lunes, 31 de marzo de 2014

La historia del viejo capitán



No soy un héroe, ni un villano. No soy el más fuerte, pero tampoco soy una presa fácil. No soy un genio, pero tampoco me falta astucia. Mi historia noes es más que una de muchas de las que se perderán en los confines del tiempo. Viví en tiempos de paz, de libertad, de hombres leales… viví en un tiempo de en sueño. Y  llegó el día de mi gran momento, sería marine del ejército real, tal como me había preparado, mi camino sería fácil… pero la desesperación llegó a mi lado en ese momento crucial. La muerte de mi viejo maestro, la tempestad por la que tuvo que pasar mis creadores, y el rechazo de los de mi propia sangre fue el inicio. Pero estaba entrenado para sobrevivir así que continué, y tras mucho esfuerzo lo conseguí. Tuve la suerte de entrar  en el mismo barco  en el que me había criado y entrenado. Pero como siempre suele pasar en todas las historias, llegó la gran guerra, y en un momento de desesperación y miedo mis propios capitanes nos fueron abandonando uno a uno. La última capitana del barco, abandonó el barco en medio de un ataque… y así entre cañonazos, me vi obligado a tomar el mando del barco y escapar.
Sobrevivimos la mitad. Tras esto la mayor parte de la tripulación desertó dejando atrás el juramento que hicieron. Otro pequeño grupo nos quedamos, por nuestro honor y lealtad, comenzamos a reparar el barco. Habíamos perdido todos los apoyos y aliados, y con todo esto, un chico de 17 años se convirtió en el capitán más joven de la historia de la tripulación.
Aun cuando nos rearmábamos, nuestro enemigo volvió atacar… los pocos supervivientes me dejaron solo. Un capitán inexperto en medio de una guerra. Pero aun así perseveré, reuní una tripulación pequeña, pero con esa chispa de esperanza.
Días después, nuestro barco apareció como un fantasma en la niebla y atacó al enemigo por retaguardia. Eran más si, pero nosotros teníamos la sorpresa, y así fue como lo que quedaba del ejército real ganó la primera batalla.
Como un fénix de sus cenizas, renací junto con mi tripulación. Nos presentamos ante nuestros superiores, para dejarles claro que aún había un capitán leal a su lado. Pero lo que encontré en ellos no fue más que traición y corrupción. Desde ese momento, me convertí en pirata. Tal como había sido educado, decidí navegar y actuar como me dictara el corazón.
Fui criticado, fui herido, pero dediqué toda la fuerza que me quedaba en  entrenar a esa pequeña pero leal tripulación. Navegamos durante meses por mares completamente libres, donde mientras entrenaba a mis jóvenes camaradas, yo aprendía más y más, y cuando ya estuvimos listos, atacamos.
Hay muchas odas sobre nuestras victorias, pero la cuestión es que en cuatro años conseguí aún más apoyos que antiguamente, luchamos por el pueblo y eso nos dio su apoyo, y mi tripulación había recibido el mejor entrenamiento posible, y aunque  eran muy jóvenes, demostraron que  luchando por sentimientos como la lealtad, el coraje o la amistad, se puede destruir al más poderoso de los enemigos. Y así fue… después de mucho esfuerzo, y sacrificio ganamos la guerra. Unos en nombre de libertad de sus corazones, pero yo la gané por ser fiel a mi promesa y leal a mis propias ideas.
Tras esta paz, el nuevo gobierno me nombró Alto Mando del mar, y me abrió un hueco entre sus lujosos despachos. Desaparecí. Nadie fue capaz de encontrarme. Continué navegando… podían nombrarme lo que quisieran, pero lo único que tenía claro, y sigo teniendo claro, es que soy… capitán. No por decisión propia, tampoco por ambición, soy capitán por mi tripulación.
Mi trabajo… concluyó hace muchos meses, y seguiré navegando con mi tripulación, haciendo lo que el corazón me diga que haga. Mi nombre… algunos me llaman el maestro, otros simplemente capitán… mi nombre no importa, lo único que importa es que yo, cuando las personas me necesitaron estuve ahí.

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