lunes, 9 de diciembre de 2013

El pulso del saber




La gran mesa estaba mostraba un festín digno de reyes. Todos y cada uno de los integrantes de la mesa, comían, bebían, y reían. Tal era la alegría y la confianza, que entre gracias y bromas, el capitán decidió compartir parte de sus recientes rumores con los comensales, pues quién mejor que los que considera como hermanos para tratar un tema tan fascinante. Poco a poco se levantó, se dirigió hacia su escritorio, y sacó las pequeñas notas de entre sus mapas. Tranquilamente se volvió a sentar en su asiento, y sin mediar palabra, colocó las notas sobre la mesa. Uno a uno los integrantes, las observaron… y en un segundo el silencio reinó en el camarote. “Algo va mal” pensó el capitán, todos lo miraban de forma extraña. Al cabo de unos minutos una voz burlona rompió el silencio.
                -¡¡Eso no son más que tonterías, estúpido!!
¡¡Porqué tiene que utilizar ese deje despectivo!!
                -En serio, ¿quién te crees que eres? No eres más que un necio por, plantearte estas cosas.
                -¿No crees, que sería un error, dar por seguro, algo que no ha sido demostrado? Quiero decir, no podemos desechar una idea por poco probable.
                -¿Y tú eres capitán? A ver si aterrizas y te dejas de tonterías.
Espero que no esté pensando lo que creo que está pensando…
                -Por eso, seguirás siendo tan simple… no tienes capacidades…
El capitán sintió que una bestia se alzaba desde su interior, y no sabía si esta vez podría contenerla.
                -¡¡Con quién te crees que estás hablando!! Soy alto mando, he viajado por tierras de leyenda que tú jamás pisaras, y soy capitán de esta tripulación desde hace cuatro años. Puede que yo no entienda tus experimentos y teorías, pero tú no podrías llevar este barco, no te dudaría ni un par de días… solo mostrando esa mentalidad… como capitán, la experiencia me ha demostrado que descubrir la verdad nos da el poder para desvelar este mágico mundo en el que ambos vivimos. Si nos negamos a posibles nuevas ideas o hechos, estaremos frenando nuestro propio progreso. Y que te quede claro no pienso tolerar ninguna falta de respeto, porque en esta mesa nadie es mejor que nadie… ni tu eres mejor que un par de novatos, ni yo soy mejor que mi tripulación… porque el mundo al igual que un barco lo hacemos navegar todos juntos… ¡¡nunca lo olvides!! Se acabó la cena…
Uno a uno los invitados salieron del camarote del capitán, y en silencio desembarcaron. Su segundo de a bordo se quedó a su espalda… observándole.
                -No podría tragarse el orgullo una vez más capi…
                -Esta vez el cariño no doblegará a la realidad, compañero… lo siento, pero… cuando ha empezado a calumniar, estuve punto de utilizar la peor de mis armas contra él… y eso nunca debe ocurrir, por eso esta vez… necesitáis reflexionar… así que por favor, por el bien de todos vuelve cuando tu corazón mueva más que tu orgullo.
Cuando su segundo de a bordo llego a la puerta, bajo la capucha blanca de su uniforme, preguntó:
                -¿Qué arma era capitán?
                -La que es mi enemiga y a la vez aliada, la información. –Contestó el capitán sin mirarlo.

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