jueves, 23 de junio de 2016

Dragón de fuego y hielo




La lluvia golpeaba su cara con fuerza, los fríos vientos estremecían cada músculo de su cuerpo, el sonido de los truenos penetraba en su mente intentando hacerle perder la razón. Amaba la lluvia pero aquella tormenta era todo un castigo. Mirando al cielo suspiró e intentando mantener la calma recogió de nuevo la espada de entrenamiento y se colocó en posición. Con la precisión que le caracterizaba emitió el primer golpe cortando el viento, seguidamente el segundo, el tercero, el cuarto…
                -Ven…
La quinta estocada se detuvo un segundo para dejar paso al siguiente movimiento de manos. Un corte, golpe, salto, golpe, corte…
                -Vamos… - de nuevo la voz le produjo ese calor en su interior.
Apretó los dientes con furia, y continuó con el siguiente movimiento. Golpe, rueda, giro de manos y golpe seco, y de nuevo: golpe, rueda…
                -El sol está saliendo…
                -¡¡BASTA!! –Gritó con la voz del dragón- ¡¿Qué quieres de mí?!
                -Quiere que vayas evidentemente… -la voz del ente del bosque le hizo girarse con rapidez.
                -No te bastaba con enviarme la tormenta… ¿es esta otra de tus pruebas, es otra oportunidad o acaso otro castigo?
Ella sonrió y tras mirarle durante unos segundos con ternura desde la rama del árbol, le contestó con dulzura:
                -Tendrás que comprobarlo por ti mismo. Si sigues esa voz angelical puede que encuentres lo que buscas, puede que corras peligro de caer en la más absoluta locura, puede que tu corazón de dragón arda e ilumine como antaño o que caiga en un eterno e invernal sueño para siempre. Tendrás que enfrentarte a mí de nuevo como hiciste años atrás.
                -La última vez casi no me levanto por intentarlo.
                -Pero te recuerdo allí, tirado en medio del bosque. Ensangrentado, lleno de golpes y magulladuras, no había lágrimas ni miedo, sonreías y me dijiste: “Soy aquel que siempre escucha, que siempre espera… soy aquel que ha tenido el valor que muchos otros no tienen, soy aquel que ha muerto por querer alcanzar lo que todo ser humano merece. Soy aquel que…
                -Era un tonto…
                -¡¡AUN ERES UN TONTO!! –Exclamó ella- Recuerdo que pensé que estabas loco, pero luego comprendí que no era locura lo que veía, sino un hombre persiguiendo un sueño. Eres un…

No terminó la frase. El cuerpo del joven había desaparecido con un golpe de viento. Ella sonrió, en el fondo le admiraba. Un hombre que no busca afán propio, que inexplicablemente hacía lo correcto aunque supusiera un daño para él mismo, alguien dulce, amable y dispuesto darlo todo por lo que ama… esa era su virtud y su debilidad al mismo tiempo. Ella lo sabía y ella sería una vez más con la que se tendría que enfrentar.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario