El sonido de los pájaros al revolotear le hizo volver de sus
pensamientos. El viento acariciaba su cara con dulzura, el olor de la hierba se
mezclaba con la brisa mañanera. Ellos esperaban, sentados, expectantes… querían
seguir escuchando historias de tierras lejanas. Historias de héroes, de
valientes, historias en las que por muy negro que esté todo siempre triunfa el
bien.
-Señor…
-comenzó el pequeño con timidez- ¿nos podría contar una última historia?
El joven cuentacuentos sonrió, y tras mover con lentitud su
dolorido y vendado cuerpo, sus ojos verdes les miraron con ternura…
-Una historia
más… déjame pensar… os he contado historias de piratas, de magia, de amor, de guerras,
de amistad… puede, que nunca hubierais oído hablar de garra de león… -al ver
sus caras de expectación continuó- bien, pues según cuenta la leyenda, un gran
caballero se vio obligado a enfrentarse solo a cuatro grandes hechiceros que
amenazaban el mundo. Solo y sin apoyos, el joven entró en batalla. Luchó con
valor pero el precio de la victoria fue demasiado alto… su corazón se apagó. El
hombre dejo de ser humano, no comía, no dormía, no sentía… solo era una sombra
tirada en un desierto de ceniza. Dicen que durante meses ese hombre había
muerto sin morir. Un día, una joven tuvo el valor de acercarse a él…
Viendo el estado de aquel joven, aun sin apenas conocerlo,
la joven cargó con él hasta un cercano bosque. La situación era crítica… pero
su gran corazón no podía ver a gente sufrir. Dicen que la joven hizo un pacto
con los espíritus, llamó al más fuerte
de todos, durante horas, días, meses… sin separarse de aquel joven. Y un día el
León respondió a su llamada.
-Sálvale…
utiliza tu poder –le pidió.
-Los espíritus
no podemos interferir en los problemas de este mundo…
-Pues
dame tu poder.
-Sabes
que solo puede ser posible si prometes algo…
-No voy
a dejar morir a una buena persona.
El león guardó silencio y la miró con ternura, ella era una
entre un millón sin duda. Lentamente el león se acercó a ella y posó su cabeza
en su corazón.
-Portarás
mi símbolo, protegerás al mundo de la tiranía y el dolor, amarás a los justos,
perdonarás a los errados, amarás y defenderás la vida y la lealtad sobre toda
las cosas. Desde hoy en este momento, vuestros dos destinos quedarán ligados
para siempre. No habrá bien que no compartáis, no habrá lucha que os separe, no
habrá final que pueda derrotaros. Juntos mostrareis al mundo la bondad de
vuestros corazones.
Y sin previo aviso el león volvió a las estrellas. Sin
dudarlo un segundo la joven corrió hacia el inerte cuerpo del caballero, y
abrazándole le susurró: “Estoy aquí, a tu
lado”. Sus ojos verdes volvieron a brillar, y lentamente unas finas lágrimas
recorrieron su rostro. Y fue así y solo así como su amistad se volvió eterna.
Muchas son las historias sobre la joven garra de león, sobre
cómo se unió a la rebelión del joven caballero, sobre cómo juntos fueron
capaces de levantar el más fuerte de los gremios, sobre cómo siempre luchó
según lo que le dictaba su gran corazón, sobre cómo el caballero confió en ella
siempre. Dicen que es tan buena que incluso el más tirano jamás podría odiarla,
dicen que es tan fuerte y valiente que incluso los más temerosos confían en
ella sin dudar, dicen que es tan dulce y amable que todos la envidan, pero
sobre todo dicen que es tan leal que nadie en la tierra puede separarle de su
amigo, el joven caballero.
A mi mejor amiga Ainara, gracias por tu apoyo incondicional,
por tu cariño, por ser tú misma, y por supuesto gracias por formar parte de mi
vida. Felices 22 blanca.
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