viernes, 7 de diciembre de 2012

El miedo de los renegados.


El día había sido tranquilo, el capitán había dormido bien, había repasado sus mapas, y recibido noticias de su tierra. El barco del mascarón de lobo, seguía su tranquilo rumbo bajo un cielo azul, hacía el pueblo llano.
Pero como siempre pasa, la tranquilidad se ve interrumpida. Murmullos y gritos de asombro, por parte de su tripulación, obligaron al capitán a saber que se supone que habían subido a bordo, y porque creaba tanta expectación.
Ante él una mujer atrapada entre las redes, y empapada, miraba a la tripulación, con cierto temor. Cuando sus ojos se encontraron con los del capitán, este la reconoció. Hacía mucho tiempo que no sabía de ella.
            -Darle ropa seca y presentarla en mi camerino cuanto antes. – Ordenó el capitán.
Cuando la mujer, entró en su camerino, enseguida tomó asiento sin siquiera preguntar. El capitán sonrió, cómo se notaba de donde procedía.
            -Hacía mucho tiempo que no te veía, renegada. – Comentó el capitán.
            -¿Renegada? ¿por qué?                  
            -Sí, renegada pues  fueron tus tres capitanes, los que decidieron hacer las cosas a su manera, renegando del barco, de su puesto de mando, por supuesto de la tripulación. Vosotros sus marines, les seguisteis mostrando al mundo vuestra lealtad, y buena instrucción, pero al igual que ellos ahora sois renegados.
            -Solo renegamos de la anterior capitana del barco, la verdad me sorprende verte al mando del barco.
            -¿Cómo están mis antiguos compañeros de armas? – Preguntó el capitán sin rodeos.
            -Igual de fuertes, y leales a “la vieja guardia” como siempre. – Comentó ella con una sonrisa.– Les alegrará saber que ahora estás tú al mando.
            -Nos desviaremos de nuestra trayectoria, para dejarte en la próxima isla. No te preocupes, por mi tripulación, solo pecarán de tratarte demasiado bien. Cuando te reúnas con tus capitanes, dales un fuerte abrazo de mi parte, y diles de mi parte que “La vieja guardia” sigue luchando, y  que cada vez más fuerte, que pierdan de una vez el miedo que tienen. Ahora vete a descansar, lo necesitarás después del naufragio.
Cuando la mujer se fue del camerino, nuestro capitán sonrió, aún después de tantos años, sus antiguos compañeros de armas seguían igual de fuertes en su lucha. Es increíble, en verdad, sí que tienen madera de líderes.  ¿Quién sabe si sus caminos volverán a cruzarse?

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