El sonido de la furia del viento le dio la respuesta, había
llegado a su reino. A sus pies, allí en los confines de la tierra, la fuerza de
las olas al chocar contra el gran muro de piedra hacía retumbar cada rincón del
reino. Era tan hermoso como peligroso. Y allí estaba él, en el límite de toda
persona humana, en el reino del viento.
¿Por qué estaba allí? Se preguntaba mientras miraba hacía el
precipicio, aun con sus heridas sin curar, solo… ¿por qué allí? no había nada
ni humano ni animal, solo una pequeña alfombra de vegetación intentando
sobrevivir a las difíciles condiciones del viento.
¿Así acababa todo? Ya no había castillo, ni revolución, no
había quedado nada… ni siquiera tenía a sus tropas… miedo, furia, pena se
apoderaron de todos y cada uno tras el último ataque. Habían aceptado el
triunfo de la injusticia, la muerte del amor y la lealtad. Solo tenía a sus
compañeros… los únicos que le buscaron entre los escombros del trabajo de toda
su vida… ¿seguían a su lado solo por lealtad hacía él? ¿Era el único estúpido
que creía aún? ¿Les habría decepcionado tanto? Había intentado cumplir con su
deber como guardián, les había querido, protegido… si, les había dado
esperanza… pero lo único que había conseguido era destrucción, dolor… les había
dado la vergüenza de tener que soportar el haber creído en algo bueno que el
poder acabó corrompiendo, la vergüenza de tener que aguantar mentiras e
injurias… y ahora ni siquiera sabía en qué punto del planeta se encontraban la
mayoría.
Notó como su pelo se erizaba y crecía, como su hocico comenzó
a oler de nuevo todo a su alrededor, como su peso incrementaba sobre la tierra,
el contacto de sus afiladas garras tocando el suelo… sabía lo que quería con
seguridad, nunca había estado tan seguro de lo que su corazón quería, pero ¿por
qué no podía cogerlo? La fuerza del viento acarició su pelaje, el sonido de la
furia de las olas penetró en sus orejas…
¿Para eso había luchado? ¿Para ver cómo otros se llevan todo
el mérito? ¿Para ver destruido todo aquello que solo su esfuerzo había logrado
sacar adelante? ¿Para ver sufrir y alejarse a aquellas personas a las que tanto
quería? ¿Era pues el último guardián? Sentía calor en su interior… cada vez más
y más fuerte, abrasaba, le enfurecía… le arrancaba lo más profundo de su
corazón…
El mundo se detuvo. El choque de las olas dejó de sonar, el
viento dejó de soplar, los colores se tornaron en un gris aterrador. El rugido
más fuerte de su corazón resonó por todo el reino. Congeló la tierra, desvió el
movimiento del agua, rompió la frescura del aire.
¿En eso se había convertido? En una bestia… un simple animal
que había saboreado la miel pero que perecía intentando conseguirla ¿una simple
marioneta del destino? No… no lo toleraría…
Con la fuerza del oso, sus patas le precipitaron al vacío.
En su caída en picado, el viento comenzó a acariciar su corazón y la agilidad
del águila le hizo retomar el vuelo. Se sentía vivo, ya era hora de dejar de
luchar por los demás, si tenía que ser un canalla sería el mayor de todos.
Sería más silencioso que una serpiente, más rápido que el águila, más fuerte
que el oso, avanzaría con la convicción del lobo con su manada. Sería más
preciso que un disparo, más efectivo que cualquier veneno, más letal que nunca.
Sería el fantasma de lo que un día fue, aquel que arruinaría a aquellos que un
día le arruinaron. El mundo había perdido su más fiel protector… su último guardián.
El invierno había traído a una nueva bestia, una criatura que nadie podría
parar.
FIN
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