Una figura surgió de la niebla. Avanzó silenciosamente hasta
donde yo me encontraba sentado, y sin decir una sola palabra, se sentó. Su sola
presencia a mi izquierda provocó un escalofrío que en unos segundos recorrió
toda mi espalda. Tras unos minutos, la misteriosa persona miró al oscuro cielo
de la noche, se quito su capucha blanca, sonrió, y sin articular palabra alguna comenzó a
correr en dirección a la niebla de la que había salido. Mi cuerpo fue
arrastrado de alguna extraña forma hacia la niebla. Cuando recuperé la
consciencia estaba tirado en medio de la carretera, y mis ropas habían
cambiado, eran idénticas a las de la misteriosa figura. Comencé a caminar en
busca de alguna señal humana pero durante
un par de horas no pude ver más que desierto blanco y frio. Por fin pude
vislumbrar un pueblo, emocionado comencé a correr con todas mis fuerzas. Era
extraño el pueblo estaba colocado sobre una gran colina verde y fértil, pero
alrededor de la colina todo seguía siendo un desolado desierto helado. Sin
embargo, a los habitantes no parecía importarles lo más mínimo, es más, sus
caras de felicidad y su amabilidad me confundieron completamente.
Al llegar a la plaza del pueblo, me encontré con una modesta
casa de paja, a primera vista parecía
abandonada, pero al adentrarme en su interior pude ver a la extraña figura con
ropas blancas, estaba de espaldas a mí, miraba por la ventana, sin duda estaba
controlando a los habitantes del pueblo. Sin moverse, por fin habló: “No dejes
que te vuelva a arrastrar, o me encargaré de que me sustituyas. Continua tu
camino”. Volví a abrir los ojos, solo una hora para comenzar mi lucha.
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