jueves, 11 de julio de 2013

El jefe de la manada



El mar acariciaba su madera de forma sutil y eficaz, el viento a su favor, y un cielo completamente despejado. Se podría decir que el barco estaba destinado a ser construido, y su capitán a ser el dueño. Su nueva andadura suponía un montón de trabajo duro, pero también la chispa de la esperanza que la tripulación necesitaba.
Su capitán apoyado en el mascarón con una sonrisa, volvió a tierra cuando oyó la noticia: “Unos individuos pedían permiso desde un bote para subir a bordo”. Al ver sus rostros tan familiares y queridos no lo dudó un segundo, “¡Claro que podían pasar! Además llegaban en el momento preciso para comprobar lo que habían logrado”. Risas, abrazos, y anécdotas fueron el orden del día, seguidas de un suculento banquete en su camarote. Como siempre su compañía llenaba todo de nuevas aventuras, regalos, historias, y planes. Ante él tenía la élite en cada campo: Sanidad, investigación, construcción, tecnología, etc. Si, se sentía orgulloso de ellos, desde su juventud, incluso desde su infancia habían permanecido unidos a pesar de tener caminos diferentes. Al igual que él, cada uno había conseguido dirigir su destino a su manera, y eso los hacía grandes. El cambio de rumbo le hizo volver a de sus pensamientos. “No había ordenado ningún cambio de dirección, que significaba esto. Como capitán debería se le debería haber pedido o en su defecto consultado, y justificado tal decisión.”. Los gritos fueron aumentando a medida que se acercaba al timón. El navegante tirado en el suelo, le miro en busca de ayuda. Todos ellos incluido su oficial, habían cogido el timón del barco y manteniendo una ruta completamente contraria a la ordenada.
                -¿Quién ha ordenado cambio de rumbo señores? – Preguntó el capitán.
                -Creo que ya es hora que te calles y dejes trabajar a los que saben.
El viento trajo de si una ráfaga, su brazo fue rápido, y su espada obediente. Todos ellos le miraron con desprecio desde el suelo.
                -HE PREGUNTADO: ¿Quién ha dado la orden?
                -Preferimos seguir este rumbo, nos es más favorable, ADEMÁS PARA ESO TIENES LA TRIPULACIÓN.
Su fría espada tocó la garganta de su oficial, su mano derecha, uno de sus hermanos.
                -Jamás… ¡JAMÁS VUELVAS A DECIRME COMO TENGO QUE COMANDAR MI TRIPULACIÓN! Y jamás vuelvas a intentar dirigir mi… creo que nuestros invitados deberían marcharse.
Puede que sean los mejores, pero aún les queda por aprender una lección muy importante, la HUMILDAD.”


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