Ayer debido a una de las casualidades de la vida, he tenido
que volver al lugar del cual renací por así decirlo. Mi sola presencia hizo que
muchos de antiguos compañeros se levantaran para decirte: “¿Otra vez aquí, has
caído?, su rostros de preocupación te sacan una carcajada tranquilizadora, que
seguido de un “no, no te preocupes” llevan a un abrazo muy agradecido. Acto
seguido, el revuelo recorre todo los pasillos, el tiempo de descanso comienza,
y es entonces cuando se produce el
culmen de tu llegada. Aparecen ellos, te miran y te sonríen, ellos saben que
hay muchas probabilidades de que no vuelvas, su trabajo había concluido hacía
un año. Sus primeras palabras, tranquilizadoras sobre el futuro de las nuevas
generaciones desencadenan una de las conversaciones más polémicas entre los que
antes fueron tus compañeros. ¿Jaula, o Aula? es evidente que depende del
esfuerzo, y de la persona. Aún recuerdo como esas personas que hacía unos
minutos te daban un agradecido abrazo, no eran más que unos polluelos asustados
por haber caído. Unos polluelos que imitando tu comportamiento llegaron a donde
están ahora: No fuera, pero casi.
Ellos saben lo que estas pensando, claro, estuvieron a tu
lado mucho tiempo, ellos te ayudaron a levantarte, y demostrar a todas aquellas
personas que te tacharon con un NO VALIDO, que nunca te rendirías y que no te
llegaban a la suela de los zapatos. Si, les debo mucho camino recorrido.
Cuando el reloj te vuelve a la tierra, entregas tu paquete,
y despidiéndote de todos, te das la vuelta dejando atrás quizá a tus camaradas
de “Supervivencia”, cuando sales unos
hermosos ojos azules se encuentran con tus ojos verdes. El nuevo polluelo te
mira con interés, tu sonríes y dejas en el aire una frase: “Aprende de ellos,
ellos son verdaderos maestros”.
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