El gran salón se alzaba iluminado por las blancas antorchas
blancas. No había guardias, ni soldados y como siempre ningún sirviente. Aquel
castillo era sencillo pero a la vez imponente, nuevo pero a la vez cargado de
viejos recuerdos, era pequeño pero a la vez grande, era difícil de explicar.
La tropa de capitanes entró lentamente hasta el centro del
gran salón, sin escuchar ni un solo ruido, solo silencio…
-Demasiado
silencio… -comentó por lo bajo una de las capitanas.
-Estoy
de acuerdo, -continuó uno de sus compañeros desenfundando una de sus pistolas-
estar atentos.
-Yo no
siento nada –dijo otro de los capitanes- de hecho creo que estamos sol…
Su comentario fue interrumpido por una fuerte patada que
esquivó por los pelos. Una de las capitanas desenfundo una de sus espadas pero
la verde sombra le golpeó con un puño haciéndola aterrizar tres metros más atrás.
Sin dudarlo, su compañero apuntó con una de sus pistolas pero otra patada le
hizo desviar su disparo distrayéndole lo suficiente para no ver como una gran
explosión azul le mandaba a él y al otro capitán directos a un choque frontal
con su compañera aun recuperándose del tremendo golpe. La capitana restante
había podido bloquear cada uno de los ataques cuerpo a cuerpo, pero no pudo
siquiera hacer frente al sordo golpe de viento que le golpeó en la cara haciéndola
caer cerca de sus amigos.
-¿Juntos?
–preguntó uno de los capitanes desenfundado un nuevo revolver.
-¡Juntos!
–exclamaron el resto al mismo tiempo.
El capitán no dudo ni un segundo en disparar. El disparo
justo en el casco le hizo retroceder confundido, su compañera se lanzó con su
bastón contra él, quién intentó desenfundar su espada pero quedando paralizado
bajo una cúpula morada del otro capitán. El bastón golpeó con fuerza su pecho
lanzándolo contra el gran trono. Antes de que pudiera levantarse de nuevo, tres
espadas le clavaron su capa al trono dejándolo atrapado.
-¿Creéis
que eso es suficiente para pararme? –les dijo una familiar voz.
-¡¡No!!
–Repuso otra nueva persona desde las sombras saltando sobre él y pegando su
daga al cuello- pero ahora si…
-Ya era
hora de que aparecieras… no podría haber invocado otra cúpula, tiene mucho
poder.
-Quítale
ese casco del dragón… -repuso la capitana del bastón.
Él nuevo capitán, retiró su casco y al ver sus ojos verdes
calló hacia atrás. La sonora carcajada engulló todo el salón.
-¡¡Hola
cachorros!! –Ahí estaba él su capitán, su maestro y mentor, su amigo… su
hermano.
-¡¡Maldito
chiflado!! –exclamó uno de ellos bajando el revólver y enfundándolo -¡¡Porque
nos has atacado!!
-Porque
es un estúpido… -respondió la voz de su otra capitana a su espalda. Al ver sus
caras sonrientes al reconocerla continuó- quería comprobar por sí mismo si lo
que dicen los rumores de vosotros era cierto, quería sentir cual era vuestro
poder… cual había sido nuestro resultado final como mentores ¿Verdad maldito
loco?
-¡¡Palabra
por palabra socia!! –Exclamó tras otra sonora carcajada- ¡¡QUE ENTRE LA COMIDA
Y LA BEBIDA, SE LA HAN GANADO!! Ah, y quitarme estas espadas que casi me
descalabráis…
El gran festín dio comienzo entre grandes risas y abrazos.
El gremio estaba volviendo a encontrarse en aquella remota isla perdida de los
asuntos del nuevo mundo. Un lugar dónde cualquiera podía decir lo que pensara
sin temor a ser juzgado y mucho menos condenando, por primera vez en años el
mentor por unos minutos pudo sentir la
paz al ver a sus más queridos discípulos reunidos una vez más.
-Te
dije que vendrían… -le susurro Garra de León mirándoles.
-Se han
vuelto extremadamente fuertes, llegarán mucho más lejos de lo que nosotros habríamos
imaginado, ellos serán quien cambien el mundo de verdad…
-Lo sé…
-dijo ella besándole la mejilla- estoy muy orgullosa de ellos.
-Yo
también vieja amiga yo también…
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