No soy un héroe, ni un villano. No soy el más fuerte, pero
tampoco soy una presa fácil. No soy un genio, pero tampoco me falta astucia. Mi
historia noes es más que una de muchas de las que se perderán en los confines
del tiempo. Viví en tiempos de paz, de libertad, de hombres leales… viví en un
tiempo de en sueño. Y llegó el día de mi
gran momento, sería marine del ejército real, tal como me había preparado, mi
camino sería fácil… pero la desesperación llegó a mi lado en ese momento
crucial. La muerte de mi viejo maestro, la tempestad por la que tuvo que pasar
mis creadores, y el rechazo de los de mi propia sangre fue el inicio. Pero
estaba entrenado para sobrevivir así que continué, y tras mucho esfuerzo lo
conseguí. Tuve la suerte de entrar en el
mismo barco en el que me había criado y
entrenado. Pero como siempre suele pasar en todas las historias, llegó la gran
guerra, y en un momento de desesperación y miedo mis propios capitanes nos fueron
abandonando uno a uno. La última capitana del barco, abandonó el barco en medio
de un ataque… y así entre cañonazos, me vi obligado a tomar el mando del barco
y escapar.
Sobrevivimos la mitad. Tras esto la mayor parte de la
tripulación desertó dejando atrás el juramento que hicieron. Otro pequeño grupo
nos quedamos, por nuestro honor y lealtad, comenzamos a reparar el barco.
Habíamos perdido todos los apoyos y aliados, y con todo esto, un chico de 17
años se convirtió en el capitán más joven de la historia de la tripulación.
Aun cuando nos rearmábamos, nuestro enemigo volvió atacar… los
pocos supervivientes me dejaron solo. Un capitán inexperto en medio de una
guerra. Pero aun así perseveré, reuní una tripulación pequeña, pero con esa
chispa de esperanza.
Días después, nuestro barco apareció como un fantasma en la
niebla y atacó al enemigo por retaguardia. Eran más si, pero nosotros teníamos
la sorpresa, y así fue como lo que quedaba del ejército real ganó la primera
batalla.
Como un fénix de sus cenizas, renací junto con mi
tripulación. Nos presentamos ante nuestros superiores, para dejarles claro que aún
había un capitán leal a su lado. Pero lo que encontré en ellos no fue más que
traición y corrupción. Desde ese momento, me convertí en pirata. Tal como había
sido educado, decidí navegar y actuar como me dictara el corazón.
Fui criticado, fui herido, pero dediqué toda la fuerza que
me quedaba en entrenar a esa pequeña
pero leal tripulación. Navegamos durante meses por mares completamente libres,
donde mientras entrenaba a mis jóvenes camaradas, yo aprendía más y más, y
cuando ya estuvimos listos, atacamos.
Hay muchas odas sobre nuestras victorias, pero la cuestión
es que en cuatro años conseguí aún más apoyos que antiguamente, luchamos por el
pueblo y eso nos dio su apoyo, y mi tripulación había recibido el mejor
entrenamiento posible, y aunque eran muy
jóvenes, demostraron que luchando por
sentimientos como la lealtad, el coraje o la amistad, se puede destruir al más
poderoso de los enemigos. Y así fue… después de mucho esfuerzo, y sacrificio
ganamos la guerra. Unos en nombre de libertad de sus corazones, pero yo la gané
por ser fiel a mi promesa y leal a mis propias ideas.
Tras esta paz, el nuevo gobierno me nombró Alto Mando del
mar, y me abrió un hueco entre sus lujosos despachos. Desaparecí. Nadie fue
capaz de encontrarme. Continué navegando… podían nombrarme lo que quisieran,
pero lo único que tenía claro, y sigo teniendo claro, es que soy… capitán. No
por decisión propia, tampoco por ambición, soy capitán por mi tripulación.
Mi trabajo… concluyó hace muchos meses, y seguiré
navegando con mi tripulación, haciendo lo que el corazón me diga que haga. Mi
nombre… algunos me llaman el maestro, otros simplemente capitán… mi nombre no
importa, lo único que importa es que yo, cuando las personas me necesitaron
estuve ahí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario