jueves, 28 de junio de 2012

Océano por navegar.



El día se acerca. Tanto trabajo, tanta lucha, tanto sacrificado, para que sin darte cuenta solo tengas dos opciones: Con ellos, o sin ellos. Recuerdas a aquellas personas que en el pasado ocuparon tu lugar, personas con las que contabas, y no pudiste contar, personas valientes, fuertes, y luchadoras que se marcharon pensando que dejaban su barco y su tesoro en buenas manos. Un barco que solo dos manos llevan dirigiendo desde el primer día, sin apenas ayuda. Los que estaban a tu lado, la mitad desaparecieron, cobardes, la otra mitad atados por sus obligaciones te miran con tristeza, y con orgullo, nunca les podré tener rencor.
Piensas en los que dejaron su tesoro, “tienen que volver” piensas, pero la sola visión de una grieta del barco les hace dar la vuelta, y marcharse. “Pues yo solo, podré” piensas convenciéndote a ti mismo, y durante un largo tiempo así lo haces, luchas, mejoras, arreglas, y el barco sigue navegando. Los que se proclaman así mismos dueños de la nave, hipócritas todos ellos, te intentan convencer de tomar una decisión difícil, hundir el barco, y unirse a otra tripulación. “Nunca” es la única palabra que sale de tu boca, y te proponen una opción alternativa, navegar junto a la otra tripulación. Tus aliados más fuertes, ya se han unido a ellos, y piensas “¿Tenemos opción? Además, ya hemos perdido suficiente”.
Cuando te quieres dar cuenta navegas sin ilusión, con gente a tu lado que no sabe hacer otra cosa que molestar. Trabajas, y trabajas, tu solo, ellos no tienen lo que hay que tener aquí. “¿Porqué continuas entonces?” te preguntan un día, y tu piensas, porque se lo prometí a los que ocuparían mi puesto algún día.
Ya me da igual, cual magnífico sea el barco de al lado y cuantos se unan a él. Este barco viejo y fuerte, dará su último viaje junto al nuevo, y seguirá su camino, a su manera. Puede que se hunda, si, para que engañarnos, pero yo podré decir con orgullo a esos cobardes que un día escondieron la cabeza, y con los que todos contaban, que yo llegue hasta el final. Y mientras dirijo lo que yo solo he estado manteniendo, una sombra blanca con capucha, me sonríe satisfecha y se va, para no volver.

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