miércoles, 25 de septiembre de 2013

La muerte del chocolate.



Su cuerpo ya no respondía como debería. Había luchado con todas sus fuerzas, y había ganado, aunque eso le iba a llevarle la vida. Tan fuerte era el dolor, y tan duros sus pensamientos que no fue capaz de escuchar los pasos de toda la tripulación.
                -¡ESTÁ AQUÍ CAPITÁN! –gritó una joven voz que ella reconoció al instante.
El capitán surgió desde detrás de su tripulación, al verla sus ojos verdes permanecieron impasibles, ya no eran aquellos ojos verdes que le miraban con cariño, ni le querían proteger.
                -Esas heridas tienen muy mala pinta –dijo mientras él fríamente mientras observaba las cinco flechas clavadas en su cuerpo.
                -Capitán… -dijo ella con lágrimas en los ojos.
                -¡¡Deberías sufrir más hasta que te llegara la hora!! –se adelantó un uno de los tripulantes.
                -¡SILENCIO! ¡TEN MÁS RESPETO! –rugió el capitán.
                -Pero señor, ¿respeto? Nos traicionó cuando más la necesitábamos. Le dimos cobijo, protección, y  acatamos sus órdenes sin cuestionarlas. Y ella nos dio la espalda en plena batalla, y aun después de haberle dado una segunda oportunidad, volvió a marcharse y  dejándonos solos.
                -Tienes razón, pero tú no eres ella, así que no te conviertas en alguien peor aún. ¿Ha quedado claro?
                -Si… señor.
                -Dejarnos a solas –ordenó el capitán.
Cuando ambos capitanes quedaron asolas. El capitán la observo. Era algo inexplicable, pero aun en esas circunstancias, le parecía la mujer más bella del mundo. Poco a poco sus labios se fueron acercando. Cuando ya pudo sentir su dulce aliento de cacao, el capitán se incorporó.
La belleza, no puede justificar los actos, no merece más compasión”
                -Capitán… -comenzó la capitana desde el suelo. Unas finas lágrimas surgían de sus castaños ojos.
                -Cuando nos dejaste sin explicación –interrumpió el capitán- Me pasé meses mirando el horizonte con la vana esperanza de que tu corazón hablara más que tu ambición. Hubieras tenido todo cuanto me hubieras pedido, todo. Pero decidiste tomar un camino con el que tu solo ganabas, y ahora mírate aquí herida por un ataque de tu propia tripulación. Mi tripulante tiene mucha razón, ¡¡LES ABANDONASTE, TE DEJÉ AL MANDO Y LES ABANDONASTE!! Me das lástima.
Y lanzando una caja a su lado, se dio la vuelta y comenzó la vuelta a su barco.
                -¡¡ESTA ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE AYUDO!!
                -Adelante –dijo el capitán desde su camerino, tras oír un par de golpes en la puerta.
Bajo su capucha blanca pudo escuchar el sonido de las gaviotas mientras su segundo de a bordo se adentraba.
                -¿Has sido capaz de dejarla ahí tirada?
                -Tranquilo vivirá, con todo el botiquín que le he dejado ni el más torpe puede morir. Que no merezca el perdón no quiere decir merezca la muerte.
                -Nunca cambiaras –dijo su segundo de a bordo con una sonrisa – ¿sabes que no volveremos a verla nunca más?
                - Ponga rumbo Este, y  “nunca digas nunca” amigo mío, pero esa era mi intención, no volver a cruzar nuestros caminos…
               

lunes, 23 de septiembre de 2013

Bajo la capucha.



Bajo su capucha blanca, sus ojos verdes observaban todo a su alrededor mientras sus piernas no cesaban de correr. Ella le seguía persiguiendo, con los dos mejores mercenarios que había conseguido, pero había cometido un error de principiante… estaban en su terreno. Se conocía cada rincón, cada escondrijo, cada baldosa suelta, cada tejado. El castillo blanco siempre le había dado cobijo, protección y entrenamiento, nadie podría destruirlo jamás. El sol perdiendo el pulso a la luna, se comenzaba a ocultar, era otro detalle a su favor.
Desde su primer escondrijo bajo el césped bien cuidado, pudo observar, cómo el primer mercenario pasaba por encima. Con una habilidad y destreza dignas de él, le agarró del pié y tiró hasta que calló en su escondrijo. Bastó con un movimiento de manos para dejarlo fuera de combate. Acto seguido trepó por la pared blanca a través de los balcones hasta el tejado. Desde allí, en el pequeño campo de entrenamiento pudo identificar al segundo mercenario. Sin dudarlo aprovechó el deslizante y resbaladizo suelo para caer a su lado. Antes de que pudiera articular palabra, un puñetazo le dejó inmóvil en el suelo.
Continuó fuera del castillo blanco, y salió hacia la playa. En ella, la encontró, allí sentada frente a su barco, seguramente esperando cumplir su objetivo. Al verle ella se levantó.
                -Tus hombres están inconscientes, podría haber acabado con ellos, pero no tenía razones para hacerlo.
                -¡Qué significa esta carta del gobierno! –Gritó ella con rabia.
                -No se dímelo tú.
                -El gobierno central deja el control político de los mares, -comenzó a leer-  y por orden internacional vuelve a adoptar su antiguo nombre, y valores, volviendo a utilizar el nombre la Armada.
                -Eso significa que se te acabo la tontería.
                -¡Y MÁS ABAJO DICE QUE TÚ ERES ALTO MANDO! ¡TÚ, UN EXPIRATA!
                -Un pirata sino te importa. Yo sigo siendo capitán.
                -A ver si lo entiendo –dijo ella nerviosa- tú, un pirata, te has convertido en mi superior en rango y méritos de guerra.
                -Cuando te uniste al gobierno central quisisteis destruirme, y no os parasteis a escuchar ni a pensar lo que el pueblo quería. Esa fue la razón que me hizo alzar la bandera negra. Todos y cada uno de los mandos del ejército, osasteis enfrentaros uno a uno a mí, y ni siquiera destruyendo el barco que tú un día prometiste proteger, pudisteis parar a la verdad y  la justicia. Destrozasteis todo lo que tus compañeros de armas (y a la vez mis maestros) habían construido, y cuando el pueblo se enteró, se alzó junto a mi tripulación. Tus superiores se dieron cuenta de dos cosas: La primera, fue que habían dejado de luchar por el pueblo, y la segunda, que yo siempre había estado del lado de los necesitados, pasara lo que pasara. Ahora los mares vuelen a ser un lugar libre, y la armada solo se ocupa de aquellos que intenten destruir dicha libertad. Y tú, ahora estarás bajo mi mando, y no creas que pondrás un pie en el nuevo barco, como superior tuyo te ordeno que te dediques a formar a los reclutas, pero manteniendo tu rango, para que todo el mundo recuerde que lo que hiciste hasta el final de tus días.
                -¡HABLARÉ CON…!
                -Habla con quien creas oportuno –interrumpió el capitán- Ahora solo respondes ante mí. 

Escrito el día 16/09/2013.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Actualidad muerta.



El más valiente y fuerte de los guerreros del rey lloraba a lágrima tendida, la carta del rey no era sino otra jugada que demostraba su miedo y su ineptitud.
Hacía años, cuando solo era un muchacho se alistó como soldado en el ejército del rey que gobernaba en ese momento, allí dentro pasó años difíciles pues el reino estaba en plena guerra, pero aun así lucho con bravura contra todo obstáculo, y cumplió las órdenes a rajatabla. Con el tiempo, los destinos y las órdenes se hicieron cada vez más inverosímiles… y llego el momento en el que una orden del rey supondría sacrificar toda su instrucción, todo por lo que había luchado. Él haciendo gala de un coraje del que muchos hombres carecen, incumplió la orden. El rey enloquecido ante tal osadía le dio dos opciones: Cumplir las órdenes y el destino, o el exilio de por vida. El hombre con el corazón destrozado aceptó el exilio antes de cometer ninguna atrocidad.
Todo parecía perdido para él y su amada, cuando de repente, un pequeño grupo de rebeldes solicitó su presencia. No eran fuertes, no estaban bien equipados, pero aun así el soldado se presentó ante su líder. Este de alta cuna también, le mostró la verdad. Documentos, testigos, prisioneros, todo le demostró al soldado el verdadero y atroz objetivo del rey. Acto seguido el soldado jurando venganza al rey, decidió unirse al pequeño grupo de rebeldes.
Pasó el tiempo entre luchas y cruentas batallas, y poco a poco el grupo de rebeldes comenzó a ganar importancia y aliados, hasta que por fin, el pueblo podía hablar de un auténtico ejército rebelde. Un ejército que en menos de cinco años, derrocó al rey, y restauró la paz, convirtiendo a su líder en un nuevo rey, y proclamándose como ejército real. Fueron años duros de batallas en los que nuestro soldado fue ganando una gran experiencia y puestos de mando en el ejército. No eran grandes ni cómodos puestos, pero eran puestos de honor. Puestos que le permitían cuidar de su ya formada familia.
Cuando definitivamente el nuevo rey gobernaba sin problemas, esté comenzó a actuar de manera similar al anterior, y con el tiempo los ojos del nuevo rey, se fijaron en los bolsillos del pueblo. Nuestro ya nombrado general, se dirigió al rey directamente y le reprendió, pues un rey debería velar por el pueblo y no quitarle sus pocos bienes. El rey, enfurecido, ante tal dura verdad, decidió prescindir de su general. Podía haber sido su fin, pero por primera vez en la historia del reino, un general de sangre plebeya, fue apoyado por el reino,  obligando al rey a rectificar.
Tras esta disputa, el rey atemorizado decidió no tomar más decisiones para el reino, y comenzó a dedicarse a una vida de lujo y caprichos. Mientras tanto, todos los generales unidos mantenían el orden y salvaguardaban al pueblo. El general, cumpliendo su obligación ganó aún más fama e importancia. Todos le admiraban y respetaban. Tal era el gran apoyo que tenía del pueblo, que el rey temeroso de perder su trono y sus lujos, optó por una maniobra cobarde, boicotearle, descendiéndole de rango. Este aun fiel a su rey y a su pueblo, continuó cumpliendo con sus obligaciones sin titubear.
El pueblo ante tal aptitud, tomó aún más cariño al guerrero, y el rey acabo por tomar la más cobarde de las acciones. Dió dos opciones al guerrero: Dirigirse al sur, a tierras en las que la única justicia era él para cumplir sus órdenes como un simple soldado raso, o renunciar a todos sus puestos de manera voluntaria y dejar su puesto a alguien más fácil de comprar.
La carta se encontraba en el suelo salpicada por las lágrimas del guerrero. Su fiel amigo la recogió.
                -Si te vas, yo iré contigo, renunciaré a mi puesto y estaré a tu lado.
El guerrero aun con lágrimas en los ojos le miró.
                -Eres muy joven, no como yo. Estoy cansado… de reyes… de injusticias… de luchas… llevo demasiado tiempo…
                -Si tú caes, los demás no tendrán ninguna oportunidad –protestó su amigo.
                -Los demás saben defenderse perfectamente solos, solo que deben recordarlo por sí mismos… Tengo que pensarlo.

Señores lectores, esto no es más que una metáfora de las injusticias que actualmente sufre el pueblo el cual se ve a obligado a tragar con lo que dos o tres ricos digan, mientras ellos se siguen costeando sus lujos y caprichos. El problema es que no todos son como el guerrero del cuento, y prefieren estar de rodillas con las pocas migas que les caigan, en lugar de reclamar lo que es suyo por derecho y unirse a los pocos que no consienten que se les pise como perros. Deben recordar una gran lección que el guerrero nunca ha olvidado:
La unión hace la fuerza

domingo, 15 de septiembre de 2013

Solo un poder.



El mar azotaba la costa con fuerza. Tal era la furia de Poseidón que cuando una ola golpeaba la roca, esta emitía un leve temblor. Sus pasos, mudos como los de un león acechando a su presa, se fundían con la niebla que asolaba el lugar. Pero a pesar de las olas, la niebla, y su habilidad, el hombre de capucha blanca sentado en la roca, se giró y le saludo con una mano. Lentamente el fantasma se acercó a él. En silencio, el capitán se levantó, y tras una ráfaga de viento descendió a la playa. El fantasma compuso una sonrisa irónica y lo imitó, pues junto al capitán era el único ser capaz de utilizar ese poder.
                -Es la segunda vez que fallo mi promesa –comenzó cuando el viento le llevó a su lado.- se supone que no volveríamos a vernos.
                -Eso es cosa tuya –respondió el capitán con voz gélida.
                -Estos dos últimos años has estado muy ocupado por lo que veo. Has entrenado muy bien a tu tripulación, pero te rebelaste contra el gobierno central, construyendo un nuevo barco y convirtiéndote en capitán pirata… es cierto que tras el ataque habías caído, sí, pero para mí desilusión, decidiste seguir luchando y te levantaste con más fuerza que antes, y lo que es peor empezando de nuevo desde cero. Puedo… preguntar ¿Por qué? No les debes nada a tu tripulación (que por cierto cada vez es mayor), pero lo que no logro entender es porqué luchas con todas tus fuerzas solo en pos de la verdad, la justicia, y la…
                -Si yo hubiese abandonado –interrumpió el capitán- ¿Alguien habría ocupado mi lugar?
                -No.
Un pequeño felino irrumpió entre ambos, mirándolos y maullando. El capitán lo cogió en brazos y continuó caminando acariciándole la cabeza.
                -Ahí tienes la respuesta. Me levanto, porque simplemente es lo que hay que hacer, porque he sido entrenado para eso, porque si yo no lo hago ¿Quién lo hará? En cuanto a mi tripulación te equivocas, no son ellos los que me deben a mí, sin ellos no habría sobrevivido ni al primer viaje. Son ellos los que me hacen tener un sueño al que seguir.
El fantasma le miró incrédulo, mientras él sacaba de su bolsillo unas galletas y se las daba al peludo felino. Su espectral figura se detuvo bruscamente.
                -¡¡Tú no mereces ser capitán, eres débil, siempre lo fuiste!! ¡¡Libertad, justicia, corazón, ESO NO EXISTE, pero tú, necio al igual que tus capitanes antes que tú, te empeñas en demostrar al mundo que la lealtad, la bondad, la amistad, y estupideces parecidas pueden hacer frente a tus enemigos!! ¡¡NO MERECES LLEVAR ESA TÚNICA!! En realidad… me compadezco de tu tripulación… condenada a tener un maestro y capitán débil e inútil.
El capitán se levantó, y con un rápido movimiento atravesó a la fantasmagórica figura con su espada.
                -Ya no soy un novato, al que le viene grande el cargo –comenzó con rabia, manteniendo la espada en el cuerpo del fantasma- La diferencia entre tú y yo, esta en que yo solo me limito a hacer lo correcto pase lo que pase, y le pese a quien le pese.
                -Yo… es imposible… no puedo morir…
                -Tranquilo, este maestro “débil e inútil”, te va a enseñar a conseguirlo.
Fue antes de que la espada le cortara el cuello, cuando el fantasma lo comprendió. “Él no quería ser capitán solo un marinero más en su antiguo barco, pero su adiestramiento le obligó a convertir su lealtad en la vía para ser el más grande de los capitanes, un simple puente del que saldrán los verdaderos y futuros mandos del mar”.
Continuara...