miércoles, 17 de abril de 2013

Las cataratas del fín del mundo.



Ella entró en el camarote del capitán. Este al verla se levantó y la abrazó.
                -Ya era hora de que te dignaras a aparecer, me he enterado de que acabarás tu servicio pronto.
                -Solo vengo a por tus mensajes, me marcharé ahora, y en poco tiempo podré navegar por mi cuenta. –Dijo ella de manera cortante. Pero cuando sus ojos se encontraron, volvió a hablar. – Sabes que estos mensajes te pondrán a todos en tu contra, ¿verdad? Se unirán al gobierno central, y te buscarán para destruir el barco.
                -Lo sé, pero creo que es lo correcto. Bueno, aunque te quieras ir, déjame  por lo menos podré invitarte a beber algo.
Antes de que sus labios tocaran la copa, un estruendo rompió el silencio de la noche. Una bala de cañón atravesó el camarote de lado a lado. Su cuerpo había sido rápido, había logrado apartarla de la inmensa bala. No supo si se lo había agradecido, pues tras salir de lo que quedaba de su camerino, dio la voz de alarma. Su tripulación ya se había preparado tras el primer cañonazo, eso le enorgulleció. Saco su espada, y tras la orden, el “Lobo de mar” respondió al barco que un día había jurado seguirles y protegerles. Gritos, y madera destrozándose fue lo único que oyó. Y con un gran dolor en el corazón dio la segunda orden. Y esta segunda vez algo estalló provocando una gran llamarada en el cercano barco. Su tripulación comenzó a vitorear. Su euforia se quebró cuando el sonido de las trompetas,  retumbó a sus espaldas.
Sus ojos verdes por primera vez, mostraron su más profundo temor. Toda la flota del gobierno central se dirigía al “Lobo de mar”. Lo más rápido que pudo tomo el timón, grito la orden, una ráfaga de cañonazos se dirigió a la gran flota, sin apenas dañar sus cascos. Ahora lo entendía, habían utilizado su misma estrategia, un topo, solo que en lugar de una persona, habían utilizado a una tripulación entera.  No consentiría, que le tomaran por cobarde, y sin pensarlo dos veces se dirigió en su contra.
Los cañonazos le estaban destrozando el barco. Con todo lo que había luchado, por repararlo. Ella, de nuevo una de sus oficiales, junto con sus dos otros dos compañeros, aparecieron con el rostro marcado por el terror.
                -Debemos dejar el barco, y nadar a la isla. – Dijo con decisión.
                -¡¡¡NO!!! – Gritó el capitán con rabia.
                -Debes elegir. El barco, o nuestra vida. Pero hazlo rápido capitán.
Desde la playa pudo verlo, habían logrado vencer a las tropas de la isla, pero ahora su barco se hundía en llamas, destrozado. Cuando no quedaba más que el mascarón  a la vista, el capitán fue el único que pudo verlo, de los ojos del lobo de madera surgieron unas finas lágrimas. Unas lágrimas que se hundieron en la oscura agua.
Y allí se arrodillo el capitán. Su rabia se concentró en un puñetazo en la arena. Lo había dedicado todo en volver a crear la mejor tripulación, y devolver la gloria del “Lobo de mar”, cuando lo consiguió, descubrió la verdad de un gobierno corrompido, un gobierno que tembló en una gran guerra cuando les plantó cara. Un gobierno que intentó negociar al verse acorralado, y que al no conseguir que su rodilla se inclinase ante ellos, decidió perseguirlos como viles delincuentes. Las lágrimas se deslizaron por su rostro. Un rostro oculto tras una capucha blanca. Ya no era capitán pues había fallado a su misión,  su barco… su hogar había muerto, y ya nadie podía hacer nada.

Su antigua tripulación se encontraba a su espalda. No se habían marchado… pero faltaba una de sus oficiales.
                -¿Dónde? – Preguntó el capitán con un hilo de voz.
                -Nos ordenó que te cuidáramos, mientras te recuperabas. Se puso la capucha sobre el rostro, y se fue. Nunca se había puesto nuestra túnica de guerra, es bastante extraño.
                -No, no se ha ido, solo ha tomado una decisión.

FÍN

No hay comentarios:

Publicar un comentario