Lo había visto. Uno de los más admirados hombres de los
siete mares se había presentado en la pequeña isla, con su pequeña tripulación.
Aún recordaba como hacía solo unos pocos años, había estado a sus órdenes. Por aquel entonces,
ella era demasiado joven como para comprender cómo una persona tan joven era
capitán. “La guerra” pensaba, pero tras unos pocos días, acabó por comprender
porque ese chico poco mayor que ella,
era el capitán. En solo cuestión de días les enseñó a defenderse… a sobrevivir. Él era leal, competente, fuerte,
astuto, cariñoso, y siempre ayudaba a cualquiera que necesitara ayuda, y todo
esto con una sonrisa que no se borraba de su rostro. Pero llegó el día en que
sus caminos se separaron, “Jamás nos
separaremos, seremos siempre compañeros de armas” les dijo a todos antes de
partir con su tripulación.
Con el paso del tiempo, perdió la esperanza de volver a
verlos… el mundo era tan grande. Pero se había alegrado de haber conocido a
aquella prometedora tripulación. Pasaron los años, y siguió en el cuartel
general, entrenándose… día a día, junto a sus compañeros, tal como le había recomendado aquel joven
capitán. Durante días se habló de guerra, batallas, se habló de enemigos, hasta
que un día llegó el rumor de cómo un joven capitán pirata admirado por el
pueblo y su tripulación, descubrió y
demostró corrupción y maldad en el seno del cuartel general, al cual venció de
forma total él solo. Tras ese extraño rumor, su entrenamiento continuó sin
apenas cambios.
Y ahora, a las puertas de completar todo su adiestramiento,
allí estaban. Bajo sus capuchas blancas, y su negra bandera negra, la
tripulación se unió a ellos en la isla, eran más jóvenes que ellos, pero
estaban sin duda mejor preparados. Su capitán seguía manteniendo la misma
sonrisa que le había enseñado a luchar… la misma seguridad... que había cumplido su promesa.
Sus ojos se encontraron, y este
les miró. “¿Preparados para completar
vuestra última prueba?” les dijo, mientras reía a carcajada limpia. Y así
fue como seis barcos comenzaron su aventura. Y al ver al joven capitán de nuevo,
recordó aquella pequeña conversación con su maestra.
-¿Y
ahora a dónde irán? ¿Volverán algún día? –le había preguntado.
-Tranquila,
-dijo está mientras mantenía la vista en el horizonte- volverán.
-¿Cómo
puedes estar tan segura de que cumplirán su promesa de volver? –le había
preguntado con rabia.
-Volverán
cuando les necesitemos, estoy segura.
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