El graznido de las gaviotas se alzaba como pregonera de la
paz. El intenso frescor que las olas producían rompiendo contra el acantilado, por primera vez en años recorría cada rincón del ahora ruinoso castillo.
El sonido de las botas y las espadas de las tropas reales
comenzando la lenta marcha se fundía con la tranquilidad de aquel bello lugar.
Lo habían hecho al fin… repetía una y otra vez la mente del más joven soldado
mientras la esposaban e iniciaban el retorno ansiado.
El castillo estaba destrozado. Torres derruidas, salas arrasadas, enormes agujeros en las
paredes, sangre y garras gravadas en la piedra.
-¿Has
visto eso? –Le dijo su compañero en un susurro mirando las marcas de garras-
dicen que fue él…
-¿Cómo?
-El
dragón… se dice que antes fue un soldado de nuestras filas. Un auténtico
soldado, el único superviviente de la
vieja guardia real. Dicen que alzó una tripulación bajo su bandera negra
y tras derrotar a nuestros antiguos altos mandos y ganar la gran guerra, se
dedicó a entrenar un ejército libre.
-¿Libre?
-Si… un
ejército rebelde que erradicara los últimos resquicios de corrupción tras la
gran guerra. Dicen que él y su tripulación fueron derrotando uno a uno a todos
los comandantes y que cuando ya no quedó nadie, declaró ser discípulo del mismo
guardián del fuego antiguo.
-Pero
ese guardián murió…
-Y él
proclamó su legítimo derecho de libertad. Se dice que con su tripulación fundó
un auténtico gremio libre, que en cuestión de pocos años sus tropas alcanzaban
una centena, que sus apoyos iban desde
los pueblos llanos a la mismísima capital del reino.
-¿Y qué
pasó con él?
-¡¡SILENCIO
SOLDADOS!! –exclamó el capitán desde la delantera de la marcha.
-Se
dice –continuó su compañero entre susurros- que la prisionera fue la segunda
enemiga del rebelde y que al ver cómo derrotaba a su superiora decidió asociarse
con él. Compartían el mismo fin pero la forma de intentar lograrlo chocaba sin
parar, ella prefería el miedo, el control y un concienzudo adoctrinamiento, él
como te decía lideraba un ejército libre y se tomó su adiestramiento como si
fuera el suyo propio. En cuestión de semanas las diferencias eran visibles,
pero que al cabo de unos meses el poder del ejército libre no tenía rival,
incluso parte de las tropas de este castillo se unieron a sus filas. Sus tropas
seguían sus instrucciones al pie de la letra, cada miembro del gremio tenía un
poder diferente, pero su entrenamiento había sido el mismo a tanto a nivel
físico, como mental. Nadie en todo el reino era capaz de saber cómo lo había
logrado… se dice que la prisionera, presa del miedo y de los malos consejeros
comenzó a envidiar sus resultados y ansiar ese control. Se dice que durante
mucho tiempo la prisionera obró a sus espaldas intentando reducir ese poder,
esa libertad, esa fuerza, pero que por el contrario la popularidad y la fuerza
del rebelde creció aún más. Dicen que la prisionera se volvió loca debido a las
injurias y las mentiras que su segunda al mando le metió en la cabeza, y que
después de años descubrió la debilidad del rebelde.
-¿Su
debilidad? –preguntó el soldado asustado.
-Los
propios miembros del gremio. Tal era la devoción, el amor y el orgullo que el
rebelde sentía por ellos que ese sentimiento se convirtió en su fuente de poder
y su debilidad al mismo tiempo. Dicen que la anciana traicionando definidamente
a su asociado atacó al gremio incluso con tropas de nuestras filas, dicen que
tan grande fue el ataque que todos los reinos del continente no tuvieron el
valor ni de hablar.
-¿Es
posible un golpe de semejante calibre?
-Se
dice que logro arrasar toda la ciudad, el castillo de su familia, el gremio, todo…
no quedo más que cenizas.
-¡¡SILENCIO
HE DICHO SOLDADOS!! –Volvió a gritar el capitán.
-De tal
magnitud fue el ataque, -continuó el soldado tras un pequeño silencio- que se
rumorea que el propio caballero negro, nuestro comandante, fue a ver en persona
lo sucedido.
-¿El
comandante? ¿Pero no era enemigo del tal rebelde?
-Cierto
es… ¿y a que no sabes que encontró? –al ver la negativa del joven soldado, bajó
la voz por temor a ser reprendidos por
su capitán y continuó- dicen que entre las cenizas le encontró a él… de pie y
solo, con el rostro frío como un tempano. Dicen que el antiguo capitán pirata,
como maestro del gremio mandó y logró evacuar a tiempo a todo el gremio
dispersando las tropas por todo el continente. Se dice que nuestro comandante
le pidió perdón…
-¿¡¿Qué
le pidió perdón?!?
-¡¡NO
LO REPETIRÉ MÁS VECES!! –Chillo el capitán de la marcha.
-Sí,
-dijo su compañero nervioso- y que le instó para que huyera de allí, pues el
gran ejército se acercaba para matarle. Dicen que cuando el comandante dejo
aquellas tierras sin conseguir disuadirle, la prisionera llego de nuevo con todo
su ejército y le mató.
-¿Le
mató…? –preguntó el joven sorprendido entre susurros.
-Si… o
eso creía ella. Se rumorea que parte de sus discípulos volvieron y encontraron
su cuerpo medio muerto en una colina cercana. Muchos dicen que no llegó a
sobrevivir a sus heridas, otros sin embargo mantienen que desapareció del mapa.
Al enterarse del ataque y de su muerte todos sus apoyos por todo el reino se
alzaron en armas contra nosotros y disolvieron todos nuestros cuarteles en sus
ciudades en cuestión de días. En cuanto a el rebelde, los que aún creen que
está vivo, mantienen que durante meses se dedicó a entrenar y que tras una
larga búsqueda, un emisario de la rebelión de los dragones celestiales lo
encontró.
-Un
dragón celestial… eso no son más que cuentos.
-Eso
díselo las tropas de aquí del norte que perdieron todo el terreno frente a
ellos. Dicen que el rebelde, llegó a dominar la senda del dragón y que poco
después fue coronado caballero en la
propia rebelión junto al resto de dragones. Se dice… que sus conquistas para el
ejército rebelde de los dragones fueron tan grandes, que pronto llegó a las
puertas de este castillo.
-No
puede ser…
-Si… se
dice que llegó solo, como un fantasma en la noche clamando venganza. Él solo
consiguió enfrentarse a las tropas de la anciana y penetró en el castillo con
la mayor fuerza que el hombre pudiera tener jamás. Se dice que venció a la
prisionera y todo su ejército sin dificultad. Tal fue la potencia de sus
ataques contra la anciana que vació todo su poder…
-¿Él
solo entró aquí? –dijo el joven soldado riendo por lo bajo- Nosotros hemos tardado
un año en arrestarla… no pueden ser más que cuentos.
-Piensa
lo que quieras pero esas marcas de las paredes no son normales. He oído decir a
los soldados que interceptamos mientras huían, que al ver nuestros barcos en el
horizonte, desapareció y que no se supo nada más de él ni de los dragones.
-Piensa
que nosotros hemos tardado un año en llegar hasta aquí. Un solo hombre no puede
enfrentarse a un ejército.
-No…
piensa tú. Supuestamente veníamos en misión de reconocimiento, pero en cuestión
de segundos las órdenes fueron capturar a la prisionera. Tardamos un año es
cierto, pero la resistencia y los ataques que tuvimos que hacer frente no
procedían del castillo ni tenían su
bandera… solo eran aliados de la prisionera. Cuando llegamos aquí pensábamos
que tardaríamos meses en tomarlo, pero nos encontramos un castillo completamente
en ruinas y a la anciana rindiéndose sin oponer resistencia. Incluso el
caballero negro ha venido personalmente para presenciar su puesta en
cautividad…
-El
comandante… ¿está aquí?
-Oí al
capitán hace unas semanas que la guardia real estaba a dos días de nosotros.
-¡¡ATENTOS,
Y SALUDEN EN CUANTO SALGAN POR ESA PUERTA SOLDADOS!! –Chilló el capitán de la
marcha con cierto nerviosismo en su voz.
El sol cegó su campo de visión, las trompetas resonaron
rompiendo el silencio del lugar. Frente a ellos las tropas de élite formaban un
pasillo frente a la guardia real. Al fondo junto al carro de los prisioneros, el caballero negro aguardaba con evidente nerviosismo sobre su caballo.
La prisionera no mostró resistencia ni arrepentimiento
alguno mientras caminaba hacia los barrotes que le llevarían a un exilio mucho
peor que cualquier jaula. Este era el final de una etapa, de una era marcada
por la corrupción y la injusticia, una época en la que el mundo fue capaz de
perder a aquel guardián que dio todo por la libertad de los hombres.
-¡¡Capitán
enemigo a las cuatro!! –exclamó uno de los soldados.
Todos los asistentes desenfundaron sus espadas o tensaron sus
arcos hacía esa dirección. El joven soldado no pudo evitar un grito al verle
allí, sentado sobre la rama del árbol más alto del bosque.
Aun a pesar de su capucha blanca, el caballero negro notó
como sus ojos verdes hacían contacto con los suyos.
-Bajar
las armas… -dijo él colocándose su oscuro yelmo- nos vamos.
…
Su barco fue el último en soltar amarras. Él joven soldado
miró de nuevo hacia el castillo en ruinas y allí le vio de nuevo. Con su
armadura de viaje blanca, observándoles bajo su capucha blanca una última vez más antes de desaparecer con el viento.
Su compañero se apoyó en la vaya de proa junto a él y le
miró con curiosidad.
-¿Y qué
pasará ahora? –Preguntó él joven soldado mirándole- Todo ha acabado…
-Pues
que se irá. Aunque tengo la impresión que tarde o temprano sabremos algo de él…
o más bien de sus antiguos discípulos.
-¿Y qué
pasará si el mundo vuelve a estar en peligro?
-Que
volverá…
-¿Por qué?
Su compañero sonrió.
-Porque
el mundo le necesitará…