lunes, 31 de julio de 2017

El caballero del dragón (Parte 2)


La veloz patada pasó rozando su ceja, necesitó de la fuerza del oso para bloquear el siguiente puñetazo, gracias al reflejo de los ojos de su atacante pudo esquivar el siguiente ataque por la espalda haciendo que el tercer salteador chocara contra el segundo.
                -Regla número 146 cachorros… -dijo mientras esquivaba una auténtica bola de fuego de uno de sus pupilos de forma que golpeara a otro pequeño grupo de compañeros- Mira siempre a los ojos. Son la ventana para que tus aliados puedan sentir tu confianza y la forma en la que tus enemigos pueden percibir tu determinación. A través de ellos podemos prever la mayor parte de los ataques críticos.
Desde los árboles cercanos un tercer equipo de seis saltaron en picado hacía él complementando el ataque frontal de sus aliados.
                -¡¡Regla 249!! –Chilló él golpeando el suelo con un puñetazo eléctrico- No siempre la altura te dará la victoria, -un rayo calló sobre él dispersando el ataque aéreo y paralizando el frontal con la onda expansiva- mantén los pies en la tierra, pues desde ella podrás saber realmente cuán lejos está tu objetivo.  –E internándose en el bosque continuó- Regla número 63, se cauto y sigiloso, aprende a desaparecer y observa desde la distancia, te dará otra perspectiva del mundo que no todas las personas pueden percibir.
Sus pasos eran seguros y decididos. Cada roca, cada rama de los árboles, cada cueva… conocía el bosque del palacio como la palma de su mano y desde la rama de un árbol pudo reconocer las encapuchadas sombras blancas de sus aprendices buscándolo.
                -Regla 119… -susurró- conoce el terreno, fúndete con él, aprende todos los atajos y peligros, todos los escondites o refugios, controla cada uno de los posibles recorridos. Sé cómo un fantasma en la nieve, actúa siempre en las sombras para servir a la luz.
Y siguiendo a sus encapuchados cachorros hasta la gran cascada les vio desaparecer. Sonrió y sin dudarlo usando el alma del halcón se arrojó al vacío con un salto en picado. La frescura del agua le hizo estremecerse debido al sudor del entrenamiento, pero cuando su cuerpo hubo salido del río, calló hacía atrás quedándose sentado en la orilla mientras la hoja de una espada le tocaba el cuello.
                -Regla número 16… –dijo uno de sus aprendices mientras él y sus compañeros (quienes le habían rodeado en un círculo) enfundaban sus espadas- desarrolla y confía en tus propias capacidades, pero cuida sobre todo las de tus amigos y aliados, pues ellos son y serán tu escudo y tu espada, tu grito en la batalla. Recuerda siempre que por muy fuerte sea el enemigo o muy difícil sea el obstáculo, la unión hace la fuerza…
Atónito, aceptó la mano de su aprendiz y se levantó, sin poder reprimir  una sonora carcajada que confundiría a sus pupilos.
                -¡¡BUEN TRABAJO CACHORROS!!
Antes de que pudiera darles un abrazo, el sonido de un halcón les llamó.
                -Como siempre, –dijo el dragón mirando al cielo- el tiempo nos marca el final. Es la hora… debéis volver al palacio.
Sus queridos alumnos le miraron sonriendo. Había sido unas semanas duras para ellos, aun eran bastante jóvenes y en sus rostros se leía las ganas de volver junto a sus familias.
                -Recordar todo lo que habéis aprendido. Tenéis mucho talento pero no olvidéis que incluso el más joven de los niños puede daros una lección. Hacer que me sienta aún más orgulloso.
                -¡¡Gracias maestro!! –exclamaron todos iniciando el retorno.
Él se quedó allí, sonriendo y respondiendo con su mano los alegres “Hasta pronto” de los últimos del grupo. Cuando el sonido del río volvió a hacerse dueño del bosque, dos finas lágrimas recorrieron su rostro.
                -Regla número 400, -susurró el joven dragón- despídete siempre apropiadamente de tus seres queridos, pues a veces un “Hasta luego” puede ser un “Adiós”. Yo ya no tengo nada más que enseñaros, sé que brillaréis y haréis temblar al mundo. Adiós pequeños, estoy orgulloso de vosotros…
                -Pero… ¿por qué no se lo dijiste? –preguntó su amiga mirándolo con tristeza.

                -Porque por mucho que tú y yo podamos enseñar. Hay lecciones que solo la vida puede darnos… 

miércoles, 19 de julio de 2017

El caballero del Dragón (Parte 1)


                -¿Entonces permaneciste en el castillo?
                -Durante unas pocas semanas más –contestó él asintiendo y mirando al horizonte en silencio.
La extensa pradera del castillo se extendía a su alrededor, él meditaba sentado, con los ojos cerrados, en silencio… notaba cada árbol, cada roca, cada brisa del viento. Percibía el peso de su armadura, el canto de los pájaros, el sonido de las cercanas olas del mar, el movimiento del castillo, todo parecía normal. Todo… hasta que los pájaros dejaron de cantar y un sepulcral silencio se adueñó de todo el palacio.
Abrió los ojos y esquivó el ataque de la sombra. Antes de que pudiera ni siquiera percatarse del negro atuendo de su enemigo, bloqueó el puñetazo de un nuevo atacante. La joven al ver fallido su golpe, usó su propio cuerpo y se impulsó junto a su compañero. Ambos comenzaron un segundo ataque, pero sin siquiera darse cuenta otras veinte sombras se unieron a la pelea. Eran demasiados incluso para él, quien solo podía esquivar los ataques y repeler a algunos atacantes, pero había algo en su estilo de lucha que no entendía. Algo familiar y extraño al mismo tiempo, agresivo y a la vez elegante, silencioso pero eficaz, coordinado pero individual. Llamó al viento y se dispuso a golpear el suelo para repelerles a todos con la onda expansiva, pero uno de ellos previó el ataque y con una patada desvió su mano desviando el ataque hacia el cielo. Intentó golpear con el fuego fatuo pero antes de que siquiera fijara un blanco un pequeño grupo le arrojó al lago. Gritó el nombre del trueno pero ellos fueron capaces de adelantarse y esquivar cada uno de los impactos eléctricos. Harto, llamó a la bestia y con la fuerza del oso intentó golpear, pero el más robusto consiguió bloquear su zarpa, con el lobo intentó morder pero los más pequeños y ágiles le sujetaron su hocico, intentó volar con el halcón pero con una impresionante patada lo lanzaron en picado contra el suelo. De dos en dos le sujetaron de pies y manos dejándolo indefenso boca arriba. Lo único que protegía su magullado cuerpo de la lucha, era su armadura del dragón. Se habían adelantado a cada uno de sus movimientos, ¿Cómo era posible? No… no podía permitirlo, daba igual cuantos o cuan fuertes fueran, nadie podría pararle. El dragón comenzó a rugir en su interior, y aún sujeto al suelo su piel comenzó a escamarse…
                -¡¡Vamos ríndete!! –Gritó uno de ellos. El joven dragón emitió un gruñido de sorpresa, esa voz le era muy familiar.- ¡¡Al fin lo hemos logrado, hemos sorprendido al maestro!!
El rugido del dragón se adueñó del lugar, todos y cada uno salieron disparados unos metros más allá de él. Habían dicho “maestro” estaba seguro, pensaba una y otra vez mientras corría hacia uno de ellos y retiraba la negra capucha dejando al descubierto su rostro.
Calló hacia atrás y sin poder reprimirse comenzó a llorar a pleno pulmón. Ahí estaban ellos, aquellos que hacía tanto tiempo tuvo que dejar atrás en aquel lejano bosque de su tierra. Dónde la maestra de maestros le había enseñado casi todo cuanto sabía, dónde por primera vez unos pequeños niños le llamaron maestro. Dejó aquel lugar con el corazón partido debido a no poder llevarse a sus jóvenes pupilos como había hecho anteriormente con su tripulación, eran demasiado jóvenes y él debía liderar toda una revolución junto a su flota. Y ahora allí estaban ellos mostrando las habilidades que él mismo les había enseñado pero con una destreza y adiestramiento individual.
Los demás dragones atraídos por su rugido, reían mientras él lloraba y les abrazaba sin parar. Ellos, sus niños se habían convertido en unos jóvenes maravillosos y ahora estaban allí en las filas delanteras.
                -¿Qué hacéis aquí? –preguntó él entre soñozos e intentando limpiar las lágrimas.
Una de ellos se acercó y tras abrazarlo de nuevo le dio un pequeño papel. Tenía el sello de su maestra, de su mentora… abriéndolo sin dudar lo leyó:
 “A ti mi mejor aprendiz, el capitán que venció en las dos grandes guerras, el exlíder rebelde, el caballero del dragón, el maestro sobre quien he depositado todos mis conocimientos y experiencia, te devuelvo lo que te corresponde por derecho, el mando de tus propios aprendices. Entrénalos para que como tú sean personas libres de elegir su propio camino, personas perseverantes y de corazón noble, que sueñen y luchen por un mundo sin corrupción ni maldad y por valores como la integridad, lealtad, libertad y el amor por la vida.
Hazme sentir orgullosa y nunca olvides que yo apuesto siempre por ti…
                -Así que… -dijo el dragón levando la mirada hacia sus pequeños ya no tan pequeños- volvéis a estar bajo mi mando –y sonriendo se levantó y colocándose en posición de batalla comenzó  su última lección para con ellos-. Regla número uno jamás dejes nada a la mitad. A ver de que estáis hechos cachorros…
                


CONTINUARA...

martes, 18 de julio de 2017

El caballero del dragón (Parte 0)

La fresca brisa del viento acarició las copas de los árboles, los ancianos paseaban tranquilos, los jóvenes tirados bajo la sombra de las arboledas reían y hablaban en pequeños grupos, los niños jugaban y corrían de un lado para otro con una sonrisa en los labios quedándose hipnotizados cada vez que un perro desfilaba alegremente junto a su fiel dueño. Ese pequeño valle se había convertido en un auténtico remanso de paz, un lugar dónde la política, la corrupción, el dinero, la religión o el lugar de procedencia, no importaban. Su eterno y orgulloso guardián, sentado sobre el tejado del gran puente lo sabía, y desde aquella aventajada posición observaba cada esquina, cada movimiento, cada situación.
                -Ya no portas la armadura del dragón… -dijo una voz a su espalda haciéndole sonreír.
                -No -contestó el joven mientras su mejor amiga se sentaba a su lado-. Por el momento, las batallas han cesado y me estoy tomando un descanso.
                -¿Qué pasó durante estos dos meses? –Preguntó su compañera mirándole a los ojos y sonriendo.- Las últimas noticias fueron sobre la gran batalla de los dragones, y cuando volví al castillo tú ya no estabas.
Él la miró y sonrió. Llevaba el mismo atuendo que él, una armadura ligera de capucha blanca, peto y hombreras metálicas, las hojas especiales y una gran cantidad de armas.

                -Pues es una larga historia compañera, tras la batalla entre nosotros, el resto de dragones lograron resurgir de sus cenizas y avanzar hacia ese objetivo común. Pero notábamos el cansancio de las batallas continuas y aun había tierras que recuperar del enemigo…



CONTINUARÁ...