sábado, 17 de enero de 2015

Remind



Un leve escalofrío recorrió su cuerpo. La fría tormenta de nieve había cubierto todo a su paso, desde hacía horas no sabía dónde estaba, se había perdido… y para más inri, la fuerza de la tormenta aumentaba por momentos. Caminó durante horas, solo, perdido entre lo que supuestamente era un boque, con solo dos metros de visión, y la nieve hasta las rodillas. Podía ser el final para él… estaba calado hasta los huesos, tenía hambre y sueño, y no dejaba de titiritar.
Sus pasos se detuvieron ante la helada muralla. ¿Qué era ese lugar? ¿Acaso las leyendas sobre el límite del mundo eran ciertas? Alta, invencible, y transparente, la gigante pared de hielo surgió ante él. Su vista no alcanzaba a ver su verdadera altitud, pero si distinguió algo extraño a escasos metros. Lentamente y seguro de su inminente muerte, avanzó hasta el posible último descubrimiento de su vida.
Un grito de asombro escapó de su interior, una persona… ¡¡había un chico allí dentro!! Su pelo blanco como la nieve que le rodeaba, y su expresión no mostraba dolor, parecía como si durmiera. Pero aun a pesar de ello él sabía que ese chico había sufrido… no sabía porque, pero lo sabía. Había algo en él que le inspiraba lástima…
Al menos moriré acompañado” –pensó mientras su mano tocaba el helado cristal.
Su cuerpo dejó de responder, no podía separar la mano del hielo… pero pronto dejó de resistirse, pues él, el durmiente joven, abrió lentamente los ojos. Con cierta lentitud, observó todo a su alrededor, incluido a él. Su mirada era melancólica y vacía, no había sentimiento alguno en ella.
Lentamente el extraño joven, aún dentro de su helada prisión se movió hacia él. Pesadamente su mano salió del hielo como si de agua se tratase, y sin mostrar ni un ápice de duda, la posó en su pecho. 
El mundo se volvió frio, su respiración era cada vez más entrecortada, y su corazón comenzó a latir más despacio. Le dolía… el frio le quemaba por dentro… sin poder controlarlo emitió un aullido de dolor. Su cuerpo salió disparado un par de metros sobre el suelo, y allí tendido el líder rebelde tuvo miedo… miedo a equivocarse, miedo a perder, a perecer, miedo a no terminar, a no volver a sentir nada nunca más, a cerrar la puerta de su propia cordura, miedo a no volver a vivir…
Intentó llorar pero nada salió de su interior, intentó gritar pero sus entrañas estaban congeladas, lentamente se levantó e intentó correr, pero fue en vano, se sentía pesado, sentía la carga… y tambaleándose se adentró de nuevo en el bosque, solo, calado hasta los huesos, con solo dos metros de visión, y la nieve hasta las rodilla, pero eso ya no importaba…

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