El graznido de las gaviotas le hizo suspirar. Una vez el
barco encalló en la playa, con un salto sus pies tocaron la tierra que un día
había sido suya. Haciendo caso omiso a los recuerdos de épocas pasadas cargó su
saco a la espalda y dejó atrás el mar adentrándose en aquella jungla de metal.
La ciudad de la luz… él había visto su sombra y no iba a permanecer allí más
tiempo del necesario.
-Has
vuelto… -la voz de la mujer le hizo girarse- ya decía yo que el viento estaba
extraño estos días.
-No
pretendo quedarme más de lo estrictamente necesario –respondió él.
-Pero
aquí estás… el dragón. Tus antiguos aprendices se han vuelto guerreros muy
fuertes ¿lo sabías? Han dado mucho de qué hablar.
-Y aún
darán mucho más…
-Se
parecen mucho a ti y al mismo tiempo no tenéis nada en común –dijo ella con una
sincera sonrisa- ¿puedo preguntarte una cosa?
-Eres
mi superiora puedes preguntar lo que quieras.
-¿Por qué
yo? ¿Por qué me escogiste a mí para guiarte a la última prueba? Has sido capaz
de prepararte prácticamente solo sin mi ayuda o intervención. En comparación
con el resto tanto Garra de León como tú marcáis la diferencia. ¿Pero porqué yo
y no alguien quizá más experimentado en la prueba?
-Por la
misma razón por la que tú eres ahora la comandante de todos ellos. Porque al
igual que tú, soy capaz de ver más allá del papel, de cualquier prueba. Porque
como tú creo que el auténtico valor y la vocación de una persona no están en su
fuerza sino en su esfuerzo y determinación en ser alguien mejor y no alguien
con títulos mejores. Porque al final con el tiempo, los resultados de alguien
que educa son infinitamente mejores de aquellos que solo enseñan. Porque sabemos que antes del saber está la comprensión
y mucho antes aún la formación de la persona. Porque para superar la última
prueba no necesito ser el más fuerte, ni el más listo, solo necesito ser la
mejor persona posible y porque para ello no necesitaba al más experimentado,
necesitaba a la más sabia y sincera, a aquella persona que afronta la realidad
de nuestro mundo y comprende qué es lo que más se necesita. Porque ser el mejor
no significa tener, significa ser… como tú.
-¿Estás
preparado? –respondió ella mirando al dragón con dulzura.
-Preparado…
no lo sé. Decidirlo no está en mi mano, de lo que si estoy seguro es que cuando
entre, daré lo mejor de mí e intentaré que tanto tú como el resto tiemblen de
emoción. No necesito resultados, pues esos ya los he conseguido. Simplemente
demostraré que es lo que más amo en este mundo y para lo que he nacido.
Antes de que pudiera contestar su cuerpo se tornó en halcón y emprendió el vuelo hacia el más antiguo de los edificios. Ella sonrió. No cabía duda, era uno entre un millón, un guardían del viento un fiel seguidor de sus principios, alguien que a diferencia del resto actúa en las sombras para servir a la luz, él era un auténtico maestro.
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