Una larga ráfaga de aire frio acarició su rostro. Él
caminaba tranquilo, sin ninguna prisa, su espalda mostraba de forma elegante el
dorsal, siempre en su espalda, nadie podría entender jamás lo especial de ese
amarillento número.
Comienza el show. La primera oportunidad sale a relucir,
pero el otro conjunto se encarga de romperla. El contrataque es cortado, y el
segundo intento nace, pero al igual que el anterior intento todo acaba con lo
que pudo ser y no fue.
El calor conquista cada parte de su cuerpo. Y es entonces
cuando ocurre el fenómeno tan esperado. Pequeñas y heladas plumas blancas
comienzan a caer sobre el césped, el terreno comienza a endurecerse por el
frio. Tercera oportunidad, él corre sin ningún tipo de dificultad, ahora él
tiene el control. Observa su objetivo, y sin dudarlo suelta toda su fuerza, y
por fin, el primer golpe certero. El tiempo corre, y el control sigue siendo de
los suyos, un golpe tras otro el otro conjunto se debilita. Se acaba la
función, la gloria del día era suya, que bien se sentía, es extraño, el cielo
negro, su cuerpo empapado, su estómago rugiendo, ¿y él se sentía bien por solo
un poco de nieve? Sin duda la cordura lo había abandonado, pero nunca olvidara
esa sonrisa.
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