Cuenta una antigua leyenda medieval, que un día los cuatro
jueces del mundo se despertaron de su más profundo sueño. Y en un rincón
cualquiera, de una oscura sala en ninguna parte, se reencontraron. La primera
en llegar fue la llama milenaria, quien con su fuerza e insuperable belleza
iluminó la sala.
Segundos después, saltando de estrella en estrella sobre su
gran zorro blanco, llegó el viento, quien con su poderosa y transparente brisa otorgó
un clima adecuado.
Haciendo retroceder unos pasos a la bella llama, sobre la
reina de las olas, llegó la blanca y hermosa Agua, quien con su frescura abrió las puertas al
último juez, el sabio y longevo Tierra, quien con su eterna juventud y vida
llenó la sala de árboles y animales, de vida…
Todos y cada uno se sentaron en el suelo esperando a que alguien interrumpiera el silencio. Alguien les había convocado, pero la pregunta era ¿Quién?
-He
sentido un terrible dolor en el alma –dijo Agua.
-Yo he
sentido frio en la ardiente llama de mi corazón –dijo la hermosa Fuego.
-Sopla
tormenta al norte… –dijo Viento.
-Y yo
he recibido un impresionante golpe en mi piel –susurró el sabio Tierra.- Está
claro que alguien nos ha maldecido.
-¿Un
humano? –Preguntó desconcertada Fuego- ¿Pero por qué?
-Seguro
que Agua nos puede ayudar a ver dentro de la tormenta ¿verdad? –dijo Viento sonriéndole
con expresión inocente.
-La
lluvia me dice que un joven varón siempre la acompaña… -contestó cerrando los
ojos, concentrándose.
-¿QUIÉN
ES? ¿QUIÉN ES? –preguntó impaciente Fuego.
-Alguien
que está soportando una gran carga en su corazón…
-¿Hay
que tirarle un rayo? –preguntó el juguetón Viento.
-La
lluvia me suplica lo contrario… -susurró Agua- pues su carga es… dura… un golpe
le ha…
-¿LE HA
QUÉ? ¿LE HA QUÉ? –gritó con curiosidad Fuego.
-Le ha…
-los ojos de Agua se abrieron, dejando entrever dos finas lágrimas en sus
blancas mejillas.
-Le ha
quitado los 4 elementos de su corazón, -se adelantó el sabio Tierra- es un
corazón sin brillo.
-¿Es
eso posible? –preguntó viento acariciando a su blanco zorro con inquietud.
-¿Y AUN
SIGUE EN PIE? ¡¡ME GUSTA!! –Exclamó Fuego con expresión de enamorada.
-No
creo que resista mucho más… -dijo Agua sin poder controlar sus lágrimas.
-Sigue
en pie por algo… ¿Verdad Agua? –preguntó con expresión seria Tierra, mientras
su compañera asentía lentamente.
-¡¡DEBEMOS
DECIDIR!! ¡¡VA A ESTALLAR!!
-Opino
que es mejor actuar después de que eso pase –dijo Viento jugueteando con su
pelo.
-Creo
igual que tú Viento –contestó Tierra.- No podemos volver a despistarnos.
-Cuan
asombroso puede llegar a ser el ser humano ¿verdad?-susurró Agua.
Y en ese momento, a muchos kilómetros de esa sala en ninguna
parte, de un rincón cualquiera, y bajo una constelación perdida, el humano, antes que todo a su alrededor
estallara susurró algo que paralizó a los cuatro jueces: “Lo asombroso no está en mí, sino que en lo que quiero e intento proteger”.
Y así fue como un humano ahora plantado en un desierto de
ceniza, esperó aun en pie, bajo la mirada de los 4 jueces.
CONTINUARÁ
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