El tímido calor primaveral y la inocente caricia del viento
abrazaban por primera vez al pequeño pueblo. El sol brillaba con fuerza pero
sin intensidad, era un día perfecto para estar bajo la sombra de un árbol, para
disfrutar y descansar. Incluso él, sentado en el tejado de la torre más alta
del pequeño castillo se había permitido el lujo de dormir pequeños intervalos.
Se estaba tan bien allí arriba…
-A qué
otro loco se le ocurriría subir aquí arriba más que a ti –su voz era
inconfundible para él, su compañero, su amigo, siempre con esa sonrisa pícara,
cuánto le admiraba- es la hora, ya solo quedo yo.
-Es el
sitio perfecto, se puede ver cada rincón del pueblo, toda la playa, y al mismo
tiempo estoy en casa.
-Sigues
oteando el horizonte en tiempos de paz –repuso su amigo con una sonrisa.
-No es
una paz que me guste… hay algo que no me huele bien, lo sabes... ¿verdad?
-Vamos…
en cuestión de días has reunido a tu ejército, te has enfrentado a todos los
invasores, y has podido evitar más de una lucha sin sentido. Además, ¡¡mira
este sitio!! Hace meses era un lugar frio y abandonado, y ahora veo vida… joven
sí, pero una vida fuerte. El pueblo prosperará rápido estoy seguro. Puede que perdiéramos y perdamos cosas por el
camino, pero gracias a la acción de todos
y cada uno, hemos conseguido que una vez más que lo que parecía
imposible fuera real.
-Ha
sido real gracias a vuestro apoyo… a
vuestra confianza.
-Para
eso estamos hermano…
-Si…
-repuso él sonriendo.
-Estarás
bien, eres fuerte y has entrenado a los mejores compañeros de la tierra. Además
a tu lado estarán grandes amigos.
-Si…
les debo la vida, y los quiero con locura…
-¡Es
hora de irme! –Exclamó levantándose- No olvides que estamos cerca si nos
necesitas.
Y sin decir nada más se dejó caer. Una vez hubo llegado al
suelo, emprendió su camino hacia la playa. No miró atrás, solo caminó seguro, y
recto. Cuánto admiraba esa determinación, su confianza y lealtad, incluso con
sus propias guerras, él, uno de sus mejores aliados, nunca había dudado en acudir a su
llamada. Era cierto, habían ganado, quizá no habían conseguido todo, pero
habían ganado y sin tener que sacrificar a nada ni a nadie. Todo había sido
gracias a ellos, a todos y cada uno. Puede que aún quedaran muchas más cosas por
llegar, pero todos juntos volverían a superarlo.
“Gracias por todo…”susurró mientras él le correspondía a su llamada.
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