martes, 26 de junio de 2012

Llama, fuego, incendio.



El calor daña sus ojos, en realidad no me extraña, nunca se han parado ni lo más mínimo a controlar su propio fuego. Siempre, durante cada minuto, se han dedicado a probar mi pequeña llama, si, la que yo controlo en cada momento. Pruebas, pruebas, y más pruebas, “Son solo simples demostraciones” dicen sus labios, pero en cambio, ¿por qué sus ojos dicen lo contrario?
Demuestro, y vuelvo a demostrar una y otra vez, pero ellos no están satisfechos, “¿Qué debo hacer entonces?” me preguntaba. Luchaba, luchaba y volvía a luchar, me levantaba cada día más rápido y con nuevas heridas, y cuando mis piernas ya no aguantaron el dolor, me tuve que inclinar a descansar, en ese momento lo comprendí todo. Al verme ya destrozado, y a penas con fuerzas, en sus caras se proyecto una sonrisa de satisfacción. “Sabía que no aguantarías”-dijeron todos de repente- “Tú eres de los nuestros”. El calor que sentí en ese momento, no se podía aguantar, me quemaba, me hacía daño, no pude aguantarlo, “¡¡BASTA!!” grite, y con un último esfuerzo me levanté. Se acabó seguir demostrando todo, se acabó el luchar, ya era hora de hacer las cosas a mi manera, ellos me siguieron, Oh claro que lo hicieron, no estaban dispuestos a admitir lo que habían hecho. Me detuve, mire atrás un momento, y en sus ojos vi aún una mirada expectante, ¿Pensarían que volvería?, mi último movimiento  para ellos fue señalar a su espalda.
El calor daña sus ojos, un incendio había estado creciendo tras ellos, pero estaban demasiado ocupados conmigo, para darse cuenta. “Se lo tienen bien merecido”-Pienso. Ahora son ellos los que tienen que dar cuenta de sus actos, ahora son ellos los que tienen que demostrar quienes son.
De momento, mi sonrisa favorita, muestra el primer camino a seguir. Las quemaduras y heridas curarán solas.

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