De entre las llamas su cuerpo se levantó. Poco a poco y tambaleándose
sus pasos le alejaron del círculo de fuego. Cuando estuvo a menos de un palmo
de él, se dejó caer y el asombrado espectador se apresuró a evitar su caída sobre
el suelo. Con la mayor suavidad que pudo le apoyó en una roca, sus heridas eran
muy profundas y sangrantes, pero el herido no había perdido el conocimiento, y
le miraba con una extraña expresión en su cara.
Cuando su boca se abrió para articular la primera palabra, la curtida voz del herido le cortó:
-Calla,
no digas nada…
Sus piernas temblaron cuando se incorporó, y poco a poco se fue
irguiendo… pese a sus heridas, no había perdido ni un ápice de su noble y
orgulloso aspecto. El valiente herido, giró la cabeza y le miró de nuevo,
¿quién sabe qué estaría pensando en ese momento?
Su cuerpo bailaba de un lado debido al cansancio, pero él
seguía acercándose… su mano toco su hombro y de sus ojos verdes surgieron dos
finas lágrimas, dos lágrimas que solo ese afortunado espectador pudo ver en
todo el mundo… No pudo aguantarlo más y aun arriesgándose a hacerle daño, le
abrazó.
-Ahora
te toca a ti ser el fuerte –dijo el herido con una sonrisa, y lágrimas aun en
sus ojos.
-No…
-Llevas
mi misma sangre, pero no olvides que eso jamás debe cuestionarte de hacer lo
correcto. Lo harás bien, estoy seguro… tú nos superarás a todos.
-No…
-Hazlo
a tu manera, y seguro que triunfarás en lo que te propongas.
De las llamas una negra figura surgió acompañada de un
rugido. El herido se giró aun sonriendo, y sin dudarlo se adentró de nuevo en
el círculo de fuego. No era el más inteligente, ni diestro en armas, ni
siquiera resistente o fuerte, pero con una agilidad extrema la agarró con ambos
brazos… las llamas se avivaron haciendo retroceder a todo humano cercano y
convirtiendo en polvo negro todo lo a su paso.
…
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