La lluvia golpeaba su cara con fuerza, los fríos vientos
estremecían cada músculo de su cuerpo, el sonido de los truenos penetraba en su
mente intentando hacerle perder la razón. Amaba la lluvia pero aquella tormenta
era todo un castigo. Mirando al cielo suspiró e intentando mantener la calma
recogió de nuevo la espada de entrenamiento y se colocó en posición. Con la
precisión que le caracterizaba emitió el primer golpe cortando el viento,
seguidamente el segundo, el tercero, el cuarto…
-Ven…
La quinta estocada se detuvo un segundo para dejar paso al
siguiente movimiento de manos. Un corte, golpe, salto, golpe, corte…
-Vamos…
- de nuevo la voz le produjo ese calor en su interior.
Apretó los dientes con furia, y continuó con el siguiente
movimiento. Golpe, rueda, giro de manos y golpe seco, y de nuevo: golpe, rueda…
-El sol
está saliendo…
-¡¡BASTA!!
–Gritó con la voz del dragón- ¡¿Qué quieres de mí?!
-Quiere
que vayas evidentemente… -la voz del ente del bosque le hizo girarse con
rapidez.
-No te
bastaba con enviarme la tormenta… ¿es esta otra de tus pruebas, es otra
oportunidad o acaso otro castigo?
Ella sonrió y tras mirarle durante unos segundos con ternura
desde la rama del árbol, le contestó con dulzura:
-Tendrás
que comprobarlo por ti mismo. Si sigues esa voz angelical puede que encuentres
lo que buscas, puede que corras peligro de caer en la más absoluta locura,
puede que tu corazón de dragón arda e ilumine como antaño o que caiga en un
eterno e invernal sueño para siempre. Tendrás que enfrentarte a mí de nuevo
como hiciste años atrás.
-La
última vez casi no me levanto por intentarlo.
-Pero
te recuerdo allí, tirado en medio del bosque. Ensangrentado, lleno de golpes y
magulladuras, no había lágrimas ni miedo, sonreías y me dijiste: “Soy aquel que siempre escucha, que siempre
espera… soy aquel que ha tenido el valor que muchos otros no tienen, soy aquel
que ha muerto por querer alcanzar lo que todo ser humano merece. Soy aquel que…”
-Era un
tonto…
-¡¡AUN ERES
UN TONTO!! –Exclamó ella- Recuerdo que pensé que estabas loco, pero luego
comprendí que no era locura lo que veía, sino un hombre persiguiendo un sueño. Eres
un…
No terminó la frase. El cuerpo del joven había desaparecido
con un golpe de viento. Ella sonrió, en el fondo le admiraba. Un hombre que no
busca afán propio, que inexplicablemente hacía lo correcto aunque supusiera un
daño para él mismo, alguien dulce, amable y dispuesto darlo todo por lo que
ama… esa era su virtud y su debilidad al mismo tiempo. Ella lo sabía y ella
sería una vez más con la que se tendría que enfrentar.
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