sábado, 29 de diciembre de 2012

Golpes y sonrisas.


La noche era tranquila. Una brisa helada, devolvió a la tierra a la segundo de a bordo. Hacía ya tres días que habían llegado a la ciudad llana, y él aún no había vuelto. Aún recordaba las últimas palabras de su capitán antes de adentrarse en el tenebroso bosque que había al lado de la ciudad llana: “Descansar, toda la tripulación, pues va a ser el último momento de tranquilidad antes de responder al gobierno central. Al tercer día esperarme en la parte de atrás de la isla”. Y allí estaban, esperando, en plena noche de invierno frente al final del negro bosque, y una desierta playa.
Sin previo aviso de la espesura del bosque, una sobra blanca apareció. Avanzaba muy lentamente, como si cada paso supusiera un gran esfuerzo. Cuando esta llegó a la playa, el viento transporto hasta el barco un sonido seco, un golpe, apenas perceptible por un oído humano.
Cuando el viento amainó y torno a la normalidad, un hombre de traje de viaje y capucha blanca se adentró en el camerino. El capitán había vuelto, pero su aspecto era detestable. Sus ropas rasgadas, sus labios mostraban una brillante linea roja, y sus brazos ensangrentados, y llenos de golpes y contusiones. Pero a pesar de todo el capitán sonreía como el hombre más feliz de la tierra.
            -Pero capitán, -comenzó la segundo de a bordo con cierta timidez. – no lo entiendo, ¿por qué adentrarse solo en el bosque? y ¿qué ha encontrado en su interior para volver en este aspecto?

El capitán comenzó a recordar, cómo se había encontrado a  todo tipo de criaturas: monstruos y bestias de tamaños y ferocidad inmensos, hordas de centauros, elfos cazadores, dragones, magos… todos ellos se enfrentaron a él, tan dura habían sido las luchas que su espada acabó por quebrarse. Pero no todo había sido lucha, había recordado viejos tiempos, había explorado lugares donde los hombres soñarían llegar y nunca encontrarán, había reído y llorado como un niño, y había planificado mucho mejor sus destinos. Y en ningún momento había estado solo, ¿Cómo podría explicar a la tripulación que  tantos golpes y arañazos era lo que le hacía sonreír, aunque pareciera extraño? Tendría que empezar de nuevo desde el principio:
           -Todo comenzó cuando me adentré en el bosque…

lunes, 24 de diciembre de 2012

La blanca sombra coronada.


El camarote estaba lleno. Los invitados no hacían más que discutir,  y planificar. El capitán, solo escuchaba, allí apoyado en la pared de su camarote, con su capucha blanca puesta. No movió un solo músculo, hasta que ella, la superior de la gran flota, se dirigió a él directamente:
            -Todo está organizado entonces. Solo queda por aclarar un par de puntos. El primero es que me han llegado noticias de cómo meses atrás has echado del barco a la antigua capitana del barco, cuando está se presentó a bordo para recuperar su antiguo puesto. –Una sonrisa apareció en el rostro del capitán. – Justo, sin duda, pero muy osado y poco efectivo, pues el gobierno central le ha dado un puesto de mayor importancia.
            -No me preocupa. – Contestó el capitán. – Solo hice lo mejor para la tripulación.
            -El segundo  punto a tratar, - Continuó ella. – es que en vista de estos acontecimientos, creo oportuno una subida de tu rango. Ahora además del capitán de este barco, serás nuestro contacto con este y todos los barcos que esperan tu llamada. Y dicho esto, no hay nada más que tratar aquí, esperamos noticias.
Cuando todos los capitanes, y su superior ya se encontraban en sus respectivos barcos, y a una amplia distancia. El capitán se quitó la capucha blanca y volvió al camerino. En su mesa un papel con su escudo, mostraba una elegante letra:
Mantén rumbo a la ciudad llana si quieres, yo no pienso cuestionar tu juicio, pero no tardes en responder al  gobierno central. Se están empezando a poner nerviosos.”

viernes, 7 de diciembre de 2012

El miedo de los renegados.


El día había sido tranquilo, el capitán había dormido bien, había repasado sus mapas, y recibido noticias de su tierra. El barco del mascarón de lobo, seguía su tranquilo rumbo bajo un cielo azul, hacía el pueblo llano.
Pero como siempre pasa, la tranquilidad se ve interrumpida. Murmullos y gritos de asombro, por parte de su tripulación, obligaron al capitán a saber que se supone que habían subido a bordo, y porque creaba tanta expectación.
Ante él una mujer atrapada entre las redes, y empapada, miraba a la tripulación, con cierto temor. Cuando sus ojos se encontraron con los del capitán, este la reconoció. Hacía mucho tiempo que no sabía de ella.
            -Darle ropa seca y presentarla en mi camerino cuanto antes. – Ordenó el capitán.
Cuando la mujer, entró en su camerino, enseguida tomó asiento sin siquiera preguntar. El capitán sonrió, cómo se notaba de donde procedía.
            -Hacía mucho tiempo que no te veía, renegada. – Comentó el capitán.
            -¿Renegada? ¿por qué?                  
            -Sí, renegada pues  fueron tus tres capitanes, los que decidieron hacer las cosas a su manera, renegando del barco, de su puesto de mando, por supuesto de la tripulación. Vosotros sus marines, les seguisteis mostrando al mundo vuestra lealtad, y buena instrucción, pero al igual que ellos ahora sois renegados.
            -Solo renegamos de la anterior capitana del barco, la verdad me sorprende verte al mando del barco.
            -¿Cómo están mis antiguos compañeros de armas? – Preguntó el capitán sin rodeos.
            -Igual de fuertes, y leales a “la vieja guardia” como siempre. – Comentó ella con una sonrisa.– Les alegrará saber que ahora estás tú al mando.
            -Nos desviaremos de nuestra trayectoria, para dejarte en la próxima isla. No te preocupes, por mi tripulación, solo pecarán de tratarte demasiado bien. Cuando te reúnas con tus capitanes, dales un fuerte abrazo de mi parte, y diles de mi parte que “La vieja guardia” sigue luchando, y  que cada vez más fuerte, que pierdan de una vez el miedo que tienen. Ahora vete a descansar, lo necesitarás después del naufragio.
Cuando la mujer se fue del camerino, nuestro capitán sonrió, aún después de tantos años, sus antiguos compañeros de armas seguían igual de fuertes en su lucha. Es increíble, en verdad, sí que tienen madera de líderes.  ¿Quién sabe si sus caminos volverán a cruzarse?

domingo, 2 de diciembre de 2012

La vieja brisa del viento.


La ciudad dormía, en silencio, sin sobresaltos, como debía ser. Nadie debía verlo. Saltando de tejado en tejado, con una rapidez y agilidad comparable a la de un gato. Parecía fácil, pero en realidad la oscuridad le impedía calcular bien sus pasos, hasta tal punto, que se vio obligado a utilizar el viento en un par de ocasiones para evitar la caída. Cuando por fin llegó a los barracones de la ciudad, solo una habitación tenía luz, allí estaba su objetivo. Con pulso firme y tranquilidad, trepó hasta la iluminada ventana. Y por fin la vio, allí sentada de espaldas. Al darse cuenta de su presencia, sus arrugas se hicieron más profundas, había sonreído, como siempre. Nuestro capitán nunca pudo entenderlo, ¿cómo podía sonreír? Siempre pendiente de todos, compartiendo todas las penas, y siempre con lo mejor de ella, su sonrisa y sus buenos consejos.
Compartieron durante un largo rato, hechos, opiniones, y recuerdos, como siempre. La verdad nuestro capitán nunca se cansaría de repetir este tipo de visitas espontáneas.
El viaje de vuelta, fue mucho más rápido, el viento estaba a su favor. La ventana de su camarote seguía abierta, así que sin más entró, aliviado de poder dejar de cubrirse con la capucha blanca. La puerta se abrió a su espalda. Uno de sus segundos mandos entró:
            -Señor, ha llegado un mensaje del gobierno central, han rectificado su posición, quieren que se presente en el barco con forma de isla en media jornada.
            -Gracias, pero por el momento ponga rumbo a la ciudad llana.
            -Pero señor, el gobierno central podría…
            -El gobierno central, no tendrá más remedio que aguantarse. –Lo interrumpió el capitán. – Una gran sabia, siempre me ha dicho que no permita que nadie marque mí camino, y eso es lo que siempre hice. Partiremos en busca del barco islote después de unas cuantas paradas indispensables. 
            -Muy bien señor, pasaré la orden.
Cuando el barco comenzó a navegar, desde la ventana de su camarote, nuestro capitán pudo ver en la playa, una pequeña figura con la mano agitando los brazos. Una carcajada resonó en el camerino, ¿es evidente que todavía le quedaba mucho por aprender de ella? ¿Cómo habría conseguido bajar tan rápido? En fin, solo los años se lo dirán.