El mar acariciaba su madera de forma sutil y eficaz, el
viento a su favor, y un cielo completamente despejado. Se podría decir que el
barco estaba destinado a ser construido, y su capitán a ser el dueño. Su nueva
andadura suponía un montón de trabajo duro, pero también la chispa de la esperanza
que la tripulación necesitaba.
Su capitán apoyado en el mascarón con una sonrisa, volvió a
tierra cuando oyó la noticia: “Unos individuos
pedían permiso desde un bote para subir a bordo”. Al ver sus rostros tan
familiares y queridos no lo dudó un segundo, “¡Claro que podían pasar! Además llegaban en el momento preciso para
comprobar lo que habían logrado”. Risas, abrazos, y anécdotas fueron el
orden del día, seguidas de un suculento banquete en su camarote. Como siempre
su compañía llenaba todo de nuevas aventuras, regalos, historias, y planes.
Ante él tenía la élite en cada campo: Sanidad, investigación, construcción,
tecnología, etc. Si, se sentía orgulloso de ellos, desde su juventud, incluso
desde su infancia habían permanecido unidos a pesar de tener caminos
diferentes. Al igual que él, cada uno había conseguido dirigir su destino a su
manera, y eso los hacía grandes. El cambio de rumbo le hizo volver a de sus
pensamientos. “No había ordenado ningún
cambio de dirección, que significaba esto. Como capitán debería se le debería haber
pedido o en su defecto consultado, y justificado tal decisión.”. Los gritos
fueron aumentando a medida que se acercaba al timón. El navegante tirado en el
suelo, le miro en busca de ayuda. Todos ellos incluido su oficial, habían
cogido el timón del barco y manteniendo una ruta completamente contraria a la
ordenada.
-¿Quién
ha ordenado cambio de rumbo señores? – Preguntó el capitán.
-Creo
que ya es hora que te calles y dejes trabajar a los que saben.
El viento trajo de si una ráfaga, su brazo fue rápido, y su
espada obediente. Todos ellos le miraron con desprecio desde el suelo.
-HE
PREGUNTADO: ¿Quién ha dado la orden?
-Preferimos
seguir este rumbo, nos es más favorable, ADEMÁS PARA ESO TIENES LA TRIPULACIÓN.
Su fría espada tocó la garganta de su oficial, su mano
derecha, uno de sus hermanos.
-Jamás…
¡JAMÁS VUELVAS A DECIRME COMO TENGO QUE COMANDAR MI TRIPULACIÓN! Y jamás vuelvas
a intentar dirigir mi… creo que nuestros invitados deberían marcharse.
“Puede que sean los
mejores, pero aún les queda por aprender una lección muy importante, la
HUMILDAD.”
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