Cierra los ojos e imagina... ¿Qué es lo que te hace ser tú? ¿Cuál es el mundo que tu corazón persigue? Si eres capaz de saberlo, bienvenido/a a mi mundo...
La brisa de un helado viento recorrió la verde pradera de
izquierda a derecha. La fría nieve no iba a tardar en llegar. El sonido de los
niños jugando en el cercano parque le sacó una sonrisa, un remanso de paz y al
igual que su maestro él era su guardián y acudía a él en busca de paz y
sabiduría siempre que sus asuntos se lo permitían. Caminó durante largos
minutos resolviendo conflictos menores, peleíllas de dos pequeños, algo de
basura en el suelo y la sobre energía de un gracioso perro. Si de algo se
alegraba es de que sus batallas nunca hubieran afectado a aquel lugar. Pocos conocían
de su relación a él, y el reducido grupo de personas que conocían su existencia
o vivían allí, lo respetaban y cuidaban pues bien se sabía que estaba bajo su
protección.
-Veo
que has mantenido este lugar en paz cachorro…
-Sabía
que en una fecha como esta volverías… -respondió
sonriendo y girándose hacia el anciano.
-Y yo
sabía que en una fecha como esta no podrías evitar volver por aquí.
-A
veces es necesario recordar y enfrentarse al pasado uno mismo para poder
avanzar hacia el futuro… ¿recuerdas quién me enseñó eso? El momento decisivo se
acerca, la última prueba decidirá de una vez por todas si soy el maestro que el
mundo necesita.
-Llevas
un largo rato caminando… ¿sabes que vas a hacer?
-No…
-respondió el dragón con un suspiro
desplomándose sobre el suelo- pero iré y afrontaré lo que tenga que afrontar,
miraré a los ojos de aquellos que me probarán y con toda mi fuerza les
intentaré demostrar mi sueño y mi objetivo. Les enseñaré la posibilidad de
crear un mundo sin guerras, sin injusticias… un lugar dónde las personas vivan
el ahora, sin países, sin ninguna causa por la que morir, un mundo donde todos
seamos uno, dónde todo sea de todos y dónde vivir la vida en paz. Si consigo
eso… puedes llamarme soñador, pero todos los
sacrificios y esfuerzo habrán valido la pena.
Al no oír su respuesta se giró, se había ido... y soltando una sonora carcajada, el dragón crujió los nudillos y llamando al viento desapareció sin percatarse de que ese mismo elemento transportaba un pequeño mensaje de papel:
“No todos los héroes llevan capa y espada. Recuerda que un pirata nunca
da explicaciones, un pirata no tiene miedo, un pirata es libre, un pirata
protege a su tripulación, un pirata siempre lucha hasta el final... puede que
este mundo necesite más piratas. A por ellos cachorro…”
El intenso sonido de las sirenas rompió con el sonido de sus
elegantes zapatos al caminar por la húmeda acera del oscuro parque. En cada
hogar, en cada rincón a su alrededor todo era perfecto. Luces, comida, brindis
y la tranquilidad de estar todos juntos, ¿acaso no es el objetivo de estas
fechas? Si… estar con la gente que amas.
-¿Ya te
retiras?
-Te lo
dije sigue siendo un cachorro –sus voces fueron como un chorro de vida.
-Me
temo que si… me temo que mi cuerpo ha decidido no darme cuartel esta noche -respondió
él girándose para mirarles- será que ya no soy tan fuerte como antes.
-A ver
si lo he entendido… -repuso el más anciano levantando su bastón amenazante- tú,
el maestro, uno de los pocos que conoce el verdadero significado de las
palabras “Familia y Unidad” se ha convertido en un finolis debilucho.
-No
seas tan duro, –le interrumpió la mujer cariñosamente- un dragón lleva una
carga muy pesada, o acaso ¿tú nunca dudaste?
-¡¡Eso
nunca lo sabremos!!- exclamó el hombre mirando a la anciana con enfado- La cuestión
es… ¿desde cuando alguien de su posición olvida el deber para consigo mismo?
Míralo sin su armadura, con esa barba y se ha vuelto más lento que una mula
coja.
-Para
entrenar al cuerpo es necesario tener una mente limpia… ¿no es eso lo que
siempre le habías enseñado? El muchacho ha crecido a un nivel psicológico
impresionante y mantiene sus valores… nuestros valores intactos.
-¡¡Es
un manojo de nervios!! –Interrumpió el anciano- ¡Cachorro no olvides nunca cual
es la razón de tu lucha! ¿¡Pero de que te ríes!? –exclamó al ver su sonrisa.
-No me
rio maestro, solo me preguntaba… ¿cómo lo hacíais? Es decir, esto es un
desastre. Atentados a nivel internacional, corrupción en cada recoveco de
nuestra sociedad, la familia, vuestra familia… cada uno de los siete generales
ha tomado rumbos diferentes, cada día el dinero y el miedo se alzan por encima
de los principios y las personas actúan para saciar sus necesidades sin mirar a
quien tiene a su lado. Puedo ser un dragón, pero no soy un dios, en qué momento
incluso tu propia preparación y dedicación queda por debajo de aquellos que han
nacido con más que tú y que no han tenido que luchar tanto como el resto. ¿Cómo
hacer que la sociedad comprenda que el egoísmo y la división suponen el inicio
del fin? He aprendido todo lo posible de vosotros y sin embargo no logro
entender ¿Qué se supone que vosotros hicisteis para que el mundo entero os
amara y respetara con tanta intensidad? ¿Acaso he hecho algo mal? ¿Debo cambiar
algo?
-Aun no
te enteras cachorro –respondió su viejo maestro con un suspiro de cariño.
-Nuestra
responsabilidad no estaba en salvar a todo el mundo –comenzó la anciana
mirándole con ternura-. Eso es algo que cada uno debe decidir hacer por sí
mismo. Puede que cosas graves pasen en el mundo, que la esperanza se pueda
comenzar a perder, que tengas que soportar y sufrir ciertas cosas, que los
principios sean algo “Pasado de moda” pero tú debes actuar como hasta ahora,
como tu corazón te dice que hagas. Da igual quien se oponga, quien te intente
parar, si crees firmemente que estás haciendo lo correcto, siéntete orgulloso
de ello, pues eso es lo que te hará marcar la diferencia.
-Ante
ti, se abre una era que nosotros nunca veremos cachorro, no podemos contestar a
tus preguntas, pero si estar junto a ti durante el resto de tu vida.
Una fuerte punzada de dolor en su cabeza le hizo cerrar los
ojos y detenerse. Al levantar su mirada, habían desaparecido y solo un pequeño
gato callejero corría por la oscura y húmeda calle. “¿Qué se supone que ha sido
eso?” Pensó mirando al negro cielo y llevándose la mano a la boca mientras
sorprendido observaba cómo dos estrellas de su constelación brillaban con
intensidad en el cielo aquella gélida noche. El inicio de una nueva era…
posiblemente dura, probablemente llena de oportunidades, decisiones y nuevas experiencias. “Si…”
pensaba mientras con su mano lanzaba al cielo una bola de fuego azulado. El
dragón debe alzar el vuelo.