Anochecía ya en la famosa ruta. La gente con sus caminares
tranquilos, y felices, tomaba la única dirección de volver a sus casas. Todos
de vuelta al inicio. Sus mentes no pudieron procesar la información, cuando
vieron que una sobra lejana comenzaba a trotar por el camino. Sola, con no más
que una extraña luz azul de compañera. Los segundos fueron tensos cuando el joven
cruzó sus miradas con ellos. Pero estaba ya todo tan oscuro que en poco tiempo
lo único que se podía ver a lo lejos era la pequeña luz azul.
Pero continuemos con el extraño personaje, probemos a
meternos en su mente.
…
Tranquilidad, eso era lo que estaba buscando hacía semanas.
Un momento, un solo momento de tranquilidad. Y al fin era suyo, lo había
encontrado. Los árboles le mostraban el camino que debía seguir, sus pulmones
respondían con gratitud, y por fin su respiración volvía a ser normal. La
música, era en aquel momento susurros de cariño, daba igual que la canción
fuera fuerte o suave, triste o alegre, lenta o dinámica. En ese instante, todo
relajo cada partícula de su mente. Y mientras recorría aquel conocido camino,
toda la ciudad brillaba a sus pies. Cada preocupación, cada deseo, y cada
pensamiento, fueron desvaneciéndose poco a poco, hasta que al fin, su mente
dormitaba y su cuerpo actuaba. Y sus ojos vieron el final. “¿¡¿YA?!? NO, VOY
HACERLO POR SEGUNDA VEZ” pensó. Y cuando su cuerpo comenzó por segunda vez, su
mente volvió a desconectar. Solo él, y el camino. Un instante maravilloso.
Sus ojos comenzaron a ver de nuevo la iluminación de la
calle, y allí al inicio, un par de sombras con solo un par de luces compañeras se acercaban a él. Les deseaba el mejor trayecto del mundo. Mientras
su mente atenta a la gran luz, comenzó de nuevo a pensar…
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