La brisa nocturna acariciaba la madera del legendario barco,
como si de una madre se tratara. En su interior, el capitán con su habitual
traje blanco con capucha revisaba y repasaba cada detalle. Tenía los medios, tenía
el poder, tenía la ayuda de buenos camaradas, pero ¿y su tripulación?
¿Responderían a la llamada? Hacía meses que no los veía pues el periodo de
descanso se lo tenían bien merecido, desde que se encontró con ellos unos pocos
años atrás no han hecho otra cosa que demostrar lealtad, valía, y afecto. Si,
se sentía orgulloso de ellos, y si no respondieran a la llamada, él lo
entendería.
Sin previo aviso, un hombre con traje y capucha rojo entró
en el camarote. Tras unos segundos de lo que parecía una evaluación del capitán
habló:
-Lo tienes todo a
tu favor, pero aun así tienes miedo. Puedo sentirlo. Crees que ya han
demostrado más que suficiente, si, tienes miedo a que te olviden, tienes miedo
a que te abandonen después de tanto trabajo ¿verdad? Patético, eres igual que
los antiguos dueños del barco. Pasará el tiempo y tú te marcharas y entonces ¿quién
llevará el barco? ¡¡CONTESTA!!
El capitán abrió los ojos, había empapado de sudor una hoja
bastante importante. Tendría que volver a escribirla, pero mejor mañana,
demasiado esfuerzo y emoción para un día. Salió del camarote, y se apoyó en la
valla de popa, el mar estaba tranquilo. Flotando pudo ver un traje con capucha
rojo, tras cogerlo con la red, sonrió y pensó: “Ellos lo llevarán, si el barco
sigue igual, me encargaré de ello”.