miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los ojos del guardián



Su demacrado cuerpo, congeló a todos y cada uno de los miembros de la tripulación, nadie se atrevía a mover un dedo. Se habían adentrado por primera vez sin su capitán en terreno hostil. Habían derrotado a todos y cada uno de los miembros de la banda del dictador, pero esta vez nadie era rival ante él villano. Su habilidad era indudable, y se habían atrevido a desafiarle sin un plan de ataque, y ahora todos se encontraban heridos y desconcertados.
Su cuerpo se movió con rapidez, y a pesar de sus entrenamientos todos y cada uno de los tripulantes, fueron cayendo. Todos salvo un joven marinero.
Solo teníamos que aguantarle hasta que el segundo capitán llegara, y no hemos sido capaces ni de aguantarle” pensaba.
                -Ya veo, que esta vez vuestro capitán, no se encuentra entre vosotros, y vuestro segundo de a bordo se encuentra entretenido con mis mejores soldados. -Comentaba el dictador con una sonrisa sombría- Vamos, arrodíllate, sin duda eres el marine con más potencial. Únete a mí, y desarrollaremos ese potencial. Olvida a todos tus compañeros, están condenados, sin embargo tú, me acabas de mostrar tu fortaleza. Olvida al capitán de la capucha, no merece tu lealtad… no es más que un cobarde.
                -Mi capitán… ¡¡No es ningún cobarde!! –Exclamó el joven- Nos acogió en medio de una guerra cuando nadie apostaba por nuestras vidas, nos adiestró con todo su corazón, nos preparó para enfrentarnos a gente podrida como tú. Es valiente, sincero, justo, y fuerte, y lo más grande de él, es que ayuda a las personas que lo necesiten sin pedir nada a cambio, salvo su amistad. Acepta sus defectos, y los intenta superar siempre con una sonrisa en su rostro. A diferencia de ti, él lucha por lograr un mundo mejor, y no lucrarse a costa del esfuerzo de los demás.
                -Y si tan fuerte y valiente es tu capitán, ¿dónde está?
                -¡¡Estoy aquí detrás estúpido!! –Exclamó una voz a espaldas del dictador.
Allí estaba, apoyado en un árbol, sonriendo bajo su capucha blanca, el capitán. El dictador, se giró rápidamente y comenzó su ataque contra el joven tripulante. “Estoy perdido” pensaba,  mientras la espada se acercaba a él.
“Bloquea dos veces abajo a la izquierda, inclínate a la derecha, y hazle una finta, luego bloquea por la derecha” susurro el viento con la voz de su capitán. De forma instintiva el joven tripulante fue obedeciendo las órdenes de su sonriente capitán… primero izquierda, luego derecha, esquivar, bloquear… no daba crédito, estaba aguantando a un adversario temible.

Cuando todo parecía dominado, su contrincante, le lanzó arena en los ojos… le escocía… y sin darse cuenta tropezó.
Antes de que pudiera pedir ayuda, noto el tacto de la sangre. Poco a poco abrió los ojos. Una figura de armadura y capucha blanca se encontraba entre él y el ahora inerte cuerpo del violento dictador.
                -Capitán… yo…
                -Estoy orgulloso de vosotros –interrumpió él- no solo os habéis sacrificado por los demás, sino que habéis derrotado a todo un ejército, y os habéis enfrentado al responsable de tanto sufrimiento en esta isla. –Y tras sonreír, volvió a hablar- Vamos, arriba, aún queda atender a los heridos y volver al barco.
Seré su guardián hasta el día en que sean capaces de derrotarme” pensó el capitán mientras volvía con su tripulación.

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