lunes, 11 de diciembre de 2017

La leyenda de la dragona del agua y el corazón de madera.



El revuelo de la plaza quedó acallado por el seco sonido de la suela de sus botas. Los niños del pequeño pueblo los cuales jugaban y reían alegrando el lugar, ahora se hallaban concentrados en la fuente sentados en un semicírculo. Le miraban expectantes. Él no pudo evitar mostrar una sonrisa,  sin duda había conseguido algo que sus padres llevaban todo el día intentando conseguir, su atención.
                -¿Y bien de qué queréis que os hable hoy muchachos? –preguntó con dulzura el cuentacuentos.
Aquello les pilló por sorpresa. No esperaban tener la opción, había tantas bellas leyendas, rumores y cantares, que les sería difícil. Y como era de esperar, las opciones tornaron en disputas y reproches en cuestión de minutos. Los más mayores y aventureros querían escuchar sobre caballeros y batallas, los más inocentes y tímidos sobre dragones y otras bestias mitológicas.
                -Señor… -una pequeña de larga melena castaña se le acercó con cierta timidez entre los alborotados brutos que tenía como amigos- ¿puede… puede ser sobre princesas?
                -¿Princesas eh? –Murmuró él pensativo mientras el público comenzaba a guardar silencio y a observarle de nuevo- No tengo ninguna de princesas –le respondió con dulzura mirándole con sus ojos verdes tras sus gafas de media luna-, pero tengo una sobre una dulce muchacha de larga melena castaña… ¿Qué te parece?
Al ver su ancha sonrisa y el silencio sepulcral tanto de adultos como niños, se acomodó en el borde de la fuente y mirando al cielo comenzó la leyenda de la dragona del agua y el corazón de madera.

El sonido de los pájaros fue silenciado por el suave crujir de las ramas a su paso. La brillante caricia de la luna se enredaba a través de las hojas de los árboles. No muy lejos de dónde se encontraba, allí, en lo más profundo del bosque, se encontraba el lugar dónde su vida había dado un cambio radical.
Una suave brisa alborotó su castaño cabello, estaba cerca… pensaba mientras miraba atrás y esperaba a sus compañeros. Aun no sabía mucho de ellos, pero si sabía que él confiaba en ellos y para ella eso ya era una garantía. Sin duda eran buenas personas, pero nadie le podía hacer imaginar a esa joven guerrera que después de lo que iba a acontecer aquella noche, ellos quedarían unidos a ella por una magia mucho más ancestral y fuerte que los lazos de sangre.
Con un pequeño silbido, él mago del fuego apareció rápido y sonoramente a su lado.
                -Lo he sentido… -susurró ella.
                -Guíanos pues –murmuró el guardián del viento deslizándose a su lado.
Siguiendo los suaves vendavales que surgían de su objetivo, no tardaron en localizar su cuerpo en aquel oscuro claro. Alguien estaba intentando reanimarle.
Cuando hubieron llegado a su lado y vieron su pálida cara marcada por el dolor, no pudo evitar un ligero sollozo. “¿No… que has hecho estúpido cabezota?” pensó mientras el doctor se levantaba y les miraba.
                -Se enfrentó solo a algo que un simple humano no puede controlar –les dijo señalando una pequeña columna de humo del bosque-. He hecho todo lo que he podido… su cuerpo está a salvo pero he visto corazones pararse con mucho más latido. Ahora todo depende de él…
El cantar de los grillos se detuvo, el sonido del rió se extinguió, el color del bosque tornó a gris y el tiempo se paró.
                -¿Quién anda ahí? –preguntó con decisión.
                -Solo soy yo… pequeña guerrera –le contestó una voz familiar a su espalda.
Allí estaba, agitando su suave melena frente a ella, el más poderoso de los espíritus celestiales, el León.
                -Hacía mucho de nuestro último encuentro… te has vuelto muy fuerte a su lado. Una dragona ni más ni menos.
                -Tengo miedo… -dijo ella sollozando y abrazando al gran felino- no quiero que se vaya.
                -De hecho te traigo algo de parte de ese insensato… -contestó dejando caer un trozo de madera.
                -¿Qué es? –preguntó cogiéndolo.
                -Su corazón… encerrado bajo un escudo de madera sagrada. Una vez  hubo llegado a la puerta, en lugar de cruzarla ese insensato amigo tuyo decidió darse media vuelta, arrancarse el corazón de cuajo y guardarlo bajo este escudo hasta que se cure. Intentamos impedírselo pero lo ha guardado bajo cuatro sellos con una magia incluso superior a la nuestra. Al doctor lo ha convertido en guardián de la tierra, al mago en guardián del fuego, y a su compañero de elemento en el viento. Solo le queda el más importante… el agua. Quiere que seas tú.
                -No… yo no tengo ningún poder como el resto.
                -Supuso que dirías eso así que decidió escribirte una pequeña nota en el último hueco de la madera.
A mi querida dragona y compañera.  Tú que de todas las personas de la tierra has sido la única capaz de curarme siempre. La persona en quien más confío y a quien le debo haber llegado hasta hoy.
No voy a negarte que sea un completo insolente, impulsivo y terco estúpido que no hace más que enfrentarse a un mundo cada vez más fuerte y corrupto.
Acudo a ti como siempre cuando más lo necesito, para entregarte la protección total de mi futuro. Pues, mientras la tierra es la base, el viento mi fuerza y el fuego mi protección, tú y solo tú tienes el poder de darme paz cuando todo está agitado, de sentir y llevar mi carga cuando es demasiado pesada, de hacerme ver el camino cuando ni siquiera sé que estoy andando. Gracias a tu lealtad inquebrantable y a tu dulzura y cariño, he recuperado algo que hacía años había olvidado. Esperanza. Gracias por formar parte de mi vida.
Ella suspiró y miró al espíritu del León.
                -¿Aceptas pues el puesto de guardiana del agua para cuidar junto al resto de guardianes que el corazón de ese insensato nunca jamás vuelva a ser dañado aun cuando vuelva a latir con normalidad?
                -¡Sí! –exclamó sonriendo.
                -Pues de hoy en adelante, por el poder de todos los espíritus celestiales, tendrás el poder del mar, de la lluvia y del río quedando así sellado un lazo aún más fuerte que el de la  sangre, una magia más allá de cualquiera de nuestros poderes, el amor. Tuya es la tarea de aliviar sus heridas, de sumar a su fuerza el impulso necesario para hacer frente a cualquier enemigo, de detenerle cuando su camino no sea el adecuado, y sobre todo y como siempre de ayudarle a saber cómo levantarse.
Lentamente la figura del León comenzó a desaparecer, el tiempo volvió a correr y el sonido del bosque volvió a inundar el lugar. Ella se arrodilló bajo su mejor amigo y tras unos segundos sus ojos verdes le estaban mirando con una sonrisa.
                -¿Qué hay de nuevo socia?
Para sorpresa del resto ella le abofeteó y acto seguido le abrazó.
                -Volvamos al gremio estúpido…
                -Y fue así y solo así como la guerrera conocida como Garra de León, tras convertirse en una dragona volvió a salvar una vez más a su buen amigo de un trágico final.
                -¿Y qué pasó después? –pregunto la niña.
El cuentacuentos sonrió.
                -Algunos dicen que tras haber vencido en la última gran guerra desaparecieron, otros dicen que fracasaron y perecieron, pero he oído el rumor de que ambos reconstruyeron su antiguo gremio y vivieron muchísimas más aventuras hasta el final de sus días.

Para mi mejor amiga Ainara por sus 24 años para que nunca olvide cuanto la admiro y confío en ella. Te quiero mucho Aina, feliz cumpleaños.

martes, 31 de octubre de 2017

El caballero del dragón (Parte 4)




El contacto de sus manos con las húmedas tejas creó un escalofrío que le recorrió toda la espalda. El invierno estaba cerca. Sin dudarlo un segundo, saltó sobre el siguiente tejado y tras una larga carrera, usó el fuego para impulsarse hacia el siguiente edificio. La gran capital rebosaba vida entre sus calles, pero ella había localizado a su objetivo hacía ya un día. Esa era la vida que había elegido formar. Observar, aprender, conocer e informar. Dar al mundo la oportunidad de saber, de conocer la verdad. No una verdad tergiversada, controlada e incluso en algunos casos perseguida. Ella había iniciado el camino hacia la más peligrosa de las armas y al mismo tiempo el poder más útil para la humanidad, la información.
Después de intensos meses de investigación, a través de su último contacto al fin lo había encontrado de nuevo. El objetivo se movía tranquilo entre las calles. Paraba en librerías, miraba y probaba alimentos en algún que otro puesto y se encontraba de vez en cuando con algún antiguo aliado de la rebelión. Sentada sobre la cornisa observó como él hombre salía del bullicio a través de una callejuela. Era el momento…
Un círculo de fuego rodeó al hombre quien si quiera sorprenderse lo atrajo con su mano y se lo devolvió en forma de una gran bola. Utilizando su bastón desvió la infernal bola hacia el cielo y mientras escuchaba la explosión, se lanzó contra él rodeando su bastón de unas intensas llamas anaranjadas.
Los verdes ojos del hombre la miraron directamente con decisión y su piel comenzó a tornarse en escamas. Con una brutal garra él agarró su llameante bastón y sin siquiera inmutarse de las llamas lo usó para estamparla contra la pared.
                -Ya estoy aquí… -susurró ella entre jadeos mientras se levantaba y le miraba a los ojos.
                -Después de cuatro meses sin saber de ti… -respondió él mirándola con frialdad.
                -Dicen que habéis recuperado todo el terreno perdido.
                -Los dragones somos fuertes, tendremos paz durante unos meses pero tarde o temprano deberemos salir de nuevo.
                -Cuentan también que nacerá un nuevo dragón celestial y que tú eres el más experimentado de todos, el único invicto.
                -Yo no seré… -interrumpió él.
                -Lo siento… -respondió ella tras unos segundos en silencio- por todo… tenía que haber enviado algún mensaje, tendría que ha…
                -Te has vuelto muy hábil… –le interrumpió él mirándola a los ojos- has comenzado ¿verdad?
                -Sí –respondió ella dándole la espalda mientras escondía su tristeza.
El inesperado contacto de su cuerpo rodeándola, le hizo sobresaltarse. El sonido de su respiración y el calor de su cuerpo le reconfortó.
                -Entonces necesitarás esto idiota… -le susurró al oído mientras sentía como su cuerpo comenzaba a arder.
El intenso calor hizo que su cuerpo callera de rodillas, su poder… no podía controlarlo, le ardía, le quemaba. Sentía que su cuerpo se había convertido en una bomba de relojería a punto de estallar. Sin poder controlarse emitió un chillido de dolor.
                -¡¿¡Quieres el poder y la voluntad para cambiar las cosas!?! –exclamó el dragón agachándose a su lado- ¡¡Pues despiértalo!! Tienes el fuego pero no controlas la llama, tienes la luz pero no sabes ser oscuridad, tienes fuerza pero no equilibrio. Informa al mundo quien eres y de dónde vienes…
Sin poder aguantarlo más, emitió un segundo chillido y mirando al cielo, usó su puño para soltar todo ese poder. Una increíble bola de fuego azul oscuro se alzó hacia los cielos y estallando de forma brusca, se dividió en cuatro fénix que disparados, salieron volando hacía Norte, Sur, Este y Oeste dejando atrás una preciosa estela azulada.
Jadeando buscó a su antiguo capitán en aquel oscuro callejón, pero antes de que pudiera pronunciar su nombre, una suave brisa le entregó una pequeña nota:
“Para que nunca olvides que la familia siempre estará a tu lado por muchos caminos que tomes o por muy lejos que estés, te hago entrega del poder que yo mismo herede de mi maestro, y que este recibió del suyo al mismo tiempo. La llama que nunca se puede apagar, que nos recuerda de dónde venimos y que ilumina el camino a aquellos que se pierden en algún momento de sus vidas. Te entrego la esencia de mi esfuerzo y mi cariño para que tu causa muestre la verdad incluso en los tiempos más oscuros. Te quiero, nunca lo olvides.”

martes, 17 de octubre de 2017

El caballero del dragón (Parte 3)





El silencio de la habitación fue interrumpido por el lento recorrido de la pluma sobre el papiro. No quedaba nadie en aquel blanco castillo salvo él y sus dos compañeros… pero de eso ya hacía muchos años. Él escribía bajo su capucha blanca, con la sonrisa de alguien que había recuperado la paz.
Una vez hubo terminado su carta, lentamente limpió la pluma y la dejó delicadamente en su estuche. Sonriendo tras un suspiro, comenzó a releer la carta dirigida a su más preciada compañera.
                -¡Vamos! –Exclamó la voz del dragón superando al sonido del galope de los caballos- No mostréis temor, ni duda, dirigirles con decisión, confianza y coraje.
Una vez la mayoría hubo marchado al galope junto a sus compañeros, volvió a centrar la atención sobre la joven muchacha que incapaz de subir a lomos del corcel, le miraba con una mezcla de nerviosismo y desesperación.
                -Venga… tú puedes hacerlo.
                -Es demasiado alto y fuerte para mí –dijo ella frustrada-. ¿No podría coger uno de los potros?
                -Sabes que los potros son solo para los más jóvenes. Vamos, tú puedes. Solo tienes que tener confianza en ti misma y superar tu miedo. Yo estaré a tu lado guiándote.
Ella suspiró con miedo, pero obedeció y comenzó a subir a lomos del corcel. La verdad es que tenía parte de razón. Su cuerpo era aún frágil y con poca fuerza, pero al mismo tiempo era demasiado mayor como para continuar con los potros. Todos sus compañeros habían conseguido dominar a sus caballos excepto ella.
                -Comienza dándole un pequeño golpecito con los pies –dijo el dragón una vez se hubo subido.
                -No… -repuso ella con lágrimas en los ojos. Estaba aterrada.
                -Es solo un caballo –repuso mientras le acariciaba las crines para tranquilizarlo-. Observa, él siente tu nerviosismo, tu miedo… solo tú puedes dirigirle y tienes que hacerlo con seguridad y decisión. Habrá momentos en tu vida que tendrás que arriesgarte y avanzar. Por mucho miedo que tengas a tus enemigos, ellos no te van a dar la oportunidad de dudar. Deberás hacerles frente, pues habrá momentos en los que solo tú, deberás salir a pelear sola independientemente de cómo estés de asustada. Vamos… da solo un suave golpecito.
Ella aún con las lágrimas en los ojos obedeció y tras un resoplido él caballo comenzó a caminar con lentitud.
                -Eso es… -susurró el maestro con una sonrisa- ahora cuando llegues al muro, utiliza tú mano derecha con fuerza para tirar de la correa y girar su cuerpo hacia ese lado.
                -¿Y si le hago daño? –preguntó ella con nerviosismo mientras el caballo comenzaba a aumentar la marcha.
                -No le harás daño te lo prometo, ahora tira de las cuerdas hacia ti para frenarle y haz lo que te he dicho.
                -¡No! –exclamó soñozando, me tirará.
                -Si no lo haces sí que te va a tirar, vamos, solo hazlo.
Lentamente tiró del corcel hacía atrás pero no con la suficiente fuerza. Y emitiendo un relincho el corcel comenzó a galopar hacia el muro.
                -¡HAZ LO QUE TEDIGO, GIRA HACÍA LA DERECHA CON TU MANO Y TU CUERPO! –Exclamó el maestro nervioso y enfurecido.
                -¡NO PUEDO, QUIERO BAJAR! –Exclamó ella rompiendo a llorar. Mientras el caballo se volvía ya incontrolable.
Antes de que pudiera decir nada más, el corcel se elevó sobre sus cuartos traseros y el cuerpo de la joven muchacha salió disparado hacia atrás. Sin dudarlo ni un segundo, llamó al rayo y golpeando con él en el suelo impulsó su cuerpo.  Estiró su mano derecha y con un fuerte golpe de viento lanzó al caballo unos cuantos metros más allá, mientras que con su izquierda usó el mismo golpe para girar su cuerpo ciento ochenta grados a ras del suelo. Cuando el oso la rodeó con sus brazos y su cuerpo, rebotaron un par de veces en el suelo antes de estrellarse contra la dura pared de piedra.
Tras unos segundos inmóviles, su cuerpo comenzó a tornar de nuevo a humano. Ella que antes se había aferrado al basto pelaje del oso, seguía ahora aferrada a su verde armadura mientras continuaba llorando y chillando cuanto le odiaba. Tras unos minutos sus ojos le miraron con un odio que jamás en su vida olvidaría y salió corriendo hacia el interior del gran castillo.
Tras informar a su superior, el día continuó con normalidad. El grupo volvió a salir después de comer pero esta vez él debía adiestrar a los más jóvenes en arquería. Una vez llegada la noche, se dirigió hacia los establos y lentamente se acercó al caballo de la muchacha.
                -Hola compañero… -le susurró acariciándole el cuello- siento haberte golpeado antes, pero era por su bien.
                -Maestro… -le susurró la voz de la joven a sus espaldas.
El joven dragón se giró con su habitual sonrisa, pero antes de que dijera nada ella le abrazó y tras unos minutos en silencio cogió su caballo y lo sacó de los establos.
                  -La verdad, no puedo entender como lo haces -dijo la voz de su superior desde la puerta viéndole alejarse-. Esta tarde, esta muchacha ha salvado a uno de sus compañeros. Cuando estaban regresando al pueblo uno de los dragones se dio cuenta de que faltaba uno de los aprendices más jóvenes. Al no encontrarlo y comenzar a oscurecer, di la orden de volver con todo el grupo y volver a salir para buscarlo solos, pero ella aprovechó un descuido y robando uno de los caballos de sus superiores salió al galope de nuevo hacia el bosque. Al cabo de unos minutos ambos muchachos volvieron. Según el joven, una manada de lobos lo habían acorralado y tu aterrorizada aprendiz apareció justo a tiempo para agarrarle y subirle junto a ella y escapar –poniendo la mano sobre su hombro, su superior continuó-. Buen trabajo maestro…
Dos finas lágrimas escaparon de sus ojos e intentando tapar su rostro fue tras ella para reprimirle, sancionarla... y luego abrazarla.