miércoles, 21 de marzo de 2018

El caballero del dragón (parte final. Especial 10000 visitas).



Una pequeña gota de sangre recorrió su frente con lentitud. Una vez se hubo deslizado a través de su pupila izquierda, se limpió y escupiendo, volvió a mirar una vez más a los dragones que se hallaban junto a él.
                -¿Por qué un dragón de tu talento decide frenar su ascenso y apartarse del frente de batalla? –dijo aquella que tiempo atrás le había abierto las puertas del castillo.
                -¿No se supone que soy completamente libre para decidir cuándo entrar en batalla?
                -Es un cobarde, -intervino otra de las más experimentadas- un egoísta. Al no haber conseguido el rango de dragón celestial a la primera, ha decidido abandonarnos.
                -¡Al cuerno con vuestros rangos! –contestó él bajo su capucha blanca- Me debéis la mitad de lo que tenéis aquí. Y no tengo porque daros ninguna explica…
                -¡NOS ATACAN! –Gritó el guardia desde la almenara.
Una vez subieron a la torre más alta pudieron ver cómo una impresionante serpiente llameante procedente de miles de antorchas se acercaba desde las montañas. El dragón sonrió y sin dudar invocando unas pequeñas esferas de fuego púrpura, encerró al resto de dragones, los cuales paralizados le miraron con furia.
                -¿¡¿QUÉ CREES QUE ESTÁS HACIENDO TRAIDOR?!? –dijo la dragona celestial del fuego.
                -Es un poder muy similar al de uno de los nuevos capitanes piratas –intervino otro con furia.
                - ¿Quién crees que educó a ese pirata? Podemos seguir enfrentándonos durante otros tres días y el resultado siempre seguirá siendo empate. Me llamáis cobarde por abandonar las filas delanteras, cuando durante estos últimos años he sido el único de todos vosotros que ha defendido el castillo y recuperado todo el territorio perdido. Sé que algunos aun no habéis visto mi poder y tacháis de cobardía el simplemente ser un hombre libre. Pues bien, aquí tenéis una victoria más a mi cuenta antes de marchar, nos veremos pronto.
                -¿¡¿QUÉ HACES INSENSATO TU SOLO Y SIN LA ARMADURA NO PODRÁS CON…?!?
Su voz quedó interrumpida por el graznido del halcón lanzándose en picado. Antes de tocar el suelo su cuerpo se tornó en lobo y se internó en el bosque.
En cuestión de minutos, el ejército hubo llegado prácticamente a los terrenos exteriores del castillo. Todas las tropas se hallaban en silencio, alertas, pero confiadas por haber llegado tan lejos sin apenas oposición. Sin dudarlo, salió de entré los matorrales y tornando su cuerpo al del oso embistió a la primera línea de soldados. Ya en su forma humana, esquivó la estocada del siguiente enemigo y llamó a la tormenta. En cuestión de segundos, los huracanados vientos habían arrastrado a todo el ejército a sus pies, formando un gran círculo de enemigos a su alrededor. Sonriendo bajo su capucha, con un sordo golpe de viento en el suelo se elevó unos metros y sin un ápice de duda, llamó al poder de su maestro y al trueno al mismo tiempo. Una llama de fuego azulado cubrió su ahora escamado brazo izquierdo y una vez comenzó el descenso de su salto, un implacable relámpago le alcanzó desde el oscuro cielo. Emitiendo un desgarrador rugido, golpeó el suelo con ambas manos y la tierra se resquebrajó. Acto seguido, una gran ola de flamas azuladas combinadas de continuas descargas eléctricas, surgió de las grietas y barrió todo a medio kilómetro a la redonda.
Cuando el dragón negro, uno de los más poderosos del ejército revolucionario, apareció junto con el resto de dragones ya liberados de la parálisis, no pudo reprimir un pequeño gruñido de asombro. Todas las tropas enemigas se encontraban fuera de combate por quemaduras o paralizadas por las descargas.
                -¡Señor! –Intervino uno de los dragones celestiales- ¿Le perseguimos?
                -¿Por qué? –Respondió sin mirarle con calma- Fuisteis unos estúpidos volviendo a retarle. Ostenta esa posición por algo, quizá no tenga el rango pero sin duda, tiene mucho más poder que muchos dragones celestiales. No… nuestro dragón invicto ha batallado suficiente por nosotros, si quiere volver a las filas delanteras algún día será bienvenido y si su camino le lleva lejos de aquí, nadie bajo mi mando le pondrá un dedo encima. Él es nuestro mejor aliado. 





Su decidido paso por los tejados de la ciudad de la luz era imparable. Conocía cada salto, cada cornisa, cada atajo, cada tejado pero… había una melodía nueva en el aire. Algo fuerte y elegante que le daba a la ciudad un frescor que sin duda necesitaba. 
Ella con un hermoso vestido blanco que dejaba entrever unos hermosos hombros, tocaba aquel viejo piano tan concentrada y con tanta pasión, que no se percataba de como su largo cabello castaño se balanceaba al ritmo de aquella hermosa melodía.
                -¡Guau…! –exclamó el dragón una vez la joven hubo acabado- ¿podrías tocarla otra vez?
La joven sobresaltada miró con cierta curiosidad al joven de capucha blanca sentado en la cornisa de la ventana. Sus ropas eran de viaje, estaba armado con espadas, cuchillos, pistolas… sin embargo sus ojos verdes la miraban con timidez. Había algo en su mirada que le inspiraba confianza y curiosidad al mismo tiempo.
                -¿Qué llevas ahí? -dijo señalando al sobre que sobresalía de uno de sus bolsos.
                -El final de una historia, se la llevo a su destinataria en persona.
                -¿Es una buena historia?
                -Ahora creo que sí –respondió él sonriendo como un niño.
                -No se… -repuso ella con una sonrisa que hizo sonrojar al joven- ¿de qué trata?
                -De un dragón…
                -¿De dónde has salido tú? –preguntaron a la vez.
Ambos sorprendidos rieron y se mantuvieron en silencio durante unos segundos.
                -Si… -comenzó la joven rompiendo el silencio con timidez- toco esa melodía otra vez, me cuentas esa historia. ¿Trato?
El joven sopesó durante unos segundos y tras sonreír cogió la mano de la chica.
                -Mejor. Te ofrezco una aventura.






 ¿FIN?

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