Dejó a su espectral caballo en el establo y se adentró en la gran
ciudad. Los guardias lo saludaron con respeto, cada paso que daba en dirección
al castillo era una felicitación diferente por sus resultados. Cuando entró en
el espectacular recinto uno de los pinches de cocina lo guio hacia la inmensa
puerta de madera. Él con una sensación de emoción la abrió y acto un gran
comedor repleto de personas lo aplaudían con caras de felicidad absolutas.
Si después de muchos años, la guerra se había acabado. El
respetado señor del castillo, le ofreció asiento en su mesa, y durante horas
todos juntos comieron, bebieron y rieron. Entre brindis y celebraciones nuestro
guerrero, creyó ver una sombra de capucha negra, observándole, pero tras unos
segundos optó por pensar que eran imaginaciones suyas. Después de horas y horas
de risas, rencuentros, y más brindis, era hora de irse a casa, así que nuestro
guerrero despidiéndose de todos con una gran sonrisa, tomó el camino hacia su
casa.
La ciudad ya durmiente, estaba completamente silenciosa, ni
un alma caminaba por la calle a tan altas horas de la noche. Cuando entró en su
casa, aliviado poco a poco se quitó su armadura. Al entrar en la habitación
noto una respiración a penas perceptible para un oído normal. Su cuerpo actuó
de forma automática, agarrando a la sombra. En el momento en el que sus ojos se
cruzaron lo identificó, hacía mucho tiempo que lo había perdido de vista.
Cuando lo soltó, el hombre moreno de ropas negras habló:
-Me negaba a creérmelo
hasta que te vi entrar en el castillo. Tú un alto mando de la rebelión. ¡Dos
años! ¡Dos años, sin vernos cara a cara! Cuando decidiste abandonarnos sin
previo aviso pensé que te marcharías de la región con el rabo entre las piernas
temiendo nuestro castigo, pero al parecer te has pasado dos años en una guerra que
no teníamos ningún papel.
-¡Qué no teníamos! ¡Cómo
te atreves! –contestó nuestro guerrero con rabia, lanzándole el libro del bufón
que tantas veces había leído.
Hacía dos años que había empezado a comprender la verdad de
sus antiguos compañeros. Como actuaban a favor de uno de los bandos, como
fueron ellos los causantes de esta terrible guerra, como cada actuación de cada
uno de ellos suponía destrozar una familia, o simplemente aprovecharse de la
inocencia de personas inocentes. El bufón no lo pudo aceptar, y opto por la vía
más rápida y cobarde, pero él no consentiría.
-Ahora el otro
bando se ha rendido, y los siguientes en
rendir cuentas sois vosotros. –La bestia ansiaba salir, pero volvió a tomar las
riendas- Te ofrezco una última oportunidad, vete déjalo todo, aquí no te ata
nadie, abandona la región, y cruza la frontera para no volver. Recuerda que conozco todos vuestros refugios, mañana a
estas horas comenzará a cerrarse vuestro cerco.
El moreno hombre sonrió melancólico, y tras un “es una pena” se dirigió a la ventana,
y desapareció con la misma habilidad y sigilo con la que había entrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario