La lluvia caía sobre su rostro. Cualquiera que hubiera
subido a la cubierta y lo hubiera visto allí sin su capucha sobre el rostro,
sentado con los ojos cerrados, mientras las gotas de agua se deslizaban en su
rostro.
-¿Disfrutando
de un poco de tranquilidad capitán?
El capitán se giró. Un anciano con ropajes raídos, llenos de
roturas se encontraba ante él. Calvo, y con una larga barba blanca, sin duda
era él. Muy pocos mortales han tenido contacto con él, y ahora se lo encontraba
ya por segunda vez. El más temido de los magos legendarios, el Tiempo.
-¿Sabes
por qué estoy aquí joven?
-La
última vez que te vi, no fue agradable, así que supongo para darme una mala noticia.
-Eres
muy inteligente muchacho, o quizá no… Sin duda, has luchado con valor y
lealtad, tú solo levantaste una tripulación hundida, demostraste a todos
aquellos que renunciaron, que luchar con el corazón sin abandonar es algo mucho
más fuerte que todo el oro del mundo. Has entrenado una gran tripulación, que
tendrá la posibilidad de heredar algo vivo. Pero… ¿y qué hay de tu corazón,
acaso le has ayudado, le has siquiera escuchado?
-Había
personas que necesitaban mi ayuda…
-Las
personas deben aprender a solucionar sus propios problemas por si mismos
también. Cargas cada vez con más responsabilidad… y tu corazón llora…
-¿Y qué
quieres que haga?
-Responde
a tu corazón capitán… ya has ayudado bastante al pueblo.
-Aún
queda trabajo por hacer…
-Suponía
que dirías eso -dijo el mago, entregándole un pequeño paquete.
-Qué se
supone que es es…
El anciano había desaparecido, volvía a estar solo con la
lluvia. Lentamente abrió el paquete sacando un pequeño reloj de arena y una
nota.
“Ese es el tiempo para
hacer caso a tu corazón, sino lo haces todo se perderá y se romperá en pedazos…
TODO”
De sus ojos surgieron un par de lágrimas. Incluso a cien
kilómetros del barco, en las pequeñas aldeas portuarias se pudo oír a través
del viento, el grito de rabia del capitán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario