lunes, 29 de agosto de 2016

La pesadilla de la locura



El interminable ajetreo de la ciudad era irritante. El sonido de las diferentes sirenas retumbaba en cada esquina, los disparos se fundían con los gritos de sus víctimas y el eco de las insaciables fábricas se había metido en su cabeza en forma de un angustioso dolor de cabeza ansioso de crear una nueva locura en forma humana.
Su vista era borrosa y todo a su alrededor daba vueltas de forma brusca. Sus rodillas tocaron pesadamente el húmedo suelo de aquel sucio y apartado callejón lleno de basura.
                -Por fin… -la voz del demonio fue recibida con un escalofrío- el dragón cae postrado ante la fulminante locura como un gusano cae ante la paciente ave.
                -Qué le has hecho a la ciudad… -contestó intentando aguantar la arcada.
                -¿Yo? Nada joven dragón… lo que ves no es más que la parte más oscura de la ciudad con mayor luz. Bueno eso y los efectos del veneno que te he inyectado en nuestro último encuentro –respondió con una sonora carcajada.
                -Te mataré…
                -¿¡¡Me matarás?!? –Le espetó propinándole una patada seguida de otra sonora carcajada- ¿A mí? ¿A tu oscuro némesis? Aun no lo entiendes… no puedes borrar la doble cara de la moneda. El mundo se rige de un continuo equilibrio, la riqueza no existiría sin la pobreza, la justicia no existiría sin la corrupción y las desigualdades, la cordura no podría vivir sin la locura… el dilema aquí es: ¿Sabe el mundo realmente lo que es justicia e igualdad? ¿Quién marca el límite de lo que es justo e injusto? ¿Por qué si uno de vuestros dirigentes roba a millones de personas no va a la cárcel y sin embargo si yo atraco la primera tienda o banco que me encuentre puedo pudrirme entre barrotes? ¿Esa es la justicia de tu mundo? ¿Condenar a trescientos pero dejar libre a uno que comete el equivalente de delitos que los trescientos encerrados? ¿No ves la ironía? Todo se rige por el uso de unos papeles verdes, cuántos más tengas más poder tendrás y menos podrán hacerte. Por unos pocos hay personas que pueden llegar a matar, a traicionar, a lo que sea por solo unos pocos… ¡¡¡Un mísero papel!!! –Exclamó con otra carcajada- ¡¡NO ME DIGAS QUE NO ES PARA PARTIRSE!!
                -Estás loco…
                -¿Loco? ¿¡¿Quién es el loco?!? –grito al cielo con una sonrisa y lanzándole una pistola -no… joven dragón, será la locura la que acaricie todo tu ser…
Y tras un chasquido de sus dedos, aparecieron de entre la oscuridad. Sombras… fantasmas del pasado, conocidas… sensuales… peligrosas.
Esquivó el ataque de la primera por los pelos y recibió el desgarrador arañazo de la siguiente. Sus risas se adentraban hasta lo más profundo de su mente… intentó llamar al viento pero sus labios no respondieron a su cerebro. El tercer golpe en el estómago le hizo aterrizar dos metros más allá. ¿Ese era su final? ¿Morir allí? ¿En un oscuro y sucio callejón lleno de basura?
Intentó taparse los oídos, cerrar los ojos… transformarse… pero no podía parar de oírlas reír. Llamó al rayo y al fuego pero nada acudió a su ayuda… no había escapatoria.
Una de ellas se acercó a su magullado cuerpo y tumbándose sobre él besó sus labios. Su aroma, la textura de su pelo, el sonido de su respiración, todo ello abrió los recuerdos de su mente. La gran ciudad arrasada; Sus capitanes y compañeros partiendo para no volver; Una joven corriendo mientras él gritaba su nombre; Un puñal frío en la espalda; Su primer barco ardiendo mientras se hundía; La lluvia cayendo y él apuntando con su arco a la capitana mientras ella abría sus manos para recibir el impacto; La capital cerrándole las puertas; La traición del segundo al mando de su barco con bandera negra; Su gremio arrasado por el ejército real; Su tripulación mirándole mientras dejaba a su espalda cuartel general destruido; Su desaparición; Su cuerpo inerte en un desierto de ceniza antes de que Garra de León le salvara; La lucha contra los anteriores guardianes de los elementos; Él gritando mientras golpeaba el suelo una y otra vez tras disolver el gremio…
No… no pasaría otra vez por todo aquello. El rugido del dragón retumbó por cada rincón de la ciudad. Las sombras salieron disparadas contra las paredes del callejón. Apenas manteniéndose en pie, agarró con fuerza la pistola y apretó el gatillo una vez y otra y otra y otra y otra y otra… vació el cargador en cada una de las sombras las cuales en cuestión de segundos desparecieron convirtiéndose en ceniza.
                -Bienvenido a tu pesadilla joven dragón –le dijo el demonio mientras desparecía sonriendo entre la oscuridad.

martes, 23 de agosto de 2016

Demonios de la noche



El brusco golpe de viento le hizo abrir los ojos y levantarse de forma brusca. Algo no iba bien…
Sin dudarlo un segundo, sacó el cuchillo y se puso en guardia. La torre estaba tranquila, y no había movimiento entre las llanuras, pero notaba algo extraño en el ambiente. Su mente llamó al halcón y en cuestión de segundos su cuerpo alzó vuelo alcanzando el tejado.
El sol se alzaba rojo, alguien había caído. Había demasiado silencio, fuertes disputas habían tensado el ambiente y el viento estaba demasiado inquieto, algo malo se avecinaba.
                -Pareces algo perdido… -el sonido de aquella silenciosa voz le erizó los pelos de la nuca.
Lentamente se giró y el miedo le carcomió las entrañas al ver a aquel hombre frente a él. De aspecto amable y atuendo negro como el carbón, el legendario demonio negro se mostraba ante él.
                -Has sido tú… ¿verdad? –Su voz sonó más segura de lo que él mismo esperaba- Tú eres el responsable del mal en estas tierras…
                -Estás aterrado… -contestó el demonio con una sonrisa.
                -Entonces es verdad… debo matarte entonces.
                -Estás muy lejos de tu casa joven dragón. Te sientes solo… tus apoyos están lejos de ti, tierras exóticas, futuros proyectos, enemigos temibles, nuevos retos… todos y cada uno de ellos están ocupados, y tú estás lejos de tu hogar y tu armadura y tienes miedo… si… lo huelo. Tus poderes están a la mitad desde tu última prueba… no pasaste el corte y te sientes débil, cansado e inútil. Mírate… solo, en el medio de la nada, sentado frente a una torre que por lo que veo jamás te abrirá las puertas. Eres patético –le espetó con furia antes de propinarle una patada en el estómago.
Antes de caer al vacío con la garra del león pudo agarrar la última repisa del tejado. Llamó al viento y este golpeó en la ventana de la torre. Nadie respondió. No podía derrotarle él solo… tenía que salir. Volvió a golpear la ventana con un vendaval pero la respuesta no cambió.
                -Aún no lo ves… nadie acudirá en tu ayuda joven dragón –dijo el demonio con una sonora carcajada llena de odio- tus antiguos discípulos ya no navegan cerca de ti y no veo nadie de la torre muy interesado en ti.
Y tras pisar su garra con fuerza, sintió todo su poder desaparecer. Cuando su cuerpo chocó bruscamente contra el suelo apenas consciente, el joven caminante observó con decepción la torre y sin mediar palabra se arrastró hasta el árbol más cercano y lentamente se incorporó. Tenía un par de costillas rotas y se había dislocado el hombro. En esas condiciones no podría vencerle…
La sangre de su frente se le metió en el ojo y tiñó toda su visión. No habló, no gritó, no mostró dolor. Su corazón llamó al rayo, y golpeando con su puño izquierdo contra el suelo, este acudió y le impulsó contra su enemigo. 

viernes, 19 de agosto de 2016

La torre





El sonido del viento acariciando cada pequeña hoja de la tostada hierba relajo uno a uno sus músculos. El suave calor del sol alejándose para dar pie a la noche ralentizó su respiración dejándole apreciar cada matiz, cada aroma, cada sonido, cada sensación…
Las llanas tierras se alzaban frente a él como si de un amarillento mar se tratara. No era su hogar pero sin duda había alcanzado la felicidad absoluta en aquellas tierras.
Sus pasos se detuvieron y sus ojos observaron lentamente la antigua torre que se erguía frente a él. Su roca era dura, áspera, fría… había sobrevivido a guerras, crisis, heladas y olas de calor, había mantenido a raya al más fuerte de los enemigos del hombre, el tiempo.
No dudo un segundo y llamo a sus puertas… nadie respondió. Aquel era el lugar sin duda, todas las indicaciones le habían llevado allí. Tanto guerreros, magos, cómo viejos ladrones. Todos habían señalado aquel lugar. Volvió a picar las puertas de forma impaciente…
                -Vamos… -suspiró bajo su negro atuendo- sé que estás ahí…
El silencio fue la única respuesta.
                -No dejaré entrar a nadie… tienes que abrirme la puerta.
El cielo se oscureció y el cantar de los pájaros cesó dando paso al perceptible sonido de las tropas avanzando. Tres estandartes diferentes aparecieron de sus respectivas direcciones. Las doradas tropas reales, uno de los intensos ejércitos del sur y las grisáceas armaduras de acero desde el norte.
                -¡¡Oh, venga…!! –exclamó él mirando a hacia la torre- ¿es en serio?
No dudo un segundo y al ver la primera oleada de flechas, el halcón alzó el vuelo en su busca. Desde el cielo llamó al fuego ancestral generando una barrera de flamas azuladas. Una vez las ardientes cenizas y el humo le hubieron camuflado en el oscuro firmamento, el oso calló con fuerza sobre las fuerzas de la realeza. Una vez neutralizados, con la velocidad del lobo arremetió contra las fuerzas del norte. Su voz llamó al viento y él acudió sacudiendo a toda la tropa con un fuerte huracán. Su puño golpeó el suelo y un dorado fogonazo eléctrico impulsó al halcón contra el último estandarte. El cuerpo del oso impulso varios metros a la gran mayoría, y el trueno obedeció a una nueva llamada, golpeando los pies de los atacantes haciéndoles retroceder de forma brusca y desordenada.
Su cuerpo se relajó de nuevo. Los fuertes vendavales amainaron, la tormenta eléctrica cesó y el humo del cielo se disipó dejando visible una hermosa luna llena en medio del firmamento. No había acabado con ellos, pero aun así les dio la espalda. Lentamente sus pasos se dirigieron de nuevo frente a la vieja torre.
                -¿Has visto eso?-Dijo él elevando la voz mientras se sentaba en el suelo- eres la reina de estas tierras y yo tu amigo y guardián. Así que aunque te pese y aunque me cueste la vida, tendrás que aguantar mi presencia a tus puertas hasta que estas se abran.


Y apoyando la cabeza en la fría roca cerró los ojos sabiendo que en cuestión de segundos un segundo ataque comenzaría.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Los huevos de dragón



La intensa caricia del sol alumbró su rostro. Sus ojos pudieron ver desde su ventana al mensajero salir con desenvoltura. Sonrió. Muchas cosas habían pasado desde el último ataque. La derrota de los capitanes, sus superiores intentando tapar  toda la corruptela, su rebelión, la vuelta del dragón, su última victoria, la caída de la anciana comandante y la desaparición de ese poderoso caballero del dragón… si, nadie diría que ellos serían capaces de hacer frente a aquella que consiguió derrotar al capitán y vencer. Desde aquel día todo había sido diferente, la armada real era un nido de corrupción e injusticia y las filas comenzaron a amotinarse y desertar. Durante todos esos meses había decidido seguir por su cuenta, con sus fieles aliados, pues para ello habían sido educados, para navegar en libertad.
Habían vivido multitud de cosas y habían intentado encontrar al dragón pero las circunstancias y los resquicios de resistencia por parte de la nueva guardiana de la puerta no habían hecho fácil seguir dicho objetivo.
Para más inri, los rumores sobre su paradero eran confusos. Se decía que había entrado en el más grande de los ejércitos rebeldes, que había luchado contra entes de la propia naturaleza, que su maestra había caído, que se había arrancado el corazón de cuajo, incluso se rumoreaba que había dejado aquellas tierras y se había dirigido al pueblo llano, capital de los más grandes guerreros libres de la historia.
Pero ella no se rendiría, ya no era la misma de antes. Había perfeccionado todas sus habilidades. Era capaz de mezclarse con la gente y hacerse invisible, de captar conversaciones que nadie oiría, de curar heridas capaces de llevar a la mismísima muerte a los hombres. Su fuerza y su poder se había acrecentado hasta límites insospechados, ahora si podía formar su propia tripulación y enfrentarse al mundo sin ayuda de nadie. Una nueva generación de grandes capitanes había nacido de las cenizas de cien fénix, y ella sería la buena prueba de ello.
El viento abrió la ventana con fuerza y un rayo la golpeó en el pecho haciéndole caer dos metros más allá. Una mirada bastó para evaluar la  situación. Sus brazos y sus manos mostraron al agua el camino para entrar en sus aposentos y apagar la bola de fuego azul que se dirigía hacia ella. Sin dudar un segundo saltó por la ventana y aterrizó en la playa. El oscuro caminante movió su bastón e invocó al tornado. Con su voz conjuró la fuerza del mar y una ola se fundió con el extraño ataque formando un torbellino. Sin pensarlo dos veces dirigió su ataque contra el caballero negro y fue entonces cómo bajo su atuendo pudo ver un destello verde en sus ojos. El caballero clavó su bastón en el suelo e invocó una gran bola de fuego fatuo. Era demasiado tarde, el torbellino había engullido la bola de fuego azulado.
De entre la niebla causada por el agua y la arena levantada en la lucha, pudo ver su sombra usando el viento para abrir la gran masa de agua y redirigirla contra las rocas. 
                -Bien hecho capitana… tienes la fuerza de un dragón.
Su cara de sorpresa hizo que el dragón soltara una sonora carcajada. No portaba su armadura, ni su atuendo con capucha blanca, solo una andrajosa capa negra que ocultaba otras oscuras ropas y un bastón de madera negra casi tan alto como él.
                -Pero si acabo de mandar a un…
                -Mensajero –le interrumpió él sacando los huevos de dragón de debajo de la capa- sí, lo sé. Muchas gracias por recordarme quien soy… nos veremos pronto. Lo prometo.
Y un golpe de viento se lo llevó. Dejando una pequeña nota en la arena:
Cada dragón tiene muchos tesoros que proteger, gracias por ser uno de los más importantes