El calor daña sus ojos, en realidad no me extraña, nunca se
han parado ni lo más mínimo a controlar su propio fuego. Siempre, durante cada
minuto, se han dedicado a probar mi pequeña llama, si, la que yo controlo en
cada momento. Pruebas, pruebas, y más pruebas, “Son solo simples
demostraciones” dicen sus labios, pero en cambio, ¿por qué sus ojos dicen lo
contrario?
Demuestro, y vuelvo a demostrar una y otra vez, pero ellos
no están satisfechos, “¿Qué debo hacer entonces?” me preguntaba. Luchaba,
luchaba y volvía a luchar, me levantaba cada día más rápido y con nuevas
heridas, y cuando mis piernas ya no aguantaron el dolor, me tuve que inclinar
a descansar, en ese momento lo comprendí todo. Al verme ya destrozado, y a
penas con fuerzas, en sus caras se proyecto una sonrisa de satisfacción. “Sabía
que no aguantarías”-dijeron todos de repente- “Tú eres de los nuestros”. El
calor que sentí en ese momento, no se podía aguantar, me quemaba, me hacía daño,
no pude aguantarlo, “¡¡BASTA!!” grite, y con un último esfuerzo me levanté. Se
acabó seguir demostrando todo, se acabó el luchar, ya era hora de hacer las
cosas a mi manera, ellos me siguieron, Oh claro que lo hicieron, no estaban
dispuestos a admitir lo que habían hecho. Me detuve, mire atrás un momento, y
en sus ojos vi aún una mirada expectante, ¿Pensarían que volvería?, mi último
movimiento para ellos fue señalar a su espalda.
El calor daña sus ojos, un incendio había estado creciendo
tras ellos, pero estaban demasiado ocupados conmigo, para darse cuenta. “Se lo
tienen bien merecido”-Pienso. Ahora son ellos los que tienen que dar cuenta de
sus actos, ahora son ellos los que tienen que demostrar quienes son.
De momento, mi sonrisa favorita, muestra el primer camino a
seguir. Las quemaduras y heridas curarán solas.
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