viernes, 16 de agosto de 2013

El aliado de la tormenta



Es curioso como en las grandes tormentas en el mar, encontramos la calma en el foco central. Un punto donde el sol atraviesa como una espada a las negras nubes dando tregua a los pocos barcos capaces de sobrevivir a la fuerza de las enfurecidas olas. Un lugar desprovisto de cualquier tipo de sonido salvo los rayos y truenos que rodean ese oasis desolado. Puede que parezca permanecer allí parezca la solución perfecta hasta que la tormenta desaparezca, pero la alargada estancia en este insólito lugar puede convertirse en el mayor enemigo a batir. El recurso favorito de este impredecible lugar, es el propio silencio. Un gran aliado en montón de ocasiones, pero a fin de cuentas un arma de doble filo, y lo más importante demasiado flexible. Su multitud de caras pueden destrozar la mente más cuerda y ordenada. Silencios de expectación, incomodos, previos al peligro, confusos, sepulcrales, vacíos, de reflexión, de conjeturas, de planes, de recuerdos… silencios muertos. Su sola presencia podía acabar con todos los miembros del barco superviviente en cuestión de días, incluso de horas.
Como bien dije en una ocasión hace ya unos cuantos años, nadie en este mundo podrá jamás decir qué es en realidad el silencio. Podremos sentirlo, adaptarnos a él, utilizarlo, manipularlo, e incluso ocultarnos en él y de él, pero nunca seremos capaces de dominarlo, como él nos domina a nosotros.

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