La ciudad
dormía, en silencio, sin sobresaltos, como debía ser. Nadie debía verlo. Saltando
de tejado en tejado, con una rapidez y agilidad comparable a la de un gato.
Parecía fácil, pero en realidad la oscuridad le impedía calcular bien sus
pasos, hasta tal punto, que se vio obligado a utilizar el viento en un par de
ocasiones para evitar la caída. Cuando por fin llegó a los barracones de la
ciudad, solo una habitación tenía luz, allí estaba su objetivo. Con pulso firme
y tranquilidad, trepó hasta la iluminada ventana. Y por fin la vio, allí
sentada de espaldas. Al darse cuenta de su presencia, sus arrugas se hicieron
más profundas, había sonreído, como siempre. Nuestro capitán nunca pudo entenderlo,
¿cómo podía sonreír? Siempre pendiente de todos, compartiendo todas las penas,
y siempre con lo mejor de ella, su sonrisa y sus buenos consejos.
Compartieron
durante un largo rato, hechos, opiniones, y recuerdos, como siempre. La verdad
nuestro capitán nunca se cansaría de repetir este tipo de visitas espontáneas.
El viaje de
vuelta, fue mucho más rápido, el viento estaba a su favor. La ventana de su
camarote seguía abierta, así que sin más entró, aliviado de poder dejar de
cubrirse con la capucha blanca. La puerta se abrió a su espalda. Uno de sus
segundos mandos entró:
-Señor, ha llegado un mensaje del
gobierno central, han rectificado su posición, quieren que se presente en el
barco con forma de isla en media jornada.
-Gracias, pero por el momento ponga
rumbo a la ciudad llana.
-Pero señor, el gobierno central
podría…
-El gobierno central, no tendrá más
remedio que aguantarse. –Lo interrumpió el capitán. – Una gran sabia, siempre
me ha dicho que no permita que nadie marque mí camino, y eso es lo que siempre
hice. Partiremos en busca del barco islote después de unas cuantas paradas
indispensables.
-Muy bien señor, pasaré la orden.
Cuando el
barco comenzó a navegar, desde la ventana de su camarote, nuestro capitán pudo
ver en la playa, una pequeña figura con la mano agitando los brazos. Una
carcajada resonó en el camerino, ¿es evidente que todavía le quedaba mucho por
aprender de ella? ¿Cómo habría conseguido bajar tan rápido? En fin, solo los
años se lo dirán.
Disfruta todo lo que puedas de ella :)
ResponderEliminarla sabiduría de los abuelos es una fuente indispensable de la que beber...
Me encantó ;)