domingo, 12 de junio de 2016

El sueño del dragón



El sonido de su espada cortando el viento y su sangre salpicando el suelo trajo por fin el silencio. Ella, furiosa ente del bosque había atacado. A cada paso que había dado los árboles cayeron, los animales enfurecieron, el viento sopló con tanta furia e intensidad que ni siquiera él, el nacido del elemento pudo controlarlo. Había llegado como una tormenta de verano, imprevisible e imparable.
                -¡¿¡CÓMO HAS PODIDO DEJAR PASAR LA OPORTUNIDAD!?! –le espetó con furia- ¡¡Lo tenías todo a tu favor, solo tenías que haber tenido el valor suficiente para alcanzarlo!!
                -Lo se…
                -Lo sabes… te pasas toda tu vida buscando para que en el último momento no puedas ni pronunciar dos palabras o aunque sea, tomar lo que más deseas en el mundo. ¡¿PARA ESO TE BRINDO UNA OPORTUNIDAD?! ¿Para eso te enfrentaste a mi tanto tiempo atrás?
                -No pude hacerlo… no tengo escusa.
                -Eres un cobarde… -le dijo con asco mientras observaba como se arrastraba al árbol más cercano.
Apoyó todo su peso sobre su pierna y levantando su cuerpo con el brazo lentamente se incorporó. A través de sus ojos verdes pudo ver la tristeza en todo su ser. Él, cómo siempre, intentando disimularlo miró hacia otro lado y escupiendo sangre volvió a darle la espalda, sentándose de nuevo a observar el mar desde el precipicio.
                -He sido un idiota…
                -Puede que no vuelva a concederte otra oportunidad jamás… ¿lo sabes verdad? –le respondió ella ente tras un suspiro de decepción e internándose hacia la basta espesura del bosque.
                -He sido un cobarde por una razón… -ella se paró en seco, el tono de su voz le había helado hasta las entrañas- he sido un cobarde porque la última vez que fui valiente una parte de mi murió para siempre. No he tenido el valor suficiente, porque tengo miedo a que mi forma humana deje de existir, porque no quiero convertirme en algo que no puedo controlar… no he avanzado porque siempre que persigo este sueño las consecuencias siempre son nefastas. Tengo que estar seguro de mi victoria. Espero que algún día puedas entenderme…

Ella suspiró con tristeza y sin pronunciar una palabra más, dejó que el viento y el mar fueran los únicos testigos que recogieran las lágrimas de aquel que por ser el más valiente de la tierra sufrió las consecuencias de un mundo falto de amor y espíritu.
la:

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