martes, 31 de octubre de 2017

El caballero del dragón (Parte 4)




El contacto de sus manos con las húmedas tejas creó un escalofrío que le recorrió toda la espalda. El invierno estaba cerca. Sin dudarlo un segundo, saltó sobre el siguiente tejado y tras una larga carrera, usó el fuego para impulsarse hacia el siguiente edificio. La gran capital rebosaba vida entre sus calles, pero ella había localizado a su objetivo hacía ya un día. Esa era la vida que había elegido formar. Observar, aprender, conocer e informar. Dar al mundo la oportunidad de saber, de conocer la verdad. No una verdad tergiversada, controlada e incluso en algunos casos perseguida. Ella había iniciado el camino hacia la más peligrosa de las armas y al mismo tiempo el poder más útil para la humanidad, la información.
Después de intensos meses de investigación, a través de su último contacto al fin lo había encontrado de nuevo. El objetivo se movía tranquilo entre las calles. Paraba en librerías, miraba y probaba alimentos en algún que otro puesto y se encontraba de vez en cuando con algún antiguo aliado de la rebelión. Sentada sobre la cornisa observó como él hombre salía del bullicio a través de una callejuela. Era el momento…
Un círculo de fuego rodeó al hombre quien si quiera sorprenderse lo atrajo con su mano y se lo devolvió en forma de una gran bola. Utilizando su bastón desvió la infernal bola hacia el cielo y mientras escuchaba la explosión, se lanzó contra él rodeando su bastón de unas intensas llamas anaranjadas.
Los verdes ojos del hombre la miraron directamente con decisión y su piel comenzó a tornarse en escamas. Con una brutal garra él agarró su llameante bastón y sin siquiera inmutarse de las llamas lo usó para estamparla contra la pared.
                -Ya estoy aquí… -susurró ella entre jadeos mientras se levantaba y le miraba a los ojos.
                -Después de cuatro meses sin saber de ti… -respondió él mirándola con frialdad.
                -Dicen que habéis recuperado todo el terreno perdido.
                -Los dragones somos fuertes, tendremos paz durante unos meses pero tarde o temprano deberemos salir de nuevo.
                -Cuentan también que nacerá un nuevo dragón celestial y que tú eres el más experimentado de todos, el único invicto.
                -Yo no seré… -interrumpió él.
                -Lo siento… -respondió ella tras unos segundos en silencio- por todo… tenía que haber enviado algún mensaje, tendría que ha…
                -Te has vuelto muy hábil… –le interrumpió él mirándola a los ojos- has comenzado ¿verdad?
                -Sí –respondió ella dándole la espalda mientras escondía su tristeza.
El inesperado contacto de su cuerpo rodeándola, le hizo sobresaltarse. El sonido de su respiración y el calor de su cuerpo le reconfortó.
                -Entonces necesitarás esto idiota… -le susurró al oído mientras sentía como su cuerpo comenzaba a arder.
El intenso calor hizo que su cuerpo callera de rodillas, su poder… no podía controlarlo, le ardía, le quemaba. Sentía que su cuerpo se había convertido en una bomba de relojería a punto de estallar. Sin poder controlarse emitió un chillido de dolor.
                -¡¿¡Quieres el poder y la voluntad para cambiar las cosas!?! –exclamó el dragón agachándose a su lado- ¡¡Pues despiértalo!! Tienes el fuego pero no controlas la llama, tienes la luz pero no sabes ser oscuridad, tienes fuerza pero no equilibrio. Informa al mundo quien eres y de dónde vienes…
Sin poder aguantarlo más, emitió un segundo chillido y mirando al cielo, usó su puño para soltar todo ese poder. Una increíble bola de fuego azul oscuro se alzó hacia los cielos y estallando de forma brusca, se dividió en cuatro fénix que disparados, salieron volando hacía Norte, Sur, Este y Oeste dejando atrás una preciosa estela azulada.
Jadeando buscó a su antiguo capitán en aquel oscuro callejón, pero antes de que pudiera pronunciar su nombre, una suave brisa le entregó una pequeña nota:
“Para que nunca olvides que la familia siempre estará a tu lado por muchos caminos que tomes o por muy lejos que estés, te hago entrega del poder que yo mismo herede de mi maestro, y que este recibió del suyo al mismo tiempo. La llama que nunca se puede apagar, que nos recuerda de dónde venimos y que ilumina el camino a aquellos que se pierden en algún momento de sus vidas. Te entrego la esencia de mi esfuerzo y mi cariño para que tu causa muestre la verdad incluso en los tiempos más oscuros. Te quiero, nunca lo olvides.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario