sábado, 20 de febrero de 2016

La capitana de un barco llamado Libertad.

El gran salón estaba abarrotado. El nuevo castillo estaba hermoso, los invitados comían y bebían a gusto, riendo, se sentían seguros… felices. Un poco más abajo el pueblo era un caótico pero hermoso festival, grandes dragones desfilaban por las calles persiguiendo a los niños, los cuales corrían y disfrutaban sin parar de chillar alegremente, en cada taberna todos brindaban a la salud de su gran capitana. Todo era hermoso aquella noche, los fuegos artificiales, los juegos, la música, todo…
Incluso desde aquella colina el vigilante lobo podía notar el calor de todas aquellas personas hacia un miembro de su manada. Pero ¿dónde estaba ella? Se preguntaba una y otra vez mientras observaba cada rincón. De pronto, como si de una brisa veraniega se tratase escuchó su risa. Su hocico se giró de inmediato y la vio, allí estaba con la sonrisa más hermosa que jamás habría visto el mundo, atendiendo a sus invitados del salón. No necesitaba armaduras, ni armas, no necesitaba ejército, su mejor defensa era ella misma, su confianza en sí misma, su palabra. Allí estaba ella, la nueva capitana de la que tanto se oía hablar, la capitana de un barco llamado LIBERTAD.
Ya en su forma humana comenzó a recordar como aquella gran muchacha se cruzó en su camino, joven, inocente, llena de inseguridades y miedos, recordaba cómo sin proponérselo se convirtió en su consejero, en su amigo. Y había que admitir que hasta él mismo quedó sorprendido con su talento y la bondad de su corazón. Pasaron muchos años juntos, como si de hermanos se tratase, él le ayudaba a ella y ella le ayudaba a él. Aprendía rápido, no había obstáculo capaz de sobrepasarla, daba igual cual fuera el peligro, ella siempre daba la talla, y sin darse cuenta a su lado se convirtió en una de las personas más fuertes del reino, de norte a sur del país la respetaban a ella y a sus compañeros.
Recordaba cómo su cariño y confianza le dio fuerzas para enfrentarse a cualquier cosa. Esa dulce pequeña se había convertido en una de las personas más valientes que conocía, alguien  que lucha hasta el final por aquellos a los que ama, alguien a quien puedes confiar tu vida si se diera el caso, una persona que te alegra el día con solo su presencia, responsable y atenta, alguien por el que cualquiera estaría dispuesto a arriesgarse.
Qué irónico… ahora era él, quien echaba de menos esos momentos… sin duda se estaba haciendo viejo. Con un suspiro, ajustó sus botas, se cubrió el rostro con su habitual capucha blanca y sacando un pequeño paquetito dorado, comenzó a descender la colina con la intención de reencontrarse con la heredera de su título de capitán, con aquella que formó y siempre formará parte de su manada, de su familia, de su gremio… con aquella pequeña joven de la que un día fue brújula y  que le enseñó que siempre hay esperanza para luchar por nuestros sueños.

Para Sara por sus 17 añazos bien cumplidos, pero sobre todo por enorgullecerme cada día y darme tu amistad. Yo sigo apostando por ti no lo olvides.


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