miércoles, 15 de febrero de 2017

La última prueba




La oscuridad y el silencio se adueñaron de la sala tras la última explosión. No había nada a su alrededor, ni el ajetreo de la ciudad, ni el cantar de los pájaros, ni siquiera el leve sonido del viento a través de la fría brisa del invierno, nada…
De rodillas en aquel nexo alejado de la propia existencia, solo podía sentir el lento recorrido de su propia sangre hasta salpicar el suelo, el intenso hedor de su propia piel quemada, la inexistente actividad de su maltrecho brazo izquierdo, la costosa respiración de sus pulmones bajo sus costillas rotas.
¿Y si era cierto que ese no era su destino? Se preguntaba una y otra vez mientras poco a poco el demonio del fuego volvía a alzarse de nuevo. Lo había intentado todo, apagarlo con el viento, golpearlo con el rayo, esquivarlo con el poder del lobo, águila y zorro… incluso combatirlo con el propio fuego del dragón… pero nada había dado resultado. Cada vez que lo destruía, él se alzaba aún más grande y fuerte. No había ninguna de sus habilidades capaz de hacerle frente.
Un pirata no tiene miedo, un pirata es libre, un pirata protege a su tripulación, un pirata siempre lucha hasta el final...” eso había aprendido de su maestro y su tripulación… sus niños hicieron temblar al mundo, su tripulación…
El abominable ser volvía a concentrar su fuerza para atacar. Esa era la clave… no estaba allí para probar sus habilidades sino para mostrar los resultados de las mismas. Sin poder evitarlo sonrió recordado el momento en el que se convirtió en un dragón. No había sido por su poder, había sido por su tripulación, por el gremio, por su rebelión, por su constante esfuerzo y sacrificio… sin sus cachorros, los dragones nunca habrían sabido de su existencia. Si… “cuando un hombre lucha por algo más, algo inquebrantable… se convierte en una leyenda”, ellos eran su unión, ellos eran su fuerza.
Utilizando el bastón desvió el puño que se dirigía hacia él y tras usarlo para impulsarse hacia el cielo lo dejo caer desenvainando sus dos espadas. Con la espada izquierda desvió de nuevo el segundo puño ardiente del gigantesco ser, y clavando la espada derecha en el brazo tomo velocidad hacia la cabeza. Desenfundando dos de sus revólveres disparó a cada ojo y sin dudarlo lanzó sendas armas, desenfundado dos más con las que disparó al pecho, abriendo una pequeña brecha. Cuando sus pies tocaron el suelo, con su mente creó una gran bola púrpura cubriendo la inmensa oscuridad y al fin el demonio calló paralizado boca arriba. 
Lentamente, la sala se iluminó, mientras sus pasos le llevaban a la brecha que le había abierto en el pecho mostrando abiertamente su corazón.
                -¡¡¡EXCELENTE!!! –la voz del juez calló los susurros de sus dos compañeros-Ahora acabar con ellos… a eso habéis venido ¿no? Terminar el trabajo…
Sus ojos recorrieron la sala. No muy lejos de él su más fiel compañera y él se miraron… habían estado en la misma sala pero ni siquiera se lo habían dicho. Ella sin duda mostraba mejor aspecto que el suyo, simplemente un par de rasguños… sin embargo él estaba hecho un trapo. Se sonrieron, al fin habían llegado al final… pensaba él mientras saltaba al suelo y se abrazaban.
                -¡¿¡Qué se supone que estáis haciendo!?! –chilló el juez mientras sus respectivas maestras se incorporaban al verles dirigirse a la puerta.
                -No vamos a golpear a nadie que no pueda ni siquiera defenderse –dijo él apoyándose en Garra de León a causa de sus heridas- ya hemos demostrado todo lo que debíamos demostrar… no haremos trabajos sucios, somos maestros libres, no marionetas de un sistema que solo hace que nos ensuciemos las manos para que unos pocos sin escrúpulos las lleven limpias. Nuestra labor es llegar al corazón no destruirlo o corromperlo.
                -¿No vais a escuchar el veredicto? –preguntó su maestra con una sonrisa.
                -No es necesario… nuestro veredicto son aquellos a quien tenemos el honor de enseñar-respondió su más fiel compañera antes de desaparecer junto a él con un golpe de viento.
El silencio del jurado quedo interrumpido por una carcajada por una de las maestras. Por primera vez en muchos años aquellas paredes habían vuelto a ver la actuación de dos auténticos maestros. Dos personas cuyo objetivo principal era lograr crear personas capaces de pensar y actuar en libertad sin las ataduras de una sociedad jerárquica y corrupta. Dos auténticos dragones cuyo único fin será salvaguardar su tesoro más preciado, el corazón de sus alumnos.

domingo, 5 de febrero de 2017

La estrella del final


El graznido de las gaviotas le hizo suspirar. Una vez el barco encalló en la playa, con un salto sus pies tocaron la tierra que un día había sido suya. Haciendo caso omiso a los recuerdos de épocas pasadas cargó su saco a la espalda y dejó atrás el mar adentrándose en aquella jungla de metal. La ciudad de la luz… él había visto su sombra y no iba a permanecer allí más tiempo del necesario.
                -Has vuelto… -la voz de la mujer le hizo girarse- ya decía yo que el viento estaba extraño estos días.
                -No pretendo quedarme más de lo estrictamente necesario –respondió él.
                -Pero aquí estás… el dragón. Tus antiguos aprendices se han vuelto guerreros muy fuertes ¿lo sabías? Han dado mucho de qué hablar.
                -Y aún darán mucho más…
                -Se parecen mucho a ti y al mismo tiempo no tenéis nada en común –dijo ella con una sincera sonrisa- ¿puedo preguntarte una cosa?
                -Eres mi superiora puedes preguntar lo que quieras.
                -¿Por qué yo? ¿Por qué me escogiste a mí para guiarte a la última prueba? Has sido capaz de prepararte prácticamente solo sin mi ayuda o intervención. En comparación con el resto tanto Garra de León como tú marcáis la diferencia. ¿Pero porqué yo y no alguien quizá más experimentado en la prueba?
                -Por la misma razón por la que tú eres ahora la comandante de todos ellos. Porque al igual que tú, soy capaz de ver más allá del papel, de cualquier prueba. Porque como tú creo que el auténtico valor y la vocación de una persona no están en su fuerza sino en su esfuerzo y determinación en ser alguien mejor y no alguien con títulos mejores. Porque al final con el tiempo, los resultados de alguien que educa son infinitamente mejores de aquellos que solo enseñan.  Porque sabemos que antes del saber está la comprensión y mucho antes aún la formación de la persona. Porque para superar la última prueba no necesito ser el más fuerte, ni el más listo, solo necesito ser la mejor persona posible y porque para ello no necesitaba al más experimentado, necesitaba a la más sabia y sincera, a aquella persona que afronta la realidad de nuestro mundo y comprende qué es lo que más se necesita. Porque ser el mejor no significa tener, significa ser… como tú.
                -¿Estás preparado? –respondió ella mirando al dragón con dulzura.
                -Preparado… no lo sé. Decidirlo no está en mi mano, de lo que si estoy seguro es que cuando entre, daré lo mejor de mí e intentaré que tanto tú como el resto tiemblen de emoción. No necesito resultados, pues esos ya los he conseguido. Simplemente demostraré que es lo que más amo en este mundo y para lo que he nacido.
Antes de que pudiera contestar su cuerpo se tornó en halcón y emprendió el vuelo hacia el más antiguo de los edificios. Ella sonrió. No cabía duda, era uno entre un millón, un guardían del viento un fiel seguidor de sus principios, alguien que a diferencia del resto actúa en las sombras para servir a la luz, él era un auténtico maestro.