viernes, 15 de junio de 2012

Recuerdo de la duda.


Una figura surgió de la niebla. Avanzó silenciosamente hasta donde yo me encontraba sentado, y sin decir una sola palabra, se sentó. Su sola presencia a mi izquierda provocó un escalofrío que en unos segundos recorrió toda mi espalda. Tras unos minutos, la misteriosa persona miró al oscuro cielo de la noche, se quito su capucha blanca, sonrió,  y sin articular palabra alguna comenzó a correr en dirección a la niebla de la que había salido. Mi cuerpo fue arrastrado de alguna extraña forma hacia la niebla. Cuando recuperé la consciencia estaba tirado en medio de la carretera, y mis ropas habían cambiado, eran idénticas a las de la misteriosa figura. Comencé a caminar en busca de alguna señal humana pero durante  un par de horas no pude ver más que desierto blanco y frio. Por fin pude vislumbrar un pueblo, emocionado comencé a correr con todas mis fuerzas. Era extraño el pueblo estaba colocado sobre una gran colina verde y fértil, pero alrededor de la colina todo seguía siendo un desolado desierto helado. Sin embargo, a los habitantes no parecía importarles lo más mínimo, es más, sus caras de felicidad y su amabilidad me confundieron completamente.
Al llegar a la plaza del pueblo, me encontré con una modesta casa de paja, a primera  vista parecía abandonada, pero al adentrarme en su interior pude ver a la extraña figura con ropas blancas, estaba de espaldas a mí, miraba por la ventana, sin duda estaba controlando a los habitantes del pueblo. Sin moverse, por fin habló: “No dejes que te vuelva a arrastrar, o me encargaré de que me sustituyas. Continua tu camino”. Volví a abrir los ojos, solo una hora para comenzar mi lucha.

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