Su demacrado cuerpo, congeló a todos y cada uno de los
miembros de la tripulación, nadie se atrevía a mover un dedo. Se habían
adentrado por primera vez sin su capitán en terreno hostil. Habían derrotado a
todos y cada uno de los miembros de la banda del dictador, pero esta vez nadie
era rival ante él villano. Su habilidad era indudable, y se habían atrevido a
desafiarle sin un plan de ataque, y ahora todos se encontraban heridos y
desconcertados.
Su cuerpo se movió con rapidez, y a pesar de sus
entrenamientos todos y cada uno de los tripulantes, fueron cayendo. Todos salvo
un joven marinero.
“Solo teníamos que aguantarle
hasta que el segundo capitán llegara, y no hemos sido capaces ni de aguantarle”
pensaba.
-Ya
veo, que esta vez vuestro capitán, no se encuentra entre vosotros, y vuestro
segundo de a bordo se encuentra entretenido con mis mejores soldados. -Comentaba
el dictador con una sonrisa sombría- Vamos, arrodíllate, sin duda eres el
marine con más potencial. Únete a mí, y desarrollaremos ese potencial. Olvida a
todos tus compañeros, están condenados, sin embargo tú, me acabas de mostrar tu
fortaleza. Olvida al capitán de la capucha, no merece tu lealtad… no es más que
un cobarde.
-Mi
capitán… ¡¡No es ningún cobarde!! –Exclamó el joven- Nos acogió en medio de una
guerra cuando nadie apostaba por nuestras vidas, nos adiestró con todo su
corazón, nos preparó para enfrentarnos a gente podrida como tú. Es valiente,
sincero, justo, y fuerte, y lo más grande de él, es que ayuda a las personas
que lo necesiten sin pedir nada a cambio, salvo su amistad. Acepta sus defectos,
y los intenta superar siempre con una sonrisa en su rostro. A diferencia de ti,
él lucha por lograr un mundo mejor, y no lucrarse a costa del esfuerzo de los
demás.
-Y si
tan fuerte y valiente es tu capitán, ¿dónde está?
-¡¡Estoy
aquí detrás estúpido!! –Exclamó una voz a espaldas del dictador.
Allí estaba, apoyado en un árbol, sonriendo bajo su capucha
blanca, el capitán. El dictador, se giró rápidamente y comenzó su ataque contra
el joven tripulante. “Estoy perdido”
pensaba, mientras la espada se acercaba
a él.
“Bloquea dos veces abajo a la izquierda, inclínate a la
derecha, y hazle una finta, luego bloquea por la derecha” susurro el viento con
la voz de su capitán. De forma instintiva el joven tripulante fue obedeciendo
las órdenes de su sonriente capitán… primero izquierda, luego derecha,
esquivar, bloquear… no daba crédito, estaba aguantando a un adversario temible.
Cuando todo parecía dominado, su contrincante, le lanzó arena en los ojos… le
escocía… y sin darse cuenta tropezó.
Antes de que pudiera pedir ayuda, noto el tacto de la
sangre. Poco a poco abrió los ojos. Una figura de armadura y capucha blanca se
encontraba entre él y el ahora inerte cuerpo del violento dictador.
-Capitán…
yo…
-Estoy
orgulloso de vosotros –interrumpió él- no solo os habéis sacrificado por los
demás, sino que habéis derrotado a todo un ejército, y os habéis enfrentado al
responsable de tanto sufrimiento en esta isla. –Y tras sonreír, volvió a
hablar- Vamos, arriba, aún queda atender a los heridos y volver al barco.
“Seré su guardián
hasta el día en que sean capaces de derrotarme” pensó el capitán mientras
volvía con su tripulación.