domingo, 22 de diciembre de 2013

El descanso del guardián



Estaba aún amaneciendo cuando entró por la puerta del camerino. Su aspecto era lamentable, cortes, golpes, moratones, y apenas se mantenía en pie. Había estado toda la noche intentando salvar a sus camaradas, lo había logrado sí, pero había pagado arriesgando su vida hasta límites insospechados. Despacio, recorrió el camarote… se acercó al maniquí, y tras suspirar, le colocó sus brazaletes, y luego las botas. Solo quedaba su armadura con capucha blanca, el símbolo de su tripulación, la imagen de aquellos que luchan en pos de la libertad, la ayuda para quien lo necesite, el símbolo de la esperanza. Su capucha ocultaba la fina línea de sus lágrimas, esta vez se encontraba demasiado cansado. Su mente estaba hueca, y el pecho le dolía con fuerza, poco a poco se quitó la armadura, y con suavidad la colocó en el maniquí. Se retiró unos pasos, y observo su grandeza, su elegancia… su fuerza. 
Cogió una simple camisa blanca, se cubrió el torso, y salió del camerino...
                -¡Capitán! –Dijo su navegante al verle- ¿Siguiente destino?
                -A casa…
                -Pero capitán… no sería mejor que…
                -Dejar que por esta vez sea vuestro capitán quien se salve a si mismo… para que pueda seguir protegiéndoos... Rumbo a casa navegante.
                -Capitán –dijo este cuando el herido abrió de nuevo la puerta de su camerino –Gracias, por estar siempre a nuestro lado.

2 comentarios:

  1. Bonita historia, a veces hay que protegerse a si mismo para seguir luchando...
    Mi sobrino me recomendo este blog y la verdad es que me encanta, ¿has pensado en escribir algun libro? ¡Tienes futuro como escritor!
    Besines desde Oviedo.

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    1. jajaja muchas gracias. Si la verdad, que estoy escribiendo uno, de momento es un proyecto que avanza poco a poco, pero tiene buena pinta. Me alegro de que le gustara. De nuevo gracias.
      Un abrazo

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