El revuelo de la plaza quedó acallado por el seco sonido de la
suela de sus botas. Los niños del pequeño pueblo los cuales jugaban y reían
alegrando el lugar, ahora se hallaban concentrados en la fuente sentados en un semicírculo.
Le miraban expectantes. Él no pudo evitar mostrar una sonrisa, sin duda había conseguido algo que sus padres
llevaban todo el día intentando conseguir, su atención.
-¿Y
bien de qué queréis que os hable hoy muchachos? –preguntó con dulzura el
cuentacuentos.
Aquello les pilló por sorpresa. No esperaban tener la
opción, había tantas bellas leyendas, rumores y cantares, que les sería difícil.
Y como era de esperar, las opciones tornaron en disputas y reproches en
cuestión de minutos. Los más mayores y aventureros querían escuchar sobre
caballeros y batallas, los más inocentes y tímidos sobre dragones y otras bestias
mitológicas.
-Señor…
-una pequeña de larga melena castaña se le acercó con cierta timidez entre los
alborotados brutos que tenía como amigos- ¿puede… puede ser sobre princesas?
-¿Princesas
eh? –Murmuró él pensativo mientras el público comenzaba a guardar silencio y a
observarle de nuevo- No tengo ninguna de princesas –le respondió con dulzura
mirándole con sus ojos verdes tras sus gafas de media luna-, pero tengo una
sobre una dulce muchacha de larga melena castaña… ¿Qué te parece?
Al ver su ancha sonrisa y el silencio sepulcral tanto de
adultos como niños, se acomodó en el borde de la fuente y mirando al cielo
comenzó la leyenda de la dragona del agua y el corazón de madera.
…
El sonido de los pájaros fue silenciado por el suave crujir
de las ramas a su paso. La brillante caricia de la luna se enredaba a través de
las hojas de los árboles. No muy lejos de dónde se encontraba, allí, en lo más
profundo del bosque, se encontraba el lugar dónde su vida había dado un cambio
radical.
Una suave brisa alborotó su castaño cabello, estaba cerca…
pensaba mientras miraba atrás y esperaba a sus compañeros. Aun no sabía mucho de
ellos, pero si sabía que él confiaba en ellos y para ella eso ya era una
garantía. Sin duda eran buenas personas, pero nadie le podía hacer imaginar a
esa joven guerrera que después de lo que iba a acontecer aquella noche, ellos
quedarían unidos a ella por una magia mucho más ancestral y fuerte que los
lazos de sangre.
Con un pequeño silbido, él mago del fuego apareció rápido y
sonoramente a su lado.
-Lo he
sentido… -susurró ella.
-Guíanos
pues –murmuró el guardián del viento deslizándose a su lado.
Siguiendo los suaves vendavales que surgían de su objetivo,
no tardaron en localizar su cuerpo en aquel oscuro claro. Alguien estaba
intentando reanimarle.
Cuando hubieron llegado a su lado y vieron su pálida cara
marcada por el dolor, no pudo evitar un ligero sollozo. “¿No… que has hecho estúpido cabezota?” pensó mientras el doctor se
levantaba y les miraba.
-Se
enfrentó solo a algo que un simple humano no puede controlar –les dijo
señalando una pequeña columna de humo del bosque-. He hecho todo lo que he
podido… su cuerpo está a salvo pero he visto corazones pararse con mucho más
latido. Ahora todo depende de él…
El cantar de los grillos se detuvo, el sonido del rió se
extinguió, el color del bosque tornó a gris y el tiempo se paró.
-¿Quién
anda ahí? –preguntó con decisión.
-Solo
soy yo… pequeña guerrera –le contestó una voz familiar a su espalda.
Allí estaba, agitando su suave melena frente a ella, el más
poderoso de los espíritus celestiales, el León.
-Hacía
mucho de nuestro último encuentro… te has vuelto muy fuerte a su lado. Una
dragona ni más ni menos.
-Tengo miedo…
-dijo ella sollozando y abrazando al gran felino- no quiero que se vaya.
-De
hecho te traigo algo de parte de ese insensato… -contestó dejando caer un trozo
de madera.
-¿Qué
es? –preguntó cogiéndolo.
-Su
corazón… encerrado bajo un escudo de madera sagrada. Una vez hubo llegado a la puerta, en lugar de
cruzarla ese insensato amigo tuyo decidió darse media vuelta, arrancarse el
corazón de cuajo y guardarlo bajo este escudo hasta que se cure. Intentamos impedírselo
pero lo ha guardado bajo cuatro sellos con una magia incluso superior a la
nuestra. Al doctor lo ha convertido en guardián de la tierra, al mago en
guardián del fuego, y a su compañero de elemento en el viento. Solo le queda el
más importante… el agua. Quiere que seas tú.
-No… yo
no tengo ningún poder como el resto.
-Supuso
que dirías eso así que decidió escribirte una pequeña nota en el último hueco
de la madera.
“A mi querida dragona
y compañera. Tú que de todas las
personas de la tierra has sido la única capaz de curarme siempre. La persona en
quien más confío y a quien le debo haber llegado hasta hoy.
No voy a negarte que sea
un completo insolente, impulsivo y terco estúpido que no hace más que
enfrentarse a un mundo cada vez más fuerte y corrupto.
Acudo a ti como siempre
cuando más lo necesito, para entregarte la
protección total de mi futuro. Pues, mientras la tierra es la base, el
viento mi fuerza y el fuego mi protección, tú y solo tú tienes el poder de darme paz cuando todo está agitado, de sentir y llevar mi carga cuando es demasiado
pesada, de hacerme ver el camino
cuando ni siquiera sé que estoy andando. Gracias a tu lealtad inquebrantable y
a tu dulzura y cariño, he recuperado algo que hacía años había olvidado.
Esperanza. Gracias por formar parte de mi vida.”
Ella suspiró y miró al espíritu del León.
-¿Aceptas
pues el puesto de guardiana del agua para cuidar junto al resto de guardianes
que el corazón de ese insensato nunca jamás vuelva a ser dañado aun cuando vuelva
a latir con normalidad?
-¡Sí! –exclamó
sonriendo.
-Pues
de hoy en adelante, por el poder de todos los espíritus celestiales, tendrás el
poder del mar, de la lluvia y del río quedando así sellado un lazo aún más
fuerte que el de la sangre, una magia
más allá de cualquiera de nuestros poderes, el amor. Tuya es la tarea de
aliviar sus heridas, de sumar a su fuerza el impulso necesario para hacer
frente a cualquier enemigo, de detenerle cuando su camino no sea el adecuado, y
sobre todo y como siempre de ayudarle a saber cómo levantarse.
Lentamente la figura del León comenzó a desaparecer, el
tiempo volvió a correr y el sonido del bosque volvió a inundar el lugar. Ella
se arrodilló bajo su mejor amigo y tras unos segundos sus ojos verdes le
estaban mirando con una sonrisa.
-¿Qué
hay de nuevo socia?
Para sorpresa del resto ella le abofeteó y acto seguido le
abrazó.
-Volvamos
al gremio estúpido…
…
-Y fue
así y solo así como la guerrera conocida como Garra de León, tras convertirse
en una dragona volvió a salvar una vez más a su buen amigo de un trágico final.
-¿Y qué
pasó después? –pregunto la niña.
El cuentacuentos sonrió.
-Algunos
dicen que tras haber vencido en la última gran guerra desaparecieron, otros
dicen que fracasaron y perecieron, pero he oído el rumor de que ambos reconstruyeron
su antiguo gremio y vivieron muchísimas más aventuras hasta el final de sus
días.
Para mi mejor amiga Ainara por sus 24 años para que nunca olvide cuanto la admiro y confío en ella. Te quiero mucho Aina, feliz cumpleaños.
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