Su cuerpo ya no respondía como debería. Había luchado con
todas sus fuerzas, y había ganado, aunque eso le iba a llevarle la vida. Tan
fuerte era el dolor, y tan duros sus pensamientos que no fue capaz de escuchar
los pasos de toda la tripulación.
-¡ESTÁ
AQUÍ CAPITÁN! –gritó una joven voz que ella reconoció al instante.
El capitán surgió desde detrás de su tripulación, al verla
sus ojos verdes permanecieron impasibles, ya no eran aquellos ojos verdes que
le miraban con cariño, ni le querían proteger.
-Esas
heridas tienen muy mala pinta –dijo mientras él fríamente mientras observaba
las cinco flechas clavadas en su cuerpo.
-Capitán…
-dijo ella con lágrimas en los ojos.
-¡¡Deberías
sufrir más hasta que te llegara la hora!! –se adelantó un uno de los
tripulantes.
-¡SILENCIO!
¡TEN MÁS RESPETO! –rugió el capitán.
-Pero
señor, ¿respeto? Nos traicionó cuando más la necesitábamos. Le dimos cobijo,
protección, y acatamos sus órdenes sin
cuestionarlas. Y ella nos dio la espalda en plena batalla, y aun después de
haberle dado una segunda oportunidad, volvió a marcharse y dejándonos solos.
-Tienes
razón, pero tú no eres ella, así que no te conviertas en alguien peor aún. ¿Ha
quedado claro?
-Si…
señor.
-Dejarnos
a solas –ordenó el capitán.
Cuando ambos capitanes quedaron asolas. El capitán la
observo. Era algo inexplicable, pero aun en esas circunstancias, le parecía la
mujer más bella del mundo. Poco a poco sus labios se fueron acercando. Cuando
ya pudo sentir su dulce aliento de cacao, el capitán se incorporó.
“La belleza, no puede
justificar los actos, no merece más compasión”
-Capitán…
-comenzó la capitana desde el suelo. Unas finas lágrimas surgían de sus
castaños ojos.
-Cuando
nos dejaste sin explicación –interrumpió el capitán- Me pasé meses mirando el
horizonte con la vana esperanza de que tu corazón hablara más que tu ambición.
Hubieras tenido todo cuanto me hubieras pedido, todo. Pero decidiste tomar un
camino con el que tu solo ganabas, y ahora mírate aquí herida por un ataque de
tu propia tripulación. Mi tripulante tiene mucha razón, ¡¡LES ABANDONASTE, TE
DEJÉ AL MANDO Y LES ABANDONASTE!! Me das lástima.
Y lanzando una caja a su lado, se dio la vuelta y comenzó la
vuelta a su barco.
-¡¡ESTA
ES LA ÚLTIMA VEZ QUE TE AYUDO!!
…
-Adelante
–dijo el capitán desde su camerino, tras oír un par de golpes en la puerta.
Bajo su capucha blanca pudo escuchar el sonido de las
gaviotas mientras su segundo de a bordo se adentraba.
-¿Has
sido capaz de dejarla ahí tirada?
-Tranquilo
vivirá, con todo el botiquín que le he dejado ni el más torpe puede morir. Que
no merezca el perdón no quiere decir merezca la muerte.
-Nunca
cambiaras –dijo su segundo de a bordo con una sonrisa – ¿sabes que no
volveremos a verla nunca más?
- Ponga
rumbo Este, y “nunca digas nunca” amigo
mío, pero esa era mi intención, no volver a cruzar nuestros caminos…