Esos momentos de silencio, esos momentos… cuando no sabes
que hacer, que decir, que senda tomar, esos momentos… cuando parece que aunque
esquives la caída una, dos, tres… cien veces, eso que tanto intentas evitar
acabará por llegar. Estás preparado, sabes que podrías sobrevivir a ello, pero…
y a los que intentas proteger, esos por los que luchas… ¿están preparados? ¿Qué
será de ellos?
Esos momentos en los que te agarras a un clavo ardiendo, “lo que sea” te repites a ti mismo, “por ellos… irías al mismísimo infierno”
te dices mientras esperas que el karma no te mande otra hostia por pensar así.
Pero en el fondo lo crees, sabes que es así, que eres humano, y aunque tu
lógica te dice que esas cosas no existen, tu corazón te induce a dudar.
Esos momentos… en los que intentas desconectar. En mi caso,
leer, escribir, dibujar, escuchar música, pero aunque tengas ganas de ello, no
quieres empezar ese libro, o no estas inspirado, o incluso te duele la cabeza a
los cinco minutos de poner música, y te odias a ti mismo… te preguntas si hay
otro ser humano más idiota que tú, si te estas volviendo loco, o simplemente
piensas en lo que intentas evitar pensar. Y lo peor de todo es que mientras
ocurre todo esto, te sientes cada vez más estúpido.
Si… esos momentos… cuando por enésima vez ayudas, luchas,
vuelves a ilusionarte, unas veces te dices “porque
es lo correcto”, “porque estas por
encima de lo que sea”, “porque esta
vez es la buena, porque te lo mereces”, pero en lo más fondo de tu ser
sabes que es mentira, que vuelves porque quieres, porque eres así, no puedes
evitarlo, crees que los imposibles pueden existir, que estás destinado a vivir
algo especial, y en ese momento tienes miedo, ¿y si no es así? ¿Y si no merece
la pena tanto esfuerzo? ¿Y si tienes que ser como los demás? Ser arrogante, egoísta,
cruel, desconfiado, un pasota… una roca. Y lo intentas… con toda tu alma y tus
ganas, pero no puedes, y te odias a ti mismo, por ser el bueno, el tonto, el
que siempre hace lo que cree correcto aunque suponga un sacrificio para él, el
que decide, el que se arriesga, el que habla… te odias por ser el idiota que
sueña, el romántico, el que sufre, el
que carga, el que cree, el que lucha, y sobre todo el que nunca consigue nada…
bueno si, algo más para tu espalda de lo que nadie quiere responsabilizarse, o
algo que sabes que te va herir, pero aun así lo coges, porque… mejor a ti y no
que sufran otros. Si, lo haces porque crees la triste mentira de que otro en tu
lugar haría lo mismo, idiota…
Esos momentos… cuando intentas romper. Conoces tu furia
interior, la temes, por eso la controlas, porque sabes que si sale, podría
pasar cualquier cosa… CUALQUIER COSA. Pero cuando quieres sacarla, no sale,
algo falla… tu mente quiere, pero tu cuerpo no responde a la orden… y te odias
mientras esa onda expansiva vuelve a tu interior, y tu cuerpo tiembla…
Esos momentos en los que el orgullo, el miedo, el
desconocimiento… se enfrentan al cariño, esos momentos… en los que el hacer una
cosa sería arriesgarse a perder otra, y no lo soportas porque no quieres perder,
ya has perdido suficiente.
Esos momentos… no sabes si te han vencido, si te han
cambiado… solo sabes que en esos momentos no puedes hacer nada…
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