viernes, 16 de diciembre de 2016

La armadura del fénix



El sonido de las olas al romper en la arena era lo único vivo en aquella playa. Una isla cambiante… allí es dónde le habían llevado sus pasos, un lugar desierto, sin habitantes. Solo ellos cinco y sus más allegados, un puerto y la basta naturaleza, y aun así el lugar era tan grande que podían tardar días e incluso semanas en encontrarse.
                -¿No entiendes porque hemos venido aquí? –su voz le hizo sonreír.
                -Ya decía yo que había mucho silencio…
                -Hombre… -respondió el dragón una sonrisa burlona- un mago del fuego pensativo… eso es menos común que una vaca carnívora. ¿Qué te preocupa?
                -No entiendo tus movimientos… durante años luchamos juntos en una guerra sin fin. Había momentos en los que incluso con todo en nuestra contra fuiste capaz de cargar con una responsabilidad que no te pertenecía y plantar cara y salir victorioso, cada día luchando adquirías más y más poder y jamás dudaste en utilizarlo en el bien común. Juntos creamos un gremio que venció al gobierno central. Tras eso adquieres el poder del dragón y cuatro meses de batallas después, cuando recuperas todo el terreno perdido decides desaparecer de la lucha y llamarnos a los cuatro aquí. Cuando te vi arrancar el sello de los cuatro pensé que no ibas a volver a levantarte y sin embargo, lo hiciste y ordenando crear un poblado a cada uno en cada extremo de la isla, desapareciste en lo más hondo del bosque… ¿Para qué estamos aquí? ¿Qué buscas en ese bosque?
El sonido de los cañonazos le impidió contestar. Dos explosiones cayeron en el agua, no dudo ni un segundo y con su llameante puño destrozó una peligrosa tercera bala.
                -¡¡Capitán nos atacan!! –Gritó uno de los marineros desde puerto- ¡Es el gobierno central!
No lo dudo ni un segundo y llamando al fénix alzó el vuelo en dirección al mar. Una vez encima del primer barco, de vuelta en su forma humana descendió en picado y concentrando su poder en la pierna derecha golpeó el suelo de cubierta. Tras una ardiente ola de viento, un cañón tras otro comenzó a estallar y mientras el barco quebraba por la mitad una columna de fuego ascendía por el mástil reduciendo a cenizas cualquier centímetro de tela. Tras un fuerte salto, lanzó una de sus bolas de fuego contra el siguiente barco y cayendo sobre un tercero concentró todo su poder. Desde el agua un gran muro de flamas surgió cubriendo todo el barco. Ya eran suyos… pensó mientras con otra bola de llamas lanzaba por los aires a los pocos marineros osados que quedaban a bordo.
Cuando sus manos tocaron de nuevo la arena, desplomó su empapado cuerpo boca arriba en la playa y respiró hondo.  Ese último muro de llamas había agotado su energía completamente. Una brisa de viento helado le hizo sentir un escalofrío por toda la espalda y girándose de forma repentina la vio. Una hermosa y brillante armadura plateada y roja con alas doradas, con la  majestuosa forma de un ave en cuyo pico había un papiro.
Acercando su mano comprobó que el propio metal irradiaba calor, era como si la propia armadura tuviera vida. Como si ella misma le llamara, cómo una conexión… era algo extraño de explicar. Lentamente abrió el papiro y leyó reconociendo al instante su letra:
Dicen que cuando el mundo fue al fin mundo. Sus habitantes poseían extrañas habilidades en función de su lugar de nacimiento. Crear medicinas y curas  que podían burlar a la misma muerte, controlar el crecimiento de las plantas y el comportamiento de los animales, manipular el tiempo e incluso utilizar el calor y la luz del sol para sobrevivir. Dicen las malas lenguas que existían cuatro grandes ciudades, una dedicada al agua en las tierras heladas del Norte, otra al fuego en las volcánicas y duras tierras del Sur, una al Oeste en honor a las fértiles tierras y una última en el misterioso Este a dónde nadie podía navegar debido a los intensos vientos.
Durante millones años las cuatro ciudades convivieron en paz y armonía, y con los años las habilidades de sus habitantes dejaron de ser necesarias. Décadas después la naturaleza obligó a los humanos a trasladarse y comenzar a formar el mundo tal y como lo conocemos hoy. Con el tiempo ese mensaje de paz y armonía se convirtio en palabras vacías, en lemas… y esos pueblos en cuyo origen encontramos el amor y la bondad quedaron consumidos en una pura leyenda.
¿Por qué estamos aquí? Porque nosotros somos las leyendas de nuestra propia historia, porque hemos comprobado que somos capaces de lograr imposibles, porque sabemos que nada es verdad, que todo está permitido, qué solo nosotros podemos ser los responsables de nuestra propia civilización. Estamos aquí porque sabemos que solos somos grandes, pero juntos… imparables.
Por eso, a ti, el protector... el guardián del fuego, te hago entrega del símbolo de tu poder. Aquel al que nadie puede derrotar, aquel que se levanta de sus cenizas aún más fuerte, aquel al que considero mi escudo y mi espada, mi grito en la batalla. Aquel del que estoy seguro utilizará su poder para proteger lo que más ama aunque ello suponga agotar toda sus fuerzas.
A Edu por sus 26 añazos, para que nunca deje de ser ese que me saca de quicio y me otorga la fuerza y la ilusión para luchar por un mundo mejor.

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