lunes, 19 de septiembre de 2016

La caída de los gigantes



El graznido de las gaviotas se alzaba como pregonera de la paz. El intenso frescor que las olas producían rompiendo contra el acantilado, por primera vez en años recorría cada rincón del ahora ruinoso castillo.
El sonido de las botas y las espadas de las tropas reales comenzando la lenta marcha se fundía con la tranquilidad de aquel bello lugar. Lo habían hecho al fin… repetía una y otra vez la mente del más joven soldado mientras la esposaban e iniciaban el retorno ansiado.
El castillo estaba destrozado. Torres derruidas,  salas arrasadas, enormes agujeros en las paredes, sangre y garras gravadas en la piedra.
                -¿Has visto eso? –Le dijo su compañero en un susurro mirando las marcas de garras- dicen que fue él…
                -¿Cómo?
                -El dragón… se dice que antes fue un soldado de nuestras filas. Un auténtico soldado, el único superviviente de la  vieja guardia real. Dicen que alzó una tripulación bajo su bandera negra y tras derrotar a nuestros antiguos altos mandos y ganar la gran guerra, se dedicó a entrenar un ejército libre.
                -¿Libre?
                -Si… un ejército rebelde que erradicara los últimos resquicios de corrupción tras la gran guerra. Dicen que él y su tripulación fueron derrotando uno a uno a todos los comandantes y que cuando ya no quedó nadie, declaró ser discípulo del mismo guardián del fuego antiguo.
                -Pero ese guardián murió…
                -Y él proclamó su legítimo derecho de libertad. Se dice que con su tripulación fundó un auténtico gremio libre, que en cuestión de pocos años sus tropas alcanzaban una centena,  que sus apoyos iban desde los pueblos llanos a la mismísima capital del reino.
                -¿Y qué pasó con él?
                -¡¡SILENCIO SOLDADOS!! –exclamó el capitán desde la delantera de la marcha.
                -Se dice –continuó su compañero entre susurros- que la prisionera fue la segunda enemiga del rebelde y que al ver cómo derrotaba a su superiora decidió asociarse con él. Compartían el mismo fin pero la forma de intentar lograrlo chocaba sin parar, ella prefería el miedo, el control y un concienzudo adoctrinamiento, él como te decía lideraba un ejército libre y se tomó su adiestramiento como si fuera el suyo propio. En cuestión de semanas las diferencias eran visibles, pero que al cabo de unos meses el poder del ejército libre no tenía rival, incluso parte de las tropas de este castillo se unieron a sus filas. Sus tropas seguían sus instrucciones al pie de la letra, cada miembro del gremio tenía un poder diferente, pero su entrenamiento había sido el mismo a tanto a nivel físico, como mental. Nadie en todo el reino era capaz de saber cómo lo había logrado… se dice que la prisionera, presa del miedo y de los malos consejeros comenzó a envidiar sus resultados y ansiar ese control. Se dice que durante mucho tiempo la prisionera obró a sus espaldas intentando reducir ese poder, esa libertad, esa fuerza, pero que por el contrario la popularidad y la fuerza del rebelde creció aún más. Dicen que la prisionera se volvió loca debido a las injurias y las mentiras que su segunda al mando le metió en la cabeza, y que después de años descubrió la debilidad del rebelde.
                -¿Su debilidad? –preguntó el soldado asustado.
                -Los propios miembros del gremio. Tal era la devoción, el amor y el orgullo que el rebelde sentía por ellos que ese sentimiento se convirtió en su fuente de poder y su debilidad al mismo tiempo. Dicen que la anciana traicionando definidamente a su asociado atacó al gremio incluso con tropas de nuestras filas, dicen que tan grande fue el ataque que todos los reinos del continente no tuvieron el valor ni de hablar.
                -¿Es posible un golpe de semejante calibre?
                -Se dice que logro arrasar toda la ciudad, el castillo de su familia, el gremio, todo… no quedo más que cenizas.
                -¡¡SILENCIO HE DICHO SOLDADOS!! –Volvió a gritar el capitán.
                -De tal magnitud fue el ataque, -continuó el soldado tras un pequeño silencio- que se rumorea que el propio caballero negro, nuestro comandante, fue a ver en persona lo sucedido.
                -¿El comandante? ¿Pero no era enemigo del tal rebelde?
                -Cierto es… ¿y a que no sabes que encontró? –al ver la negativa del joven soldado, bajó la voz por temor  a ser reprendidos por su capitán y continuó- dicen que entre las cenizas le encontró a él… de pie y solo, con el rostro frío como un tempano. Dicen que el antiguo capitán pirata, como maestro del gremio mandó y logró evacuar a tiempo a todo el gremio dispersando las tropas por todo el continente. Se dice que nuestro comandante le pidió perdón…
                -¿¡¿Qué le pidió perdón?!?
                -¡¡NO LO REPETIRÉ MÁS VECES!! –Chillo el capitán de la marcha.
                -Sí, -dijo su compañero nervioso- y que le instó para que huyera de allí, pues el gran ejército se acercaba para matarle. Dicen que cuando el comandante dejo aquellas tierras sin conseguir disuadirle, la prisionera llego de nuevo con todo su ejército y le mató.
                -¿Le mató…? –preguntó el joven sorprendido entre susurros.
                -Si… o eso creía ella. Se rumorea que parte de sus discípulos volvieron y encontraron su cuerpo medio muerto en una colina cercana. Muchos dicen que no llegó a sobrevivir a sus heridas, otros sin embargo mantienen que desapareció del mapa. Al enterarse del ataque y de su muerte todos sus apoyos por todo el reino se alzaron en armas contra nosotros y disolvieron todos nuestros cuarteles en sus ciudades en cuestión de días. En cuanto a el rebelde, los que aún creen que está vivo, mantienen que durante meses se dedicó a entrenar y que tras una larga búsqueda, un emisario de la rebelión de los dragones celestiales lo encontró.
                -Un dragón celestial… eso no son más que cuentos.
                -Eso díselo las tropas de aquí del norte que perdieron todo el terreno frente a ellos. Dicen que el rebelde, llegó a dominar la senda del dragón y que poco después fue coronado caballero  en la propia rebelión junto al resto de dragones. Se dice… que sus conquistas para el ejército rebelde de los dragones fueron tan grandes, que pronto llegó a las puertas de este castillo.
                -No puede ser…
                -Si… se dice que llegó solo, como un fantasma en la noche clamando venganza. Él solo consiguió enfrentarse a las tropas de la anciana y penetró en el castillo con la mayor fuerza que el hombre pudiera tener jamás. Se dice que venció a la prisionera y todo su ejército sin dificultad. Tal fue la potencia de sus ataques contra la anciana que vació todo su poder…
                -¿Él solo entró aquí? –dijo el joven soldado riendo por lo bajo- Nosotros hemos tardado un año en arrestarla… no pueden ser más que cuentos.
                -Piensa lo que quieras pero esas marcas de las paredes no son normales. He oído decir a los soldados que interceptamos mientras huían, que al ver nuestros barcos en el horizonte, desapareció y que no se supo nada más de él ni de los dragones.
                -Piensa que nosotros hemos tardado un año en llegar hasta aquí. Un solo hombre no puede enfrentarse a un ejército.
                -No… piensa tú. Supuestamente veníamos en misión de reconocimiento, pero en cuestión de segundos las órdenes fueron capturar a la prisionera. Tardamos un año es cierto, pero la resistencia y los ataques que tuvimos que hacer frente no procedían del castillo ni tenían  su bandera… solo eran aliados de la prisionera. Cuando llegamos aquí pensábamos que tardaríamos meses en tomarlo, pero nos encontramos un castillo completamente en ruinas y a la anciana rindiéndose sin oponer resistencia. Incluso el caballero negro ha venido personalmente para presenciar su puesta en cautividad…
                -El comandante… ¿está aquí?
                -Oí al capitán hace unas semanas que la guardia real estaba a dos días de nosotros.
                -¡¡ATENTOS, Y SALUDEN EN CUANTO SALGAN POR ESA PUERTA SOLDADOS!! –Chilló el capitán de la marcha con cierto nerviosismo en su voz.
El sol cegó su campo de visión, las trompetas resonaron rompiendo el silencio del lugar. Frente a ellos las tropas de élite formaban un pasillo frente a la guardia real. Al fondo junto al carro de los prisioneros, el caballero negro aguardaba con evidente nerviosismo sobre su caballo.
La prisionera no mostró resistencia ni arrepentimiento alguno mientras caminaba hacia los barrotes que le llevarían a un exilio mucho peor que cualquier jaula. Este era el final de una etapa, de una era marcada por la corrupción y la injusticia, una época en la que el mundo fue capaz de perder a aquel guardián que dio todo por la libertad de los hombres.
                -¡¡Capitán enemigo a las cuatro!! –exclamó uno de los soldados.
Todos los asistentes desenfundaron sus espadas o tensaron sus arcos hacía esa dirección. El joven soldado no pudo evitar un grito al verle allí, sentado sobre la rama del árbol más alto del bosque.
Aun a pesar de su capucha blanca, el caballero negro notó como sus ojos verdes hacían contacto con los suyos.
                -Bajar las armas… -dijo él colocándose su oscuro yelmo- nos vamos.
Su barco fue el último en soltar amarras. Él joven soldado miró de nuevo hacia el castillo en ruinas y allí le vio de nuevo. Con su armadura de viaje blanca, observándoles bajo su capucha blanca una última vez  más antes de desaparecer con el viento.
Su compañero se apoyó en la vaya de proa junto a él y le miró con curiosidad.
                -¿Y qué pasará ahora? –Preguntó él joven soldado mirándole- Todo ha acabado…
                -Pues que se irá. Aunque tengo la impresión que tarde o temprano sabremos algo de él… o más bien de sus antiguos discípulos.
                -¿Y qué pasará si el mundo vuelve a estar en peligro?
                -Que volverá…
                -¿Por qué?
Su compañero sonrió.
                -Porque el mundo le necesitará…

¿FIN?