Ella entró en el camarote del capitán. Este al verla se
levantó y la abrazó.
-Ya era
hora de que te dignaras a aparecer, me he enterado de que acabarás tu servicio
pronto.
-Solo
vengo a por tus mensajes, me marcharé ahora, y en poco tiempo podré navegar por
mi cuenta. –Dijo ella de manera cortante. Pero cuando sus ojos se encontraron,
volvió a hablar. – Sabes que estos mensajes te pondrán a todos en tu contra, ¿verdad?
Se unirán al gobierno central, y te buscarán para destruir el barco.
-Lo sé,
pero creo que es lo correcto. Bueno, aunque te quieras ir, déjame por lo menos podré invitarte a beber algo.
Antes de que sus labios tocaran la copa, un estruendo rompió
el silencio de la noche. Una bala de cañón atravesó el camarote de lado a lado.
Su cuerpo había sido rápido, había logrado apartarla de la inmensa bala. No
supo si se lo había agradecido, pues tras salir de lo que quedaba de su
camerino, dio la voz de alarma. Su tripulación ya se había preparado tras el
primer cañonazo, eso le enorgulleció. Saco su espada, y tras la orden, el “Lobo de mar” respondió al barco que un día
había jurado seguirles y protegerles. Gritos, y madera destrozándose fue lo
único que oyó. Y con un gran dolor en el corazón dio la segunda orden. Y esta
segunda vez algo estalló provocando una gran llamarada en el cercano barco. Su
tripulación comenzó a vitorear. Su euforia se quebró cuando el sonido de las
trompetas, retumbó a sus espaldas.
Sus ojos verdes por primera vez, mostraron su más profundo
temor. Toda la flota del gobierno central se dirigía al “Lobo de mar”. Lo más rápido que pudo tomo el timón, grito la orden,
una ráfaga de cañonazos se dirigió a la gran flota, sin apenas dañar sus cascos.
Ahora lo entendía, habían utilizado su misma estrategia, un topo, solo que en
lugar de una persona, habían utilizado a una tripulación entera. No consentiría, que le tomaran por cobarde, y
sin pensarlo dos veces se dirigió en su contra.
Los cañonazos le estaban destrozando el barco. Con todo lo
que había luchado, por repararlo. Ella, de nuevo una de sus oficiales, junto
con sus dos otros dos compañeros, aparecieron con el rostro marcado por el
terror.
-Debemos
dejar el barco, y nadar a la isla. – Dijo con decisión.
-¡¡¡NO!!!
– Gritó el capitán con rabia.
-Debes
elegir. El barco, o nuestra vida. Pero hazlo rápido capitán.
…
Desde la playa pudo verlo, habían logrado vencer a las
tropas de la isla, pero ahora su barco se hundía en llamas, destrozado. Cuando
no quedaba más que el mascarón a la
vista, el capitán fue el único que pudo verlo, de los ojos del lobo de madera
surgieron unas finas lágrimas. Unas lágrimas que se hundieron en la oscura
agua.
Y allí se arrodillo el capitán. Su rabia se concentró en un
puñetazo en la arena. Lo había dedicado todo en volver a crear la mejor
tripulación, y devolver la gloria del “Lobo
de mar”, cuando lo consiguió, descubrió la verdad de un gobierno corrompido,
un gobierno que tembló en una gran guerra cuando les plantó cara. Un gobierno
que intentó negociar al verse acorralado, y que al no conseguir que su rodilla
se inclinase ante ellos, decidió perseguirlos como viles delincuentes. Las
lágrimas se deslizaron por su rostro. Un rostro oculto tras una capucha blanca.
Ya no era capitán pues había fallado a su misión, su barco… su hogar había muerto, y ya nadie
podía hacer nada.
Su antigua tripulación se encontraba a su espalda. No se
habían marchado… pero faltaba una de sus oficiales.
-¿Dónde?
– Preguntó el capitán con un hilo de voz.
-Nos
ordenó que te cuidáramos, mientras te recuperabas. Se puso la capucha sobre el
rostro, y se fue. Nunca se había puesto nuestra túnica de guerra, es bastante
extraño.
-No, no
se ha ido, solo ha tomado una decisión.
FÍN
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