La lluvia golpeaba la piel como si de flechas se tratara, el
fangoso suelo dificultaba cualquier tipo de movilidad, y el sonido del choque de las espadas
provocaba dolor de cabeza. El entrenamiento era duro incluso para él. Todos entrenaban
como siempre, juntos… pues la única
manera de hacerte fuerte es llevando tu cuerpo y mente más allá de nuestros propios
límites. Así era como sus compañeros en el entrenamiento, los más leales, por
los que solo él apostó, aquellos que un día fueron sus pequeños alumnos, se habían
convertido en los guerreros que ahora combatían frente a él. Con cada
entrenamiento, con cada viaje, con cada lucha, se habían hecho más y más
fuertes, estaban listos para la última prueba, sabía que de una forma u otra
podrían afrontarla sin problemas.
-¡¡Busco
al dueño del castillo!! –la voz resonó en todo el patio.
-Este
castillo no tiene dueño, tiene dueños…
-respondió él saliendo del barro.
-¿Tú
eres el dueño? –preguntó con impaciencia el mensajero.
-¿Yo?
No… no soy el dueño de nada ni de nadie, yo solo soy uno de los maestros del
pueblo.
-Pues
toma… una extraña mujer encapuchada me pago para traerlo hasta aquí -dijo
entregando el sobre con cierto alivio, y dando media vuelta hacia su próxima
entrega.
-¿Qué
es? –uno de sus compañeros había aparecido a su espalda.
-Una
carta con el antiguo sello… -dijo él abriéndola y leyéndola.
Dos finas lágrimas comenzaron a caer por su sudado y sucio
rostro. Sus rodillas tocaron el suelo, sus dedos soltaron el pequeño mensaje, y
su cuerpo calló pesadamente. Levantó su mirada hacia los futuros miembros, aun
entrenando… no podía ser, no se lo creía…
-“No solo te esperamos a ti, también a
aquellos que más proteges…” –leyó su compañero tras recoger el mensaje del
suelo- pero… eso quiere decir…
-Sí,
que nuestro último deseo se ha cumplido… -dijo él sin poder contener las
lágrimas de emoción.
-Nadie
os puede separar amigo… es algo que se nota nada más veros. Felicidades
compañero… has conseguido lo que nadie habría podido hacer.
-Ellos,
ellos son los autores de esta hazaña… están listos para la última prueba.
-Si… y creo que van a arrasar -respondió su compañero con una sonrisa.