Sus ojos se abrieron devolviéndole del vacío sueño. El
paisaje era aún desolador… cualquiera hubiera muerto de sed, hambre, o incluso
de locura debido al intenso y constante silencio, pero él seguía allí… sentado
en el centro de su mortífera creación.
A miles de kilómetros de allí, en esa pequeña sala en ninguna
parte, Fuego, se revolvió en su asiento.
-¡¡NO
PUEDO MÁS!! –Exclamó la ardiente joven.- ¿PORQUÉ NO SE MUEVE?
-Debes
ser paciente Fuego…
Pero la voz del sabio Tierra quedó interrumpida por el
repentino apagón de la sala. La luz, y el calor se habían ido…
…
De entre las cenizas como un hermoso fénix, la más bella de
las mujeres apareció. Sus ojos la observaron… desprendía luz, fuerza, pasión,
furia, calor…
-¡¡SAL
DE AQUÍ!! –le gritó avanzando hacia él de forma agresiva.
-Sácame
tú, si lo deseas…
Aún sentado, solo esperó a que la mano de fuego le
atravesara el corazón. Ella emitió un grito de asombro… la carne no quemaba,
el corazón no estallaba, él no gritaba… nada ni nadie había conseguido
sobrevivir a un ataque como ese… ¿quién era ese joven?
-¿QUÉ
PASA? ¡¡ESTA FRIO!!
-No
podrás realizar tu ataque… lo siento…
Sus ardientes rodillas cayeron pesadamente en la negra
ceniza, su última mirada antes de desaparecer fue para sus vacíos ojos verdes.
Y fue así y solo así como Fuego comprendió que a ese joven ya le habían quemado por dentro.
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