lunes, 11 de enero de 2016

El regalo de la reina



La fría noche había llegado. Su gran día había tocado a su fin. Estaba tan cansada, pensaba una y otra vez mientras se apoyaba en la cornisa de su ventana. Había recibido felicitaciones de todos a su alrededor, familia, leales compañeros, superiores, conocidos… no había faltado comida, regalos y sonrisas, había sido un día estupendo. “Todos querían mostrar sus respetos a la reina central” pensó suspirando cansadamente mientras observaba como su pueblo dormía tranquilo bajo la oscuridad de la noche. Sin embargo… no había recibido noticia alguna de su fiel compañero.
El batir de unas alas rompió el silencio de la noche. A lo lejos, un joven halcón surcaba los cielos con un porte elegante y majestuoso. Todas las aves de la zona alzaban el vuelo advirtiendo de su feroz paso, con cada movimiento de sus fuertes alas, el viento golpeaba los cristales, los grillos silenciaban su canto con el sonoro corte de su vuelo.
El halcón sobrevoló su torre en círculos durante unos segundos y tras un sonoro graznido descendió en picado hacia su ventana. Cualquiera en su lugar habría tenido miedo, habría cerrado la ventana, pero ella no… no se dejaba engañar.
La veloz ave entró con un sonoro estruendo, pero en el suelo se encontraba él, arrodillado ante ella… no portaba más que su espada y una simple armadura negra de capucha con el pequeño símbolo del gremio en el pecho.
                -Llegas tarde… -le repuso con desdén.
                -Nunca es tarde para hablar contigo… -le respondió levantando su mirada y sonriéndola.
Ella le dio la espalda con fuerza.
                -Eres un prepotente…  ¡has llegado tarde!
                -Es cierto… no soy nada bueno controlando el paso del tiempo, pero estoy aquí. Y si hoy me inclino ante ti no es para decirte las cuatro palabras convencionales y rendir pleitesía al decoro y los modales. Mi rodilla esta postrada en el suelo para recordar que hoy hace poco más de doce años supe que te convertirías en alguien esencial para mi vida. No recuerdo bien las palabras, pero si el momento en el que supe que tú estarías a mi lado por el resto de mi vida, desde entonces ambos hemos recorrido muchas cosas… al principio juntos, pasamos por tierras de caballeros a los que llamaban locos, vimos nuestras más tiernas fantasías hechas realidad en ese gran castillo que aún sigue en nuestros corazones, conocimos artistas y caravanas con personas pequeñas capaces de lograr sus sueños y alimentar los de los demás, conocimos músicos, magos, personas que te hacen reír y llorar hasta límites insospechados, visitamos pueblos que con su esfuerzo y sacrificio fueron capaces de cambiar su destino, pudimos plasmar grandes cosas en esas grandes pantallas que al mundo hipnotizan. Viajamos y aprendimos muchas cosas juntos, incluso mi lucha comenzó contigo a mi lado, pero con el tiempo nuestras vidas decidieron darnos viajes en los que ambos por separado aprendimos cada día más y más. Te he visto crecer desde que eras un renacuajo chillón y puedo ver orgulloso cómo te has convertido en la persona  que tú misma querías ser.  Ambos tuvimos guerras, luchas, ambos caímos y nos levantamos porque sabíamos cuál era nuestro juramento como caballeros y porque ambos siempre nos ayudamos el uno al otro. Por eso estoy aquí hoy y ahora, no estoy en tu vida para verte una vez al año, estoy aquí porque todos los días me siento seguro sabiendo que tengo una amiga cómo tú a mi lado, alguien al que nada ni nadie cambiará, una persona tan fuerte y libre que hasta el más poderoso de los enemigos teme enfrentar. Si hoy inclino mi rodilla no es para darte algo vacío, es para recordarte  lo orgulloso que me siento al saber que por muy lejos que nos lleven nuestros pasos, tú siempre me tendrás aquí, a tu lado, al igual que yo te tengo a ti.
Ella lo miró con ternura… allí estaba la reina central que tanto admiraba, su leal amiga, con ella había crecido, jugado, cantado, ella había sido su consejera y el su consejero, juntos habían llorado y juntos habían reído hasta llorar.
                -Antes de irme permíteme darte un regalo.
Sin esperar el consentimiento el joven se levantó y tras besarle en la mejilla, se precipitó por la ventana de la torre. Ella sonrió y tumbándose en su cama se durmió recordándo las razones por las que ese halcón que se alejaba en la oscuridad de la noche, le había visitado.

Para Alicia por esos 24 añazos, muchísimas felicidades y gracias por todos estos años de tu inquebrantable amistad.

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