su cuerpo se relajó de nuevo. Los fuertes vendavales amainaron, la tormenta eléctrica cesó y el humo del cielo se disipó dejando visible una hermosa luna llena en medio del firmamento. No había acabado con ellos, pero aun así les dio la espalda. Lentamente sus pasos se dirigieron de nuevo frente a la vieja torre.
                -¿Has visto eso?-Dijo él elevando la voz mientras se sentaba en el suelo- eres la reina de estas tierras y yo tu amigo y guardián. Así que aunque te pese y aunque me cueste la vida, tendrás que aguantar mi presencia a tus puertas hasta que estas se abran.


Y apoyando la cabeza en la fría roca cerró los ojos sabiendo que en cuestión de segundos un segundo ataque comenzaría.

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